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Pbro. Jean Paul Betancourt: “Mi fiesta se volvió un servicio”

By Febrero 02, 2023
Actualmente, el Padre Jean Paul es el encargado del Movimiento Juvenil Salesiano de Centroamérica, así como el encargado del Movimiento Juvenil en el Centro Santo Domingo Savio, en Cartago, y el Centro Don Bosco en Pérez Zeledón. Actualmente, el Padre Jean Paul es el encargado del Movimiento Juvenil Salesiano de Centroamérica, así como el encargado del Movimiento Juvenil en el Centro Santo Domingo Savio, en Cartago, y el Centro Don Bosco en Pérez Zeledón. Foto: Danny Solano, Archivo Eco Católico

Desde pequeño tuvo inquietud por el arte, es pintor y guitarrista, pero también es un apasionado del carisma salesiano y del trabajo pastoral con jóvenes. Esta es la historia de cómo el hijo de dos padres no católicos se convirtió en sacerdote.

El Padre Jean Paul Bethancourt Abrahams nació en San José el 8 de octubre de 1986 y creció en Desamparados. Es el mayor de tres hermanos. A pesar de que sus papás pertenecen a denominaciones cristianas separadas de la Iglesia Católica, lo llevaron a bautizar. Como dato curioso, sus padrinos de bautismo fueron dos misioneros luteranos.

Es por esto que él, como sacerdote, ama tanto celebrar bautizos, porque fue a través del Sacramento del Bautismo que él tuvo su primer encuentro con la Iglesia.

Una tía suya fue su catequista y con ella descubrió el amor a la Santa Eucaristía. Sus papás lo enviaron a estudiar a una escuela católica, donde a su vez aprendió a venerar a Nuestra Señora.

Recuerda que los domingos acompañaba a su papá al culto y hasta asistía a la escuela dominical, pero luego se iba a la Santa Misa.

Un artista

Contó que su mamá lo motivó a aprender a tocar la guitarra, para apoyar los Rezos del Niño que realizaban en su barrio. Este instrumento se convertiría una extensión de él. A los 10 años de edad ya componía canciones.

Debido a sus habilidades para la música y el arte en general, sus padres decidieron enviarlo al Conservatorio Castella. Fue precisamente en sus viajes en bus de Desamparados a Barreal de Heredia donde conoció a su mejor amigo, quien lo invitó a participar de la Pastoral Juvenil de la Parroquia Nuestra Señora de los Desamparados.

Fue una experiencia que lo marcó. Allí, conoció a chicos como él, con situaciones familiares complejas y problemas, pero deseosos de encontrarse con Cristo. “Crecimos juntos, mis amigos de Iglesia son mis hermanos aun. La experiencia en ese tiempo fue un regalo de Dios”, dijo.

En el Castella optó por la pintura, y cuando se graduó de bachiller entró a Bellas Artes en la Universidad de Costa Rica. Trabajó en una galería de arte de un tío e incluso llegó a vender sus propios cuadros. También tuvo sus novias, reconoce que hubo muy buenas experiencias y otras para nada gratas.

No obstante, afirma que para él la Iglesia siempre estuvo por encima. De tal forma que a veces cancelaba una cita, faltaba al trabajo o se aguantaba las ganas de ir a una fiesta con tal de asistir a un retiro o a una celebración eucarística.

Justamente, un día, su tío, harto de sus excusas y ausencias en la galería, lo despidió, cuenta el Padre Jean Paul con humor, reconociendo que fue algo descarado.
No obstante, en su búsqueda de trabajo encontró un empleo como profesor de Arte en el Colegio Don Bosco. Esto en gran parte gracias al apoyo del Padre Víctor Hugo Fernandez, quien fue su párroco, “me ayudó a hacer el currículum y hasta el nudo de la corbata”, contó.

Oportunidades para sanar

En medio de todo esto, cabe mencionar un hecho que fue muy difícil en su vida: el divorcio de sus padres en 2005. “Yo pintaba, iba a las cosas de la Iglesia, vivía despreocupado. A partir de entonces mi vida cambió”, declaró.

“Dios quiero hablar contigo / miro indiferencia al caminar / todo está dividido / no entiendo por qué nadie se habla ya / Hay un gran vacío, mucha falta de cariño / la soberbia no nos deja amar / por eso hoy / en adoración / te entrego a mi familia, Señor”, dice una de sus canciones más conocidas, que escribió en aquel entonces, a los 19 años de edad.

Recuerda que fue invitado a un retiro de emproístas (Encuentros de Promoción Juvenil). “Dios me mandó ahí”, dice con convicción. Tiene grabada en su memoria la fecha (26 de octubre de 2005).

“Ese día hubo una llamada de teléfono para informar que mi papá había hecho una nueva vida en Panamá y que se quedaría allá (...) Me enteré de la separación de mis papás en el retiro, durante la bienvenida; no obstante, estar ahí, me fortaleció, era lo que necesitaba”, relató.

“La Iglesia me dio oportunidades para sanar”, agrega. El joven Jean Paul pasó a ser el principal proveedor del hogar. Como profesor en el Colegio Don Bosco, en Zapote, podía mezclar dos de sus pasiones: “enseñar arte y hablar de Dios”. Asimismo, comenzó a enamorarse del carisma salesiano, dedicado especialmente a los jóvenes.

