La eucaristía fue presidida por Monseñor José Rafael Quirós el pasado sábado 10 de agosto en la Catedral Metropolitana, coincidente con la fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir. Concelebraron Monseñor Daniel Francisco Blanco, obispo auxiliar de San José y Monseñor Vittorino Girardi, obispo emérito de Tilarán-Liberia.
Durante su homilía, el arzobispo recordó que, según el Evangelio proclamado, se comprende que en el seguimiento de Jesús es él mismo quien toma la iniciativa, pone las condiciones y nos dice cómo quiere él que seamos sus discípulos.
“Viene a nuestra mente el inicio del ministerio del diaconado, tal y como se narra en los Hechos de los Apóstoles, para atender a las viudas, respondiendo a sus necesidades y de ahí se diseña todo lo que conocemos del servicio diaconal y nos lleva a saber que es desde la cruz desde donde debemos servir al Señor, a los hermanos y a los más necesitados”.
“Son reflejo de una iglesia servidora, cercana a aquellos que lo necesitan más, de una Iglesia que sirve a los pobres siendo pobre, como nos recuerda el Papa Francisco”, dijo Monseñor.
“Hoy cuando el énfasis se pone en el egoísmo sin importar y hasta utilizando a los demás, se nos llama a vivir en esa dimensión de la Iglesia que Jesús fundó y que hasta hoy ha transitado en ese servicio a los demás, a aquellos que no cuentan para la sociedad actual ni para los intereses de una sociedad que busca aumentar a como haya lugar bienes materiales, aquello que ,según el parecer de muchos hoy, da la felicidad”, agregó.
Su oficio es servir
¿De dónde proviene la palabra diácono? viene del griego δіακονία (diakonνa) que, en dos de sus formas, se emplea unas cien veces en el Nuevo Testamento queriendo significar: ministerio o ministro, unas veces y servicio o siervo en otras ocasiones.
En los primeros años de la Iglesia el diaconado fue emergiendo. San Pablo en su carta a los Filipenses, escrita alrededor del año 57, hace referencia a los diáconos como orden en la Iglesia (Fil. 1, 11). También él habló con detalle sobre los diáconos en su primera carta a Timoteo (1Tim. 3, 8-10, 12-13).
Cuando los padres conciliares restauraron el diaconado en la Iglesia de Occidente, fue animado con la fe de que la Iglesia necesita ese ministerio apostólico enmarcado entre el laicado y el presbiterado, como un brazo que le faltaba al obispo.
Los diáconos pueden ser temporales, como los seminaristas que son ordenados con vistas al ministerio sacerdotal o permanentes, como estos varones arquidiocesanos que celebraron sus 10 años de ordenados quienes, en su mayoría son hombres casados.
Los diáconos permanentes son ministros de la caridad y pueden cumplir funciones litúrgicas, como proclamar la Palabra de Dios, celebrar bautizos y funerales, así como presenciar matrimonios.
En la Arquidiócesis, se han organizado en lo que se llaman diaconías ambientales, donde hacen presencia y prestan servicio evangelizador desde sus propios campos de trabajo y afinidades personales: Diaconía laboral, Diaconía universitaria, Diaconía del Sufrimiento Humano, Diaconía de Jóvenes en riesgo y Diaconía del Mundo Rural.
Una breve reseña histórica
Reseñando la historia de este ministerio en la Arquidiócesis, el diácono Martín Sáenz preparó un material en el que se recuerda que en el año 2001, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR) solicitaron al Vaticano el permiso para ordenar Diáconos que ejercieran de manera permanente este Ministerio, que es el primer grado del Orden Sagrado y Orden Sacerdotal.
Hacia mediados del año 2002 el Vaticano contestó afirmativamente a la solicitud de los obispos, pidiendo a la vez, la implementación de un proceso de formación adecuado, para los que resultaran aspirantes o candidatos al Diaconado Permanente.
El documento, que fue aprobado en Roma por la Congregación para la Educación Católica el 12 de octubre de 2011, ofrece pautas sobre la naturaleza y función del Diaconado Permanente, y su acción, como Sacramento del Orden, dentro de la Iglesia.
Pronto se anunciaría el jueves 19 día jueves 19 de marzo del año 2009, día de San José, que el Arzobispo de San José, Hugo Barrantes Ureña divulgaría un decreto que permitirá a varones católicos optar por un grado sacerdotal conocido como diaconado permanente, pues lo que está haciendo la Iglesia Católica costarricense era retomar una práctica de la Iglesia antigua, validada desde el Concilio Vaticano II (1962-1965).
De 121 postulantes iniciales, luego de un extenso proceso de discernimiento y formación, donde tuvieron experiencias pastorales, involucrando a sus respectivas familias, finalmente solo 19 varones recibieron el orden del diaconado permanente, de manos de Monseñor José Rafael Quirós, el 9 de agosto del año 2014.