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¿Qué es la Economía de la Salvación?

By Mons. Vittorino Girardi S. Abril 19, 2021

Monseñor, en varias ocasiones en nuestros encuentros de Iglesia, he escuchado la expresión, Economía salvífica y Economía de la Salvación. Del conjunto de los temas que se estaban tratando he ido comprendiendo, un poco al menos, el sentido de tal expresión. Sin embargo, Monseñor, me pregunto, ¿por qué se ha introducido y se usa esa expresión para hablar de temas bíblicos y religiosos? Y es que cuando hablamos de Economía espontánea e inmediatamente pensamos en asuntos… “económicos”, precisamente, es decir, de administración de dinero, de ahorros, de inversiones, ganancias, comercio…. Espero su respuesta, Monseñor, clara y sencilla para todos nosotros que no tenemos estudios de teología”.

 Paula Valverde G. – Grecia

 

Estimada Paula, una vez más la respuesta nos viene indicada por el sentido originario de la palabra Economía. Ella se compone de dos términos griegos, “oikía”, que significa casa, y “nomos”, que corresponde a ley o norma. Economía, pues, significa el conjunto de normas y reglas para una buena y eficaz conducción de todo lo que interesa a la propia casa, y entonces, también de la vida de la familia que en ella vive.

De ahí se pasó a hablar del Ecónomo, como del Administrador o Encargado para que todo “funcione” en una casa o en una comunidad. Obviamente se trata de una labor que implica reflexión, programación y consecuente ejecución. Es por eso que las funciones del Ecónomo se acercaron a las del Mayordomo, es decir, al que tiene principal autoridad en la conducción de una “casa” (que en latín se dice “domus”) o de una mansión.

Como podemos apreciar, de este modo, el término Economía se fue alejando de indicar sólo el aspecto administrativo del dinero y de los bienes, para indicar el modo general de pensar, programar y ejecutar un determinado proyecto.

Si ahora aplicamos este término a la Historia de la Salvación, fácilmente comprendemos que cuando hablamos de Economía salvífica o de la Salvación, nos referimos al cómo Dios ha proyectado, programado y ejecutado el Plan de Salvación que en su infinita misericordia ha querido para todos nosotros.

Se trata de lo que San Pablo llama Misterio y que nadie conocía hasta cuando, en distintas etapas, Dios lo fue revelando, culminando su plena manifestación y ejecución en Cristo.

En la carta a la Efesios, el Apóstol de los gentiles (San Pablo), escribe: “Este Misterio no fue dado a conocer a los hombres en las pasadas generaciones, tal como ha sido revelado ahora por el Espíritu, a sus santos Apóstoles: esto es, que los gentiles (los paganos), incorporados a Cristo Jesús y por medio del Evangelio, son coherederos con los judíos, miembros del mismo Cuerpo (la Iglesia) y copartícipes de las promesas divinas” (3, 5-6).

Un poco más adelante, en la misma Carta, leemos: “A mí, el más pequeño de todos los fieles, ha concedido Dios la gracia de anunciar a los gentiles las insondables riquezas de Cristo, y de iluminar a todos y de esclarecer cómo se ha ido manifestando y realizando el Misterio escondido desde siglos en Dios […] para que ahora la multiforme sabiduría de Dios sea plenamente manifestada […] conforme al previo designio eterno que (Dios) realizó en Cristo Jesús” (3, 8-10).

Es por todo esto, que San Pablo, en otra carta suya, la carta a los Gálatas, afirma que los tiempos han llegado a su plenitud, porque el proyecto salvífico de Dios ha llegado precisamente a su plenitud, en Cristo y por Él (cfr Gál 4, 4).

Nuestro Dios es un Dios que salva y que tanto nos ama que nos ha enviado y entregado a su Hijo para que lleve a cumplimiento su proyecto de Salvación (cfr Jn 3, 16). Es un proyecto que supera toda expectativa humana… Una vez más, nos lo comenta sorprendido y asombrado, San Pablo en su carta a los Romanos. “Cristo murió por los impíos. Apenas habría -añade- quien muera por un justo; por un hombre de bien, tal vez se atrevería uno a morir… pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (5, 6-8). Jesús es el Buen Pastor, que da la vida “por sus ovejas”, comunicándoles así, la suya propia, que es eterna.

Estimada Paula, espero que estas breves consideraciones le sean útiles, a Usted y a los lectores del Eco, para comprender el sentido de la expresión Economía de la Salvación, como su esencial contenido.

 

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