En el trayecto en autobús reflexionaba su labor en la Pastoral Juvenil de Desamparados: ¡Cómo costaba que un Padre nos acompañara a un retiro!”. De pronto, por primera vez en su vida se cuestionó: “¿Y por qué yo no? Yo podría ser ese sacerdote” y se visualizó jugando con los chicos, escuchando sus problemas, dándoles apoyo, compartiendo con ellos…

Decidió hablar con su mejor amiga, ella respondió con toda sinceridad: “Imposible, eso no es para vos, sos demasiado fiestero”. Efectivamente, el Padre Jean Paul era y (aun es) muy fiestero, “la fiesta es una de las mejores cosas”, asegura. Ahora continúa la fiesta -admite- solo que Dios es el invitado principal.

Un día llegó tarde al trabajo. Lo llamaron de inmediato a la oficina. El profe Jean Paul temía que lo despidieran (de nuevo), no obstante, en realidad querían ofrecerle el puesto de encargado de Pastoral Juvenil, para trabajar junto al Padre Julio Navarro.

Este sacerdote se convertiría en un gran amigo que lo acompañaría en los momentos más difíciles de su proceso vocacional. Precisamente, el Padre Jean recuerda que un día se sentía muy mal y fue con él y otros a un concierto de León Gieco, en medio recital lanzó la inquietud -“Mae, Julio, no le diga a nadie… pero… ¿qué se necesita para ser sacerdote salesiano” - “Tranquilo negro, vamos a ir con calma”, le respondió.

En ese proceso de discernimiento asistió a una formación de salesianidad en Centroamérica. “Nunca había visto tantos sacerdotes juntos hablando de jóvenes”, cuenta. Mientras se confesaba le dijo al confesor: “Siento que tengo que estar aquí, pero tengo novia”. Las palabras del sacerdote lo reconfortaron y al salir de ahí estaba firme, fue y terminó la relación con su pareja.

No obstante, lo más difícil era dejar a su familia, sentía que él los abandonaba a su suerte, que les daba la espalda aun cuando lo necesitaban. “Mi mamá nunca me dijo que no, pero tampoco que sí… Por otro lado, cuando nací temían por mi vida y ella me entregó en un altar al Señor, en una capilla, le había dicho: “Señor, es tuyo”.

Su padre tampoco se opuso, solo le preguntó: ¿Te vas para Guatemala porque huyes de los problemas o porque de verdad quieres ir? -No sé-, le dijo, “Te doy mi bendición”, le respondió su padre.

“Si Dios te trajo aquí es por algo”

“Me fui con una maleta de ropa y dos de miedo. Me van a echar, pensaba”. Así reflexionaba el joven Jean Paul, porque él donde iba, iba la fiesta y, además, con heridas que sanar a nivel familiar.

Cuenta que recibió mucha aceptación y misericordia, lo aceptaron como él era, con sus heridas, debilidades y situaciones personales. “Tranquilo, si Dios te trajo aquí es por algo”, escuchó. Fueron 12 años de formación.

Tiene gratos recuerdos de su apostolado con niños de un hogar en Guatemala, “era el encargado de bailar el vals con los niñas que cumplían 15 años”, dice con orgullo y felicidad.
Luego fue enviado a CEDES Don Bosco, “2015 fue el año más feliz de mi vida”, agrega. Fue un año exitoso. Había conectado con los muchachos, había grabado un disco con canciones compuestas por él, los estudiantes le dedicaron la graduación…

Pero todo ese éxito “fue la tentación más grande que tuve”. “La tentación vino de la soberbia, me decía: “No tengo que ser cura para hacer esto, los chicos aman a Jean Paul… Se me olvidaba que todo eso había ocurrido porque Dios me mandó ahí y no se trata de lo que yo quiera sino de lo que Dios quiere… Por eso uno tiene que dejarse acompañar”, comentó.

A su regreso a Guatemala se llevó otro golpe: de los 16 que iniciaron la formación solo regresó él. Se ordenó sacerdote después de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, celebrada en 2019 (este miércoles 11 cumple 3 años). “Mi fiesta se volvió un servicio”, manifestó.

Actualmente, es el encargado del Movimiento Juvenil Salesiano de Centroamérica, así como el encargado del Movimiento Juvenil en el Centro Santo Domingo Savio, en Cartago, y el Centro Don Bosco en Pérez Zeledón. Allí acompaña, escucha y atiende a jóvenes que llegan con todo tipo de situaciones a sus espaldas.

Asegura que uno de los aspectos que más trabaja es el tema de la autoestima, intenta que todos se sientan acogidos como en una familia y que encuentren a Dios desde lo que son. “Hay papás que han gastado millones en psicólogos y psiquiatras, pero los problemas de muchos de ellos no son psicológicos, son espirituales”, comentó.

“No se trata de resolver sino de escuchar, vamos a hacerlo juntos”, añade. El Padre Jean Paul los motiva y los hace ser responsables. Afirma que confía en sus colaboradores, jóvenes que se han convertido en líderes a pesar de los obstáculos que pudieran tener.

Advierte que “no tiene sentido hablar del Padre Jean Paul, sino de la Congregación (Salesianos de Don Bosco) en la que está él” .

Agradece a todas las personas que lo han acompañado en su camino y el amor incondicional de sus padres a pesar de todas las circunstancias. Comparte que, aún con el poco tiempo que dispone, desea grabar otro disco y pintar 12 cuadros en acrílico.



El Padre Jean Paul fue ordenado sacerdote hace 3 años, por Monseñor Javier Román, Obispo de Limón.

Last modified on Jueves, 02 Febrero 2023 14:55
Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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