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¿De dónde tomó mujer Caín?

By Mons. Vittorino Girardi S. / Obispo de Tilarán-Liberia Mayo 07, 2021

“Me dio gusto ver que sigue contestando a nuestras preguntas, también en la edición digital de nuestro Eco Católico. Hace tiempo que yo quería escribirle para preguntarle lo siguiente: ¿De dónde tomó mujer Caín, si se supone que para esa época solamente existía Adán y Eva y el mismo Caín, ya que Abel su hermano, había sido matado? ¿Cabe aquí una respuesta, Monseñor? En cualquier caso, muchísimas gracias por su atención”.

Carlos Hernández S. – Cartago

 

-Estimado Don Carlos, hacía… años que se me había dirigido la misma inquietud, y con mucho gusto voy a comentarle algo, con la esperanza de que le pueda ser útil.

Ante todo, tengamos presente un principio fundamental para leer los once primeros capítulos de la Sagrada Escritura, y es este: el Autor Sagrado no pretendía en absoluto ofrecernos una información histórica en el sentido que hoy le damos a esta palabra, ni darnos unas páginas de “ciencias”. Por el contrario, nos encontramos con unas páginas de profundas enseñanzas teológicas, aunque revistiéndolas, cada una de ellas, de unos sencillos relatos. Y cuando hablamos de “enseñanza teológica”, queremos decir que en esos primeros capítulos, nos acercamos para ver la realidad toda, el mundo creado y en él al ser humano, como Dios los ve y los ha querido.

He aquí una enseñanza fundamental. Todo lo que existe, es obra y obra admirable de Dios creador. Sólo el pecado y sus terribles consecuencias tienen origen en el hombre, a quien Dios sin embargo, creó “a sus imagen y semejanza” (Gen 1-26).

En cuanto a Gen 4,17-24, en que se nos habla del matrimonio de Caín y de sus descendientes, el Autor Sagrado -para así decirlo- “ha dado un salto” en relación al desarrollo de la humanidad, y nos habla de la construcción de ciudades, no tanto para darnos una lección de prehistoria, sino para transmitirnos la convicción de que en las ciudades, a diferencia de la vida nómada o semi-nómada, como era la de los antepasados del pueblo de Israel (los Patriarcas), se fomentan más fácilmente los vicios y el alejamiento de Dios… De ese modo, el Autor nos ofrece otra enseñanza, a saber, que del pecado derivan más pecados… Como del pecado de Adán y Eva, se llega al pecado gravísimo de Caín, así de su pecado se llega a más pecados, como los que se constatan tan fácilmente en las ciudades, más que en el ambiente rural.

Con otras palabras: para mostrar como el mal se fue extendiendo por el mundo, el Autor, lo personifica en Caín y en su descendencia, así como hoy nosotros personificamos la maldad y a todo hombre malo y hasta oímos decir: “Fulano es un Caín, o fulano es un Nerón…”. Ahora bien, para que Caín (personificación del mal) tuviera una descendencia que cooperara con él a la difusión del mal, era necesario -obviamente- que se casara. Pero al Autor no le interesa informarnos ni cómo ni con quién lo hiciera. Si nos habla de su matrimonio, es para decirnos que el mal origina el mal, la corrupción engendra la corrupción.

Los interesados y preocupados de saber con quién se casaría, somos nosotros quienes leemos esas páginas como si fueran páginas de “historia”, entendida como “ciencia”, mientras que el Autor Sagrado quiere darnos una página de teología a través de una narración, cuyos elementos no siempre nos resultan lógicos, como cuando nos dice que Caín… construyó ciudades. A nosotros nos surgiría la pregunta: ¿y cómo pudo construirlas si estaba solo? … Sabemos que la intención del Autor prescinde de tales posibles preguntas.

Parece que haya otra intención del Autor Sagrado, en su relato acerca de Caín. Él nos dice que Dios no castigó a Caín por su horrible pecado, sino que más bien “le dio una señal para que nadie que lo encontrara le atacara” (Gen 4,15). Dios pues, le alcanzó en su situación de pecado, pero para darle la posibilidad de “empezar de nuevo”, es decir, de tener una nueva vida. Ese nuevo comienzo, queda bien expresado, constituyendo de parte de Dios y gracias a la pareja, en una nueva familia.

Con esta segunda lectura del relato de Caín, nos encontramos con la afirmación fundamental que atraviesa los primeros once capítulos del Génesis, a saber, que el hombre es tanto el representante del bien (Abel, Noé…) como el representante del mal que va contagiándose (Caín, Torre de Babel…). Se insiste sin embargo, también en la afirmación de que Dios reacciona a nuestro mal, no necesariamente castigándonos, sino sobre todo perdonándonos e invitándonos a un nuevo modo de vida… Como ya dijimos: ¡Dios siempre nos ofrece la posibilidad de empezar de nuevo!

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