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La Niña Marisa, cada vez más cerca de los altares

By Octubre 14, 2022
Sierva de Dios María Isabel Acuña, la Niña Marisa. Sierva de Dios María Isabel Acuña, la Niña Marisa.

Desde hace cuatro años, muchas personas se han acercado a dar su testimonio relacionado con la Niña Marisa. Familiares, personas que la conocieron en vida o que pudieron brindar referencias importantes en apoyo a su Causa de Canonización han ido a declarar al Tribunal Eclesiástico encargado del proceso, mismo que inició en marzo de 2018.

María Isabel Acuña, conocida como la Niña Marisa, es una niña costarricense que a su corta edad  se “convirtió en una testigo maravillosa de las virtudes cristianas”, según informa la Curia Metropolitana. 

Nació en Heredia el 5 de marzo de 1945 y desde muy pequeña se caracterizaba por su servicio a los demás, especialmente a los más necesitados. Cuando apenas tenía 12 años de edad fue diagnosticada con un tumor cerebral, frente a lo cual ofreció su dolor al Señor y pidió por la conversión de su padre, quien se había alejado de la fe católica.

La joven falleció a los 13 años de edad, el 15 de agosto de 1954. Poco antes su padre comulgó con ella y regresó a la Iglesia. Desde entonces la fama de santidad de María Isabel se extendió por el pueblo y todo el país, durante generaciones muchas personas han afirmado recibir favores de Dios por medio de su intercesión. 

La entonces Congregación para la Causa de los Santos (ahora Dicasterio) avaló el inicio de su Causa de Canonización, por lo que se le concedió ser llamada “Sierva de Dios”. La primera etapa de este proceso, llamada “fase diocesana” está a punto de finalizar, tras haberse recabado múltiples testimonios de quienes la conocieron o escucharon hablar de ella a quienes la conocieron. Concluida esta recolección de testimonios se hará un análisis de toda la información obtenida, con el objetivo de enviar un informe a la Santa Sede para su estudio.

Será entonces el mencionado Dicasterio el que se encargará de determinar la vivencia de las Virtudes Heroicas de la Niña Marisa, con lo cual se abriría el camino para su posible beatificación y eventual canonización, con esto se iniciará la conocida como “fase romana” de la causa.

De igual manera, antes de que concluya la “fase diocesana”, tal como lo establece la normativa canónica, el Arzobispo de San José, Mons. José Rafael Quirós, deberá visitar el lugar donde descansan los restos de la Sierva de Dios, los cuales serán exhumados y, si la Santa Sede, otorga el permiso, estos podrían ser trasladados a otro lugar sagrado, tal como una iglesia parroquial o una capilla. 

Actualmente, los restos de la Niña Marisa descansan en el Cementerio Municipal de Heredia y aun no se ha designado oficialmente ningún lugar para su posible traslado, pues debe recibirse primero para ello la respectiva autorización de la Santa Sede.

Por el momento, los fieles católicos pueden manifestar una devoción privada por Marisa, es decir, sin culto público (sin misas “por su intercesión” o altares), pues todo lo que conlleva el proceso exige que estas expresiones de fe sean hechas de modo discreto hasta que llegue su beatificación.

Una vez que se pase a la fase “romana”, la Santa Sede podría declararla venerable si determina que se cumple con lo establecido en la legislación eclesiástica.

Si es el caso, la beatificación sucederá una vez que se pueda tener noticia comprobable a través de medios documentales o médicos de un milagro realizado por su intercesión, este milagro deberá contar, en el caso de curaciones, con las siguientes características: 1. Darse de modo inexplicable habiendo ofrecido a Dios las súplicas por la intercesión de la Sierva de Dios. 2. Que esta curación sea permanente,  es decir, que se mantenga en el tiempo. 3. Que se pueda contar con los elementos comprobables del mal o la enfermedad curada por el Señor milagrosamente por la intercesión de la Sierva de Dios.

 

 

Oración para pedir su beatificación

Dios lleno de ternura y bondad, que escogiste a la Niña Marisa para que fuera un testimonio elocuente de la vida cristiana en la inocencia de su infancia. Te pedimos humildemente que, así como adornaste con tu gracia la vida de esta niña con virtudes excepcionales, así nos embellezcas, a nosotros con gracias que nos permitan mostrar el rostro de Cristo a los hermanos.

Permítenos ser, a ejemplo de ella, sencillos, humildes, serviciales, amorosos y sobre todo, obedientes a tu santísima voluntad, que puede pedirnos hasta la ofrenda de nuestra vida, por la enfermedad, como se lo pediste a tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo en el altar de la cruz, para luego glorificarlo por la Resurrección de entre los muertos. Te lo pedimos, Padre, por la mediación única de Jesucristo, tu Hijo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.

(Pídase la gracia por intercesión de la Niña Marisa)

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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