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¿El Espíritu Santo bajó como una paloma?

By Mons. Vittorino Girardi S. Marzo 22, 2021

“Monseñor: hace algún tiempo que nos ha dejado, pero aún recuerdo sus encuentros con los que usted confirmaba. En aquellos años yo era catequista para los que se preparaban a recibir el Sacramento de la Confirmación. Recuerdo su gesto de sorpresa cuando algún joven, a la pregunta de usted:” ¿quién es el Espíritu Santo?”, sin mucho pensar contestaba: La paloma que descendió en el Bautismo de Jesús. Su pregunta, la respuesta “apresurada” del joven y su afirmación de que el Espíritu Santo es la tercera Persona de la SS. Trinidad, hacían que me preguntará: ¿y entonces cómo interpretar el relato del Bautismo de Jesús en que se nos informa que el Espíritu Santo bajó como paloma sobre El? Muchas gracias Monseñor, por su respuesta y que Dios le siga bendiciendo y le dé mucha salud”.

Magdalena Obregón L. - Liberia

 

Estimada Magdalena, como tuvimos oportunidad de repetirlo en las respuestas que doy, para interpretar correctamente los textos bíblicos, hay que tener bien presente que el modo de pensar, de escribir, de narrar de los Escritores de la Biblia, es diferente del nuestro. Y uno de los casos, es el de S. Mateo, al describir el Bautismo de Jesús.

En su relato, para poner bien de relieve la importancia de ese hecho, con que Jesús daba comienzo a su vida pública y a su ministerio de Maestro y Mesías, Mateo describe una Teofanía, es decir una manifestación de Dios, y de Dios- Trinidad. En efecto, la Voz que llega del Cielo abierto, es la Voz del Padre que declara que Jesús es “su Hijo bien amado”; la Paloma que aleteaba sobre Jesús, representa al Espíritu Santo, y en el centro de la escena, se encuentra Jesús, el Verbo hecho carne, y segunda Persona de la SS. Trinidad.

Lo que S. Mateo quiere decirnos, es que hubo una manifestación divina (Teofanía) que se percibió de manera sensible. Y para esto, el Evangelista Mateo de tradición hebrea, se inspira en otras Teofanías descritas en el Antiguo Testamento, como cuando en Génesis 18 se narra la aparición de Dios en forma humana, a Abraham, o en Génesis 32,25-31 en que se nos narra que Jacob luchó con Dios durante una noche… mientras que en otros textos se nos dice que Dios se manifestó mediante fenómenos de la naturaleza: truenos rayos, relámpagos, fuego, humareda, nube, como podemos apreciar en el libro del Éxodo 19,16 y 20,18…Qué acontecería realmente, es difícil establecerlo, ni es propiamente lo que al Autor Sagrado le interesa decirnos. Lo que él quiere, es asegurarnos que hubo una extraordinaria y muy determinante manifestación de Dios, como, por ejemplo, allá en el monte Sinaí cuando Dios realizó con su Pueblo la alianza y el Pueblo se comprometió en la observancia del Decálogo.

Fijémonos ahora en la figura de la Paloma. En el  Antiguo Testamento, la paloma  tiene un fuerte simbolismo. Hay que recordar que el Espíritu de Dios (ruhah) o fuerza de Dios, era representado como un viento o soplo, y la poesía popular representaba el viento o soplo de Dios, como algo dotado de alas, (todavía hoy en día decimos, las alas del viento). De ahí que la paloma pasó no sólo a significar el elemento físico del viento, sino a identificarse con él y así llegó a simbolizar al Espíritu de Dios.

No olvidemos, sin embargo, que la Paloma además del Espíritu Santo, simboliza el amor (cfr Cantar de los cantares 2,14), la falta de malicia o ingenuidad (cfr Oseas 7,11) incluso al mismo Pueblo de Dios, quizás por su debilidad y la necesidad de ser defendido por Dios mismo (cfr Salmo 74,19: “No entregues a las bestias el alma de tu paloma”).

Volviendo al Bautismo de Jesús, la Paloma indica una clara referencia al Espíritu Santo, como fuerza santificadora que Cristo posee en plenitud y que le guiará, primero en la dura experiencia del desierto (cfr Mt. 4,1) y luego a lo largo de toda su vida pública.

En los primeros tiempos, a saber, en los tiempos de la creación, el Espíritu de Dios “aleteaba sobre las aguas” (Gen 1,2); del mismo modo en el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo, fuerza creadora, está en el comienzo de la segunda, nueva y definitiva creación que el Padre quiso, para darnos nueva vida. Como la primera creación se realizó por la Palabra (“todo fue creado por ella y en ella estaba la vida”, Jn 1,3), la nueva creación va a ser llevada a cabo por el “Hijo Amado en quien el Padre se complace y a quien debemos escuchar” (Mt. 3,17).

La razón profunda de todo este maravilloso plan de salvación, entendido como nueva creación, es el amor de Dios, su verdadero poder y fuerza, que es su Espíritu Santo. Como podemos apreciar, estimada Magdalena, muchas son las verdades (y hay más de las que acabo de indicar), que S. Mateo nos quiso decir con aquella afirmación: “Jesús, al salir del agua, vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre El” (Mt.3,16)

 

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