Memoria: 13 de enero. Fue un obispo, escritor, Padre y Doctor de la Iglesia nacido a principios de siglo IV, hacia 315, en Poitiers y fallecido en esta misma ciudad en 367.
Origen y conversión
Año 452 d.C. La Península itálica tiembla frente a los Hunos, capitaneadas por Atila. Gran parte del norte de Italia ya ha caído en manos del invasor. Las ciudades de Aquilea, Padua y Milán han sido conquistadas, saqueadas y rasadas al suelo. Ahora Atila prosigue su avance, está cerca de Mantua, sobre el río Mincio. Allí la Historia se detiene y se forma: León Magno, elegido Papa doce años antes, encabeza una delegación de Roma, se encuentra con Atila y lo disuade de proseguir la guerra de invasión. La leyenda – retomada después por Rafael en los frescos de las “Estancias” – narra que el rey de los Hunos se retira tras haber visto aparecer, detrás de León, a los Apóstoles Pedro y Pablo, armados con espadas. Tres años después, en el 455, una vez más el “Papa Magno”, si bien desarmado, detiene a las puertas de Roma a los Vándalos de África, guiados por el rey Genserico. Gracias a su intervención, la ciudad sí es saqueada, pero no incendiada. Permanecen de pie las Basílicas de San Pedro, San Pablo y San Juan, en las que encuentra refugio gran parte de la población, que así ha salvado su vida.
Pero la vida de León no se explicita sólo en el empeño por la paz, llevando adelante con coraje y sin detenerse. El Pontífice también se dedica mucho a la tutela de la doctrina: es él, en efecto, el que inspira el Concilio ecuménico de Calcedonia (hoy Kadiköy, en Turquía), que reconoce y afirma la unión en Cristo de las dos naturalezas – humana y divina – rechazando la herejía de Eutiquio, que niega la esencia humana del Hijo de Dios. La intervención de León en el Concilio se produce a través de un texto doctrinal fundamental: el “Tomo a Flaviano”, Obispo de Constantinopla. El documento es leído públicamente a los 350 Padres conciliares que lo acogen por aclamación afirmando: “Pedro ha hablado por boca de León, León ha enseñado según la piedad y la verdad”.
Defensor y promotor del Primado de Roma, el “Pontífice Magno” deja a la historia casi 100 sermones y casi 150 cartas, demostrándose así tanto teólogo cuanto pastor, atento a la comunión entre las diversas Iglesias, sin olvidarse de las necesidades de los fieles. En efecto para ellos anima las obras de caridad en una Roma doblegada por las carestías, la pobreza, las injusticias y las supersticiones paganas. Lleva adelante todas las acciones indispensables – tal como se lee en sus escritos – para “tener justicia con constancia” y “ofrecer amorosamente la clemencia”, puesto que “sin Cristo no podemos nada, pero con Él, podemos todo”.
Nacido en la Tuscia y convertido en diácono de la Iglesia de Roma alrededor del año 430, en el 440 León es enviado por la emperatriz Galla Placidia a pacificar Galia, contendida entre el general Flavio Aecio y el prefecto del pretorio Albino. Pocos meses después, muere el Papa Sixto III. Le sucede León, su consejero. La consagración como Pontífice – el 45° de la historia de la Iglesia – se produce el 29 de septiembre del 440.
Su Pontificado, que duró 21 años, reúne diversos récords: primer Obispo de Roma que lleva el nombre de León; primer Sucesor de Pedro en ser llamado “Magno”; primer Papa de quien nos ha llegado la predicación, también es uno de los dos únicos Pontífices (el otro es Gregorio Magno) que ha recibido, en 1754, por voluntad de Benedicto XIV, el título de “Doctor de la Iglesia”. Su muerte se produjo el 10 de noviembre del 461 y, según algunos historiadores, León Magno también fue el primer Papa en ser sepultado dentro de la Basílica Vaticana. Aún hoy, sus reliquias se conservan en San Pedro, concretamente en la Capilla de la “Virgen de la Columna”.
Fuente: Vatican News.
Son pocos los hombres que tienen el corazón tan grande como para responder a la llamada de Jesucristo e ir a evangelizar hasta los confines de la tierra. San Francisco Javier es uno de esos.
Origen
Francisco nació en 1506, en el castillo de Javier en Navarra, cerca de Pamplona, España. A los dieciocho años fue a estudiar a la Universidad de París, en el colegio de Santa Bárbara, donde en 1528, obtuvo el grado de licenciado.
Llamado
Dios estaba preparando grandes cosas, por lo que dispuso que Francisco Javier tuviese como compañero de la pensión a Pedro Favre, que sería como él jesuita y luego beato, también providencialmente conoció a Ignacio de Loyola, ya bastante mayor que sus compañeros.
Influencia
Francisco fue guiado por Ignacio y quedó profundamente transformado por la gracia de Dios.
Llegó a ser uno de sus siete primeros seguidores en la Compañía de Jesús, consagrándose al servicio de Dios en Montmatre, en 1534.
Misionero
Francisco Javier partió hacia las misiones el 7 de abril de 1541, cuando tenía 35 años, el rey le entregó un breve por el que el Papa le nombraba nuncio apostólico en el oriente.
Japón
En abril de 1549, partió de la India, y el día de la fiesta de la Asunción desembarcaron en Kagoshima, Japón. Francisco Javier se dedicó a aprender el japonés y logró traducir una exposición muy sencilla de la doctrina cristiana que repetía a cuantos se mostraban dispuestos a escucharle. Al cabo de un año de trabajo, había logrado unas cien conversiones.
Muerte
Francisco murió a las puertas de China el sábado 3 de diciembre de 1552, en la isla desierta de Sancián (Shang-Chawan) que dista unos veinte kilómetros de la costa. Tenía entonces 46 años y había pasado once en el oriente. Fue sepultado el domingo por la tarde.
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Memoria: 26 de diciembre. A San Esteban se le llama “protomartir” porque fue el primer mártir de toda la historia católica.
Diácono
En los Hechos de los Apóstoles el nombre de Esteban se encuentra por primera vez con ocasión del nombramiento de los primeros diáconos (Hechos, 6, 5). Habiéndose suscitado insatisfacción en lo relativo a la distribución de las limosnas del fondo de la comunidad, los Apóstoles eligieron y ordenaron especialmente a siete hombres para que se ocuparan del socorro de los miembros más pobres. De estos siete, Esteban es el primer mencionado y el mejor conocido.
Acusado por su fe
San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles; habló y defendió muy bien a Jesús, que entre los judíos generó desconcierto. Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés.
Valiente cristiano
Sin embargo, el santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Hechos 7) y a través del cual exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo además crucificado. Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon.
Perdonó a sus verdugos
Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Y de rodillas dijo con fuerte voz: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. Y diciendo esto, murió. Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.
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La imagen de su cuerpo conservado, enfundado en un traje deportivo y con tennis le dio la vuelta al mundo. Se trata de Carlo Acutis, el joven enamorado de la Eucaristía que falleció en 2006 cuando tenía a penas 15 años a causa de una leucemia fulminante y que este sábado 10 de octubre es beatificado en Asís por decisión del Papa Francisco.