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¿Cómo saber si Dios llama a la vida sacerdotal o religiosa?

By Mons. Vittorino Girardi S. Mayo 15, 2024

“Monseñor: Hace pocos días celebramos el domingo del Buen Pastor y en las santas Misas hemos pedido por las vocaciones sacerdotales y por las vocaciones a la vida religiosa y a la vida misionera. Ya no soy joven, pero tampoco tan mayor… ¿Tenía yo que ser monjita? ¿Cómo puede saber un joven o una joven si Dios lo llama al Seminario o al Convento? En mi caso lo que me conviene, es sencillamente quedarme de soltera, pero a veces, me pregunto si me he equivocado no sabiendo descubrir la voluntad de Dios. Quisiera escuchar sus palabras y le agradezco su amabilidad”.

 Abigail Mora J. - Desamparados.

Estimada Abigail, usted apunta con sus comentarios a la tarea más importante de todos nosotros, a saber, descubrir la voluntad de Dios, su plan providencial acerca de cada uno y “lanzarse” generosamente a su realización. Es lo que Cristo mismo nos ha enseñado con la oración del Padre Nuestro: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.

Nuestra vida va cobrando algo de cielo, como la paz, el contento interior, la comunión con los demás… cuanto más vamos realizando la voluntad de Dios. Lo iba expresando nuestro amado Papa Benedicto XVI con su conocida exhortación: “abran, abran las puertas a Cristo; la vida se vuelve bella, noble, digna de ser vivida, cuanto más le abrimos, sin condiciones las puertas a Cristo. ¡En Él lo encontramos todo y no perdemos nada!”.

Por otra parte, estimada Abigail, como cristianos vivimos con la convicción de que Dios va suscitando vocaciones ya a la vida sacerdotal como a la vida consagrada, de varones y de mujeres. Él nos ha asegurado que las fuerzas del mal no prevalecerán en contra de su Iglesia, y eso implica necesariamente que en su Iglesia haya siempre sacerdotes y consagrados: sin ellos, no habría la Iglesia que Cristo quiso.

Las vocaciones, pues, las hay, y es Dios quien las hace surgir. De lo que se trata es de descubrirlas y de formarlas de la manera más adecuada y apropiada.¿Y cómo descubre un joven o una joven si Dios le ha dado una vocación tan preciosa?

No hay una respuesta única, ya que cada “llamado” (vocacionado), tiene su historia que condiciona y caracteriza el discernimiento necesario. Sin embargo, siempre hay algunas convergencias, y de entre ellas las siguientes:

  • Al origen de toda vocación sacerdotal o religiosa, el llamado experimenta un “impulso”, una inclinación, que se hace de cero, hacia el tipo de vida que ha sido el de Jesús, a saber, consagrarse a Él, en beneficio de los propios hermanos.
  • La generosa respuesta a ese impulso, aunque pueda preocupar cuando uno considera los propios límites, normalmente genera un profunda sensación de contento, de paz, de alegría que lleva a la comunicación.
  • Aunque haya momentos de duda e inclusive de aparente abandono y olvido de ese “impulso”, por varias causas, como por ejemplo, el enfriamiento de la propia relación con Dios, o alguna experiencia “mundana”… el deseo originario vuelve a hacerse presente, creando inquietud e inclusive “remordimiento” por la poca generosidad y, peor aún, por alguna infidelidad a la propia identidad de cristiano.
  • Otra señal de la autenticidad de una vocación es la ausencia de motivaciones egoístas, como podría ser la autoafirmación, la búsqueda de éxito, y de bienestar según los criterios del mundo (poder, tener y placer) o el deseo más o menos consciente, de complacer a familiares o a personas de quienes esperamos afecto y aprobación.

Toda auténtica vocación sobrenatural, siempre tiene el sello de la renuncia, del sacrificio, pero acompañada, como ya hemos recordado, por la experiencia del contento interior y por una serena sensación de plenitud y de paz… ¡Cuántos y cuántas, dando testimonio de la respuesta a su vocación, han asegurado que sólo así han superado la dolorosa sensación de “vacío” con que se sentían acompañados antes de que tomaran una firme decisión.

  • Un conocido teólogo y monje, que se convirtió del protestantismo y fue ordenado sacerdote Max Thurian, en uno de sus libros, nos ofrece una sorprendente sugerencia para acompañar el propio discernimiento vocacional. Él exhorta al joven “vocacionado” a que se proyecte hacia las últimas horas de su vida terrenal y que se imagine rodeado por sus familiares, amigos… y al mismo tiempo, se vea a sí mismo como sacerdote o religioso (a) que pronto se va a presentar a la presencia de Dios. Y frente a esa doble escena, se haga la pregunta ¿Y cuál de las dos escenas me produciría más serenidad, más íntimo contento no sólo en mí, sino, también en los que podrían acompañarme?… La respuesta es, sin duda, comenta Max Thurian un factor determinante para descubrir o confirmarlo, en lo que era el proyecto de Dios acerca de la propia vida.

Con la esperanza, estimada Abigail, de que estos “criterios” de discernimiento, le puedan ser de alguna utilidad, me uno a su oración para que pueda descubrir y realizar la voluntad de Dios en su vida. Sigamos también en la acogida y en la práctica de la exhortación de Jesús: “rueguen al Dueño de su mies, para que envíe obreros (santos y capaces) a su mies” (Lc 10, 2).

Last modified on Miércoles, 15 Mayo 2024 14:15

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