Les recordó que luego de servir a Jesús en la Misa, Él los envía a servirle en las personas que encuentran durante el día “sobre todo si son pobres y desfavorecidos, porque Él está unido a ellas de manera especial”.
“Muchos jóvenes de su edad necesitan que alguien les diga que Jesús los conoce, que los ama, que los perdona, que comparte sus problemas, que los mira con ternura sin juzgarlos. Con su valor, Su entusiasmo y espontaneidad, pueden llegar a ellos. Los invito a estar cerca unos de otros. Insisto en esto: cercanía entre ustedes, cercanía con los miembros de sus familias, cercanía con otros jóvenes. Eviten caer en la tentación del repliegue, del egoísmo, de encerrarse en su propio mundo, en pequeños grupos, en redes sociales virtuales. Es mejor que prefieran las amistades reales y no las virtuales, que son ilusorias y los aprisionan y separan de la realidad”.
Por otra parte, el Papa les pidió que nunca desprecien los consejos de los mayores; pues son un recurso necesario para la madurez humana. “Para los que tienen la suerte de seguir teniendo un abuelo o una abuela, es valioso beneficiarse de su presencia, sus consejos, sus experiencias”, aconsejó.
A menudo, dijo, “son los que te acompañan a la misa y te hablan de Dios. Las personas mayores son un recurso necesario para su madurez humana. Hoy en día, el riesgo es dejar de saber de dónde se viene, perder las raíces, perder la orientación. Dime, ¿cómo piensas construir tu futuro, planificar tu vida, si no tienes raíces fuertes que te ayuden a mantenerte erguido y pegado a la tierra?”, les preguntó.
“Busca tus raíces, aprende a conocer y amar tu cultura, tu historia, a dialogar de verdad con los que son diferentes a ti, fuerte en lo que eres y respetuoso con lo que son los demás” les dijo, motivándolos a no renunciar a los sueños y a no temer responder a la llamada del Señor si el servicio en el altar la suscita.