“Monseñor, cuántas veces habré escuchado en años anteriores, durante el tiempo de Adviento, la expresión “Día del Señor”. Sin embargo, sólo ahora me ha surgido la pregunta: ¿y qué debemos entender con ella? ¿Se refiere a la Navidad y al Día del Juicio Final o a otro día? Además, en alguna lectura, durante la semana, se habla del Día del Señor como un tiempo de amenazas y de muy dolorosas desgracias y pareciera, no siempre sólo para los enemigos del pueblo de Israel. En mi mente, pues, no es poca la confusión. Le agradezco si me ilumina acerca de cómo debemos entender esa expresión y en qué consiste el Día del Señor”.
María Brenes N. - San José
Estimada María, cabe afirmar que la expresión Día del Señor, de algún modo atraviesa toda la Sagrada Escritura, desde el libro del Génesis al Apocalipsis. En general, indica cualquier período, de distinta amplitud, durante el cual tiene lugar una particular, sorprendente intervención de Dios, o en que se manifiesta un específico atributo suyo, como por ejemplo el de Creador o Salvador de su pueblo (cfr. Zac 12, 3ss). He aquí unos ejemplos: “día del conflicto” (sal 20, 2); “el día de su furor” (Job 20, 20); “día del Señor” en que Dios va a intervenir para derrotar todos los enemigos del Pueblo de Israel, por lo cual el Autor Sagrado le llama también “día de las amenazas” o “día de la matanza” (cfr. Is 2, 12; 13, 6).
En el Nuevo Testamento, en general, Día del Señor indica la “segunda venida del Señor” o Parusía como lo leemos, por ejemplo, en 1Cor 5, 5, en que San Pablo ordena a la Comunidad que sea excluido de la misma, al incestuoso, con la esperanza de que pueda arrepentirse y llegar “preparado” cuando venga el Señor.
Con una mirada retrospectiva podemos entonces, distinguir los Días de la Ley y de los Profetas, que se extienden desde la promulgación de la Ley hasta la venida del Mesías. Lo indica con toda claridad, la carta a los Hebreos: “en estos días, Dios nos ha hablado por medio de su Hijo” (Heb 1, 2).
Nos podemos referir al tiempo de la vida pública de Jesús y a nuestros tiempo, como a los Días de la Gracia, durante los cuales todos estamos llamados a conocer a Jesús y a adherirnos a Él, aceptando su obra redentora, realizada por el misterio de su Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección. Es el tiempo (los días) del cual Jesús afirmó: “Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre y ustedes en mí y yo en ustedes” (Jn 14, 20)…
Si los Profetas -como ya lo recordamos- designaban con esa expresión, “Aquel Día”, el tiempo de las grandes intervenciones de Dios, según el autor del Cuarto Evangelio, realmente es un acontecimiento extraordinario, sobrenatural, fruto de la gracia, que podamos afirmar que Jesús, hombre en todo igual a nosotros, es Dios como el Padre y, que por eso, “está en Él” (Jn 14, 20).
No podemos olvidar y no tomar muy en cuenta, que estos “días de Gracia”, son también, “días nuestros” en que acontece diariamente, la lucha entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, entre Cristo y el Anticristo, a saber, todas las fuerzas del mal y de cuantos no quieren reconocerle a Jesús como Camino, Verdad y Vida”.
Y, finalmente, estimada María, esperamos el Día del Mesías, cuando Cristo vuelva para el juicio final. Ese día también recibe el nombre bíblico de “día grande y terrible”. En el capítulo 16 del Apocalipsis, para dar un ejemplo, leemos que todos los príncipes del mundo “son convocados a la gran batalla del Gran Día de Dios todopoderoso. Mira que vengo como ladrón. Dichoso aquel que esté en vela […] Los convocarán en el lugar llamado en hebrero Harmagedón” (14, 16).
Hay que recordar que Harmagedón corresponde a Meguiddo, ciudad del norte de Palestina, en torno a la cual se reunieron varios ejércitos y que, por el desastre que allá aconteció, pasó a ser símbolo de dolorosas derrotas y muerte… El autor del Apocalipsis lo utiliza para expresar el Juicio de cuantos se oponían y se oponen a Cristo.
Sin embargo, queda abierta la pregunta: ¿Y por qué durante el tiempo de Adviento, la Iglesia escoge para nosotros lecturas en que se nos habla del “Día del Señor”? Precisamente en referencia a las que se han llamado las tres venidas del Señor o sus tres Días. El primero se refiere a su venida “en la debilidad de la carne”, es decir, en Navidad; el segundo día, se refiere a cuando a cada uno de nosotros, en su último día terrenal, Cristo venga a llamarnos a la vida eterna y al juicio particular; y el tercero, se refiere al día del juicio universal y, entonces, de la manifestación definitiva del poder y del triunfo de Cristo, Señor de la historia y Rey eterno.
Si nadie sabe, como el mismo Jesús ha afirmado, cuándo acontezca la segunda venida de Jesús, su Día grande, bien sabemos que “pronto” celebraremos el día de su nacimiento, y que también se está acercando “pronto”, el día en que Él, “como ladrón”, venga y nos llame a dar el paso a la otra vida.
En cualquier caso, estimada María, urge estar preparados para acogerle en el “Día del Señor, día de su venida”.
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