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Tus dudas: ¿Será este año mejor que el anterior?

By Febrero 21, 2022

“Monseñor, aunque no quisiera, con frecuencia me invade la tristeza; me impactan y desaniman las muchas manifestaciones del mal, y no sólo en el mundo, sino también en la Iglesia, entre la gente que considerábamos buena. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cabe esperar que el año recién comenzado sea, un poco al menos, mejor que el pasado? Quisiera escucharle. Una vez más, ¡muchas gracias!”.

 Olga Valverde J. - Pérez Zeledón

Estimada Olga, creo que somos muchos los que nos reflejamos en su breve correo… Pareciera que el mal nos rodea de todas partes y que se va infiltrando en todas las manifestaciones de la vida pública y privada. Es tan fácil recordar, hoy en día, lo que escribía el Apóstol San Juan: “el mundo entero está bajo el influjo del maligno” (1Jn 5, 19). Y el “influjo del maligno” pareciera que se manifiesta, sobre todo, en difundir el “desprecio de la persona humana” y de su vida. Con