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El padre Luis Gerardo Cascante: Un sacerdote de la bajura

By Diciembre 05, 2023

“¡Bombaaaa! Soy de la cuna del folclor / con mucho orgullo y pasión. / Llevo a Esquipulitas en mi corazón / y desde hace 25 años / el sacerdocio es mi vocación / ¡Uyuyuyyy bajura!” 

El Padre Luis Gerardo Cascante, actual párroco de San Jerónimo, en Sardinal de Carrillo, suelta esta bomba, seguida de un sonoro grito guanacasteco.

Este querido presbítero fue a la Basílica Nuestra Señora de los Ángeles, en Cartago, el miércoles 8 de noviembre, para dar gracias a Dios y a la Virgencita porque este año celebra el 25 aniversario de Ordenación Sacerdotal.

Nació en Santa Cruz. Es el menor de nueve hermanos y su papá falleció cuando él era niño. Su mamá, que tiene actualmente 94 años, sacó adelante a toda la chiquillada, en medio de las dificultades y limitaciones. 

El Padre Luis Gerardo cuenta que su madre preparaba tortillas y pasteles, mientras él y sus hermanos iban a venderlos a la calle. Recuerda que ya adolescente, como le gustaba una muchacha y sus amigos lo vacilaban, le comenzó a dar vergüenza, pero cumplía la tarea. 

Creció en una familia de fe, muy religiosa y trabajadora. Solo como ejemplo, su mamá, aun con su avanzada edad, se levanta todos los días a las 6:00 a.m. para hacer sus oraciones. 

El Padre Luis Gerardo es conocido por cercanía con la gente y por su amor a las tradiciones populares de su pueblo.

Guanacasteco de pura cepa

A los 10 años, el pequeño Luis Gerardo empezó su servicio como monaguillo en el Santuario Santo Cristo de Esquipulas, en Santa Cruz. Allí compartió con los padres dominicos, en ese entonces tenían que atender al centro parroquial y a 40 comunidades, muchas se atendían en época seca, porque cuando venían las lluvias los caminos eran imposibles de transitar. 

El joven los acompañaba y miraba con fascinación a aquellos servidores del Señor. A veces le surgía el deseo y le decía a uno de ellos: “Yo quiero ser sacerdote”. “Primero termina la escuela y luego el colegio y ya veremos qué pasa”, le respondían.

Desde chico, la alegría ya era una de sus características. Así que disfrutaba de las fiestas populares y las manifestaciones de religiosidad popular. Recordó que con sus compañeros del colegio iba a los potreros y montaba un ternero, o se metía al redondel con todas las agallas.

Cuando cursó Undécimo Año en el Colegio decidió entrar a los núcleos vocacionales, pero no dijo nada a sus familiares, temía que no aceptaran la decisión de hacerse cura, como le había pasado a un sacerdote que él conoció. 

Fue aceptado en el Seminario. Anunció a su familia la noticia en Navidad y, contrario a lo que él temía, recibió todo el apoyo de sus seres queridos. “Si eso es lo que Dios y ud quieren, lo vamos a apoyar”, le dijeron. A inicios del siguiente año hizo sus maletas y partió a la casa de formación sacerdotal en Paso Ancho, San José.

Ingresó en 1992, ese año entraron seis seminaristas por parte de la Diócesis de Tilarán y él fue el único que se ordenó. La Ordenación fue el 5 de diciembre de 1998. Al mes fue nombrado para servir en Nicoya, luego estuvo en su pueblo Santa Cruz como vicario y como párroco.

“Recién consagrado, una persona estaba en cuidados intensivos, le habían dado 8 días de vida, llegué para la Unción de los Enfermos, la pusimos en las manos de Dios. Milagrosamente la señora se curó, salió del hospital y vivió 5 años más”, contó. 

Y agregó: “Es impresionante cómo Dios lo usa a uno como instrumento, es Él quien va haciendo Su obra. La señora era una feligrés que servía en la parroquia, siempre muy contenta, me decía: “Yo le agradezco”, pero yo le respondía que no, que le agradeciera a Dios, que si permitió que ella se sanara fue para crecimiento de su fe y la de su familia”.

También ha estado en Nosara, La Cruz, Tilarán, Liberia, Bagaces, Las Juntas y actualmente en Sardinal. Ha servido al frente de la Pastoral Social y ha ocupado otros cargos a nivel diocesano. Además de su formación en Teología y Filosofía, posee una licenciatura en Docencia. 

“Siempre Dios me ha dado la oportunidad de estar cerca de la gente, llevo el folclor y las tradiciones en la sangre”, dice. “Yo escucho una parrandera o una marimba y se me eriza la piel, y siento las ganas de pegar un buen grito”, añade. 

Justamente, al padre comúnmente se le ve con sotana pero también con jeans y camiseta cuando tiene que arremangarse a cocinar tamales o si hay que matar un chancho.

El Padre Luis Gerardo afirma que en medio de su ministerio también ha experimentado momentos difíciles, como hacerle frente a la soledad o a determinadas situaciones económicas, pero que la oración y el apoyo de las personas es lo que lo ha ayudado a salir adelante. 

El Padre Luis Gerardo es ese al que, en una fiesta patronal o en alguna actividad, de repente la gente le pide un grito o un compañero sacerdote se le acerca y le dice bajito: “Negro, rajate con un gritillo”. Y él los complace con un buen grito guanacasteco.

 

 

Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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