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¿La mística María Valtora es admitida por la Iglesia?

By Mons. Vittorino Girardi S. Octubre 25, 2020

“El otro día, desde una página católica, me llegó un anuncio de que, por medio de WhatsApp, podía tener acceso al “evangelio revelado” a María Valtorta, mística italiana. Necesito saber, por favor, si ella es admitida por nuestra madre Iglesia. Muy agradecido, reciba mis saludos”.

Ernesto Guzmán C. - San José

 

Estimado Don Ernesto, hay que reconocer que esa expresión “evangelio revelado” a María Valtorta, tiene el tono de los “anuncios”, en cuanto que los Evangelios que son Palabra de Dios revelada, son sólo 4, los de los Evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Sin embargo, hay que reconocer que los amplios escritos de María Valtorta, son plenamente fiables, como lo comprueba el Nihil obstat, es decir, “Nada se opone” que en su momento, su obispo, Mons. Román Danilak, concedió para que sus escritos fueran publicados. El mismo declaraba que en ellos nada se oponía ni a las Sagradas Escrituras ni al Magisterio de la Iglesia.

María Valtorta, nació el 14 de marzo de 1897 en Caserta, una ciudad de importancia histórica del sur de Italia. Desde niña experimentó una fuerte atracción hacia la persona de Jesús, con el deseo de acompañarle en el dolor voluntariamente acogido y generosamente ofrecido, y todo por amor.

Ella transcurrió la mayor parte de su vida en el lecho de enferma, y así cumplió, de una manera realmente extraordinaria y admirable, su vocación de entrega amorosa incondicional.

En varios cuadernos, sin ningún esquema previo y sin correcciones posteriores, llevó a cabo una producción literaria que ha sido publicada en quince volúmenes. Yo mismo tuve la oportunidad de verlos, en una casa cural no muy lejos de Roma. Ellos llevan el título de Poema de  El Hombre Dios o El Evangelio como me ha sido revelado.

En este Poema, María Valtorta relata las visiones que tuvo de la vida de Jesús, caminando junto a sus Apóstoles, junto a su Madre, predicando y realizando prodigios…. Nos encontramos con una verdadera maravilla de revelación privada en la que -sin embargo- no estamos obligados a creer, pero que, a decir de todos los que la han leído, sin duda enriquece el alma.

María Valtorta nos narra, con sorprendentes y a la vez sencillos detalles, el nacimiento y la infancia de María y de su Hijo Jesús, los tres años de vida pública de Jesús, su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión, Pentecostés. Nos informa igualmente acerca del constituirse y del desarrollo de la Iglesia, de la presencia de María en ella, hasta el “misterio” de su Asunción.

Cuanto más uno avanza en la lectura, más va sorprendiéndose. Se nos describen paisajes, ambientes, personas y acontecimientos, como si la que nos los relata, fuera una testigo ocular. Ella expone alegrías y dramas con el sentimiento de quien es realmente participe de ellos.

Además, y esto sorprende aún más, ella explica circunstancias históricas, ritos, costumbres, características ambientales y culturales sagradas y profanas, con datos y detalles que asombran a los especialistas de las Sagradas Escrituras, como a los historiadores y geógrafos que se han dedicado al estudio de la época y del País de Jesús.

Varios de tales expertos han expresado y han dejado testimonio del asombro que les ha causado la exactitud de las interpretaciones bíblicas y de las referencias históricas y geográficas que ofrece María Valtorta, que por cierto nunca salió de Italia.

Recuerdo aquí a dos de tales expertos. El conocido Card. A. Bea, rector del Pontificio instituto Bíblico de Roma, y perito en el Concilio Vaticano II, director espiritual de Pio XII, escribió: “He leído muchos de los libros escritos por María Valtorta… En cuanto a exégesis (interpretación bíblica), no encontré ningún error en las partes que examiné”

El P. Dreyfus, de la Escuela de Biblia  y Arqueología de Jerusalén, en 1986 escribió: “Me impresionó grandemente el encontrar en la obra de María Valtorta los nombres de 6 o 7 pueblos que no están nombrados ni en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo… Estos nombres sólo son conocidos por unos pocos especialistas y por medio de escritos que no pertenecen a la Biblia (…). ¿Cómo pudo ella saber esos nombres si no es por las revelaciones que ella dijo tener?”

Adelante, pues, estimado Don Ernesto, y si tiene oportunidad aproveche de la lectura del Poema de El Hombre Dios: el alimenta el alma.

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