“Ante todo mi respetuoso saludo. Le voy a exponer una inquietud. En mi parroquia, unas señoras, que participan mucho en la vida de la Iglesia, me han propuesto a mí y a otras compañeras que participemos en las celebraciones cubriéndonos la cabeza con el velo. Me lo insisten diciendo que el velo ayuda al recogimiento y coopera así, para crear un ambiente más religioso, además de dar buen ejemplo a las jóvenes que tienen el riesgo de ir al templo con peinados y hábitos que distraen y no invitan a la modestia. No muchas han aceptado la sugerencia y me llegó el comentario de que los sacerdotes no lo consideran del todo conveniente. ¿Qué me sugiere, Monseñor?”
Evelyn López B. - Palmares
Estimada Evelyn: no es tan fácil establecer el justo y adecuado criterio para ver cuál es la pregunta importante y cuál no lo es. Mucho depende de cómo la valore la persona que me la envía.
Su pregunta, en efecto, ha sido, en su momento, de no poca importancia… Un ejemplo: En los tiempos de San Pablo el “tema del velo”, era motivo de no poca molestia para el apóstol. Lo era si alguna nueva convertida se presentaba en las Asambleas litúrgicas y de oración, sin velo. Les escribe a los corintios: “Y toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada. Por tanto, si una mujer no se cubre la cabeza, que se corte el pelo. Y si es afrentoso para una mujer cortarse el pelo o raparse, que se cubra” (1Cor 11, 5-6).
Son afirmaciones de San Pablo que nos sorprenden y que nos resultan “exageradas”. Casi nos surge decirle: “¡Pablo, no es para tanto!”
Quise transcribir ese “reproche” paulino, para poner en evidencia el peso que tiene toda determinada cultura en el actuar humano… sin embargo, la cultura no es algo rígido, fijo, sino, que va evolucionando, integrando nuevos elementos y dejando otros como caducos.
En la época de San Pablo, el velo para las mujeres, especialmente para las esposas, era símbolo de pudor y castidad y, entonces, una vez que se convertían al cristianismo, debían mantener esa decorosa costumbre. Hubiese causado no sólo sorpresa, sino, “escándalo” que una mujer cristiana no hubiese usado el velo en las Asambleas litúrgicas, cuando las mujeres paganas, particularmente las casadas, lo usaban con ocasión de reuniones de grupo, ya de tipo religioso, ya de otro tipo.
Cuando el cristianismo se fue difundiendo más allá de las fronteras culturales greco-romanas, el velo para las mujeres, fue perdiendo importancia y las cristianas que entraban en el templo y que participaban en encuentros de oración, ya no lo consideraban necesario…
Cuando niño, nunca vi a mi madre y a mis tías entrar al templo sin cubrirse con el velo. Siempre lo llevaban a disposición al momento de unirse para alguna celebración.
Sin embargo, esa simpática costumbre fue decayendo, particularmente a partir de los años 60-70 del siglo pasado, a la vez que en otras regiones, con el formarse de Iglesias jóvenes, como en el África negra, nunca se impuso como necesario el uso del velo para las mujeres. En toda la Iglesia, por otra parte, se mantuvo la costumbre del velo y no sólo para los momentos de oración, para las mujeres, de todas las edades, que han entrado en la vida consagrada. Hasta hace no mucho, todas las “religiosas” (monjitas) llevaban velo y de modo estable, como signo de consagración y de su voto de castidad.
Con estas breves y sencillas indicaciones, estimada Evelyn, hago comprender que no veo motivo para prohibir que las mujeres quieran usar el velo cuando van al templo, particularmente para participar en la Eucaristía. Sin embargo, también conviene usar prudencia para evitar causar la impresión de “crear” división en la comunidad, casi dando origen a grupo “aparte”, de quienes pueden dar la impresión de considerarse mejores, más fervorosas… Como dice el viejo refrán: no hay que hacer cosas buenas que parezcan sino malas, un poco extrañas.
Brevemente, estimada Evelyn y compañeras, si ven que de verdad les ayuda en su devoción y amor a Jesús Eucaristía, usar el velo, úsenlo. Pero si advierten el riesgo de sólo hacerse “notar”, causando reacciones negativas, déjenlo.
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