“Cuando puedo participo en la celebración diaria de la Santa Misa, y el 5 de agosto escuché la primera lectura, la que nada me edificó, más bien todo lo contrario, se trataba de una página de un profeta cuyo nombre me resultaba del todo desconocido… Ne brotó espontánea una pregunta, ¿Por qué la Iglesia nos propone esas páginas de la Escritura que más que edificarnos, nos sorprenden y nos resultan incomprensibles, por su contenido tan en contraste con el mandamiento del amor y del perdón? Con la esperanza de que mi confianza no sea abuso, le agradezco su amabilidad”.
Rosalía Carvajal – Cartago
Como lo he expresado en otras ocasiones, las preguntas con las inquietudes, los comentarios que me van llegando, de ningún modo han sido para mí motivo de molestia… Más bien agradezco a todos los que me escriben porque nos dan así la oportunidad de aclarar múltiples puntos de nuestra doctrina y de nuestra moral cristiana, que son una ayuda para todos los lectores de nuestro Eco Católico.
En su caso, estimada Rosalía, le voy a ofrecer la respuesta, distinguiendo tres preguntas: ¿quién era el profeta Nahum, autor de la página a que usted se refiere? ¿Qué nos dice en sus escritos? Y, ¿por qué la Iglesia los propone como lecturas en la celebración eucarística?
1ª. Del Profeta Nahum sabemos bien poco. Con Sofonías y Habacuc, otros dos profetas menores, sabemos que vivió durante el siglo VII antes de Jesucristo. Él era originario de una población muy poco conocida, Elcos. De sus escritos, resulta ser un poeta extraordinario a quien nadie más, entre los
Autores del Antiguo Testamento, ha podido igualar. Manifiesta una capacidad “única” para describir poética y líricamente las hazañas de un ejército que pone sitio y asalta a una ciudad enemiga (Nínive) y asiste victorioso a su caída y ruina.
2ª. El Breve libro de Nahum se compone de tres capítulos. El primero corresponde a un salmo, en que el autor describe la “cólera de Yahvé” contra los malos. Hay que recordar, sin embargo, que a la luz del Nuevo Testamento cuando la Escritura habla de la “cólera de Dios” no debemos entender el sentimiento de ira y de rabia, ya que no cabe en absoluto referirlas a Dios. Bien sabemos que con esa expresión, “cólera de Dios” se indica todo lo que se opone a lo que Dios quiere en beneficio nuestro.
Después de ese largo salmo, que corresponde al capítulo primero, el profeta Nahum anuncia la salvación y la restauración de Judá: “Yahvé restablece la viña de Jacob como la viña de Israel; “celebra tus fiestas Judá” (2, 2-3).
Sin embargo, el tema principal en lo que sigue es la ruina de Nínive, ruina anunciada y descrita con un poder de evocación que -como ya indiqué- hace de Nahúm el más destacado poeta judío del siglo VII, y quizá del entero Antiguo Testamento.
Nínive, capital del imperio asirio, en efecto cayó en el 612 AC, conquistada y destruida por los nuevos “señores” de aquellos territorios, a saber, los medos-babilonios.
En la descripción que nos da Nahum se siente vibrar toda la pasión de Israel contra el enemigo de muchos años, a saber, el pueblo de Asiria. A la vez se oyen los cantos de esperanza que despierta su caída… sabemos, sin embargo, que tal esperanza duró muy poco, ya que la destrucción de Jerusalén y de su templo, será obra de los que destruyeron Nínive, y con sus destrucción derrotaron los asirios enemigos históricos de Israel.
3ª. Una lectura superficial del breve libro de Nahum, podría llevarnos a concluir que su Autor no nos ofrece nada valioso. En efecto, a primera vista, pareciera un escrito espiritualmente vacío, lleno de odio y de rencor nacionalísticos de alguien que pareciera disfrutar de la violencia en contra del enemigo, es decir, todo lo contrario de una auténtica profecía que presente a Dios, creador de todos los pueblos… Sin embargo, en el doloroso y resentido desahogo nacionalista del profeta Nahum, se manifiesta una profunda fe en Dios, como Señor de la historia y que se pone del lado de los oprimidos y que -aún con tiempos largos- hace que triunfe la justicia. El verdadero dueño de la historia no es el emperador de turno, por cuanto violentos sean sus ejércitos, sino, Dios Creador fiel y misericordioso.
Es por ello que la Iglesia ha introducido en las lectura de la Celebración Eucarística, las páginas del profeta Nahum… No es en absoluto para que nos enteremos de los arraigados sentimientos nacionalistas e inclusive racistas, del Autor, sino para que nosotros, como él, renovemos nuestra fe en Dios, que en ninguna circunstancia nos abandona. Y así, podemos decir como el salmista: “aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo” (Sal 22, 4).
Es del todo lógico, entonces, estimada Rosalía, que en el día en que corresponda leer las “violentas páginas” del profeta Nahum, que el sacerdote que presida la Eucaristía, ponga de relieve, aunque con breves palabras la verdadera y auténtica enseñanza que nos ofrece el Autor.
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