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Tus dudas: ¿Cuál es la expresión correcta para recordar a los difuntos?

By Mons. Vittorino Girardi S. Septiembre 30, 2022

“Monseñor, sueño con ser sacerdote. He sido monaguillo y ha sido un tiempo que recuerdo con mucho gusto. Ayudando en la celebración de la Santa Misa, notaba que en el momento de recordar a los difuntos, algún sacerdote, refiriéndose a ellos, decía, “los que descansan en el Señor”; otro, “los que están en la presencia de Dios”; otro, “los que necesitan nuestra oración”; e inclusive, “los que duermen en el Señor”… Y yo me preguntaba, entonces, ¿cuál será la expresión más correcta? ¿Por qué tanta variedad? Monseñor, ¿cuál es la expresión más acertada?”.

 Luis Reyes M. - Costa Rica

 

Estimado Luis, ante todo, le expreso mis mejores deseos y le aseguro mi oración, para que un día, no demasiado lejano, pueda ser un santo sacerdote, según el corazón de Jesús, Buen Pastor.

Me sorprendió su pregunta. También yo había notado la diversidad de las expresiones con que los celebrantes se refieren a los difuntos, pero nunca me había preguntado acerca de la que puede ser la más acertada.

En los mismos textos litúrgicos, advertimos la variedad de las expresiones. En la Plegaria Eucarística Segunda, por ejemplo, leemos, “nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección”; en la Tercera, se dice sencillamente, “nuestros hermanos difuntos y cuantos murieron en tu amistad”…

Tanta variedad no nos sorprende porque hay varios modos y términos con que podemos referirnos a los que “nos han precedido” en el camino hacia nuestra Patria definitiva, el Paraíso.

Además, es fácil ver cómo toda expresión en lugar de oponerse a las otras, las complementa en su significado. Y así, diciendo “los que ya están en la presencia de Dios”, queremos decir “los que descansan en el Señor”, ya que sabemos que descansaremos plenamente, sólo cuando estemos en la “presencia de Dios”, allá en donde, como leemos en el libro del Apocalipsis, “ya no habrá lágrimas, ya no habrá más muerte, ni habrá desgracias, ni lamentos, ni trabajos… Dios les enjugará toda lágrima de los ojos” (21, 4).

Cuando decimos, para dar otro ejemplo, “los que descansan en el Señor”, equivale a decir, “los que duermen en el Señor”, porque desde muy pronto en la Iglesia, se consideraba a los difuntos, como a los que “duermen” o “descansan” en la espera de la futura Resurrección de la carne, de modo que, lo que no pocos llamamos “panteón”, en la antigüedad se prefería llamar cementerio, palabra de origen griego, que significa en español, precisamente, “dormitorio”, en donde nuestros difuntos descansan en espera de la aurora de la segunda venida de Jesús (Parusía) y del juicio final.

Comprendo que, dicho esto, estimado Luis, todavía queda su pregunta: ¿Y cuál, de tantas expresiones es la preferible? Creo que la respuesta depende de la sensibilidad de cada cual, y de las experiencias que han ido marcando nuestro caminar durante el “exilio” que es nuestra vida terrena. Personalmente, recordando la oración que aprendí cuando niño: “el eterno descanso concédeles Señor, y brille sobre ellos la luz perpetua”, le tengo simpatía a la expresión, “los que descansan en el Señor”. Acordándome, además, de la conocida afirmación del inquieto San Agustín, “Señor, nos hiciste para Ti, e insatisfecho, desasosegado, es el corazón, hasta que no descanse en Ti”, vuelvo a la misma expresión… Y no pocos de los enfermitos que nosotros, sacerdotes, asistimos, manifiestan el deseo de “descansar en el Señor”. Y a ese deseo, el sacerdote le hace eco, diciendo: “que descanse, que descanse”. El “viaje” no pocas veces, se hace duro y exigente y nos cansa y, entonces, uno acoge con gratitud, la amorosa invitación de Jesús, “vengan a Mí, los que están cansados y agobiados, que yo los aliviaré” (Mt 11, 28).

 

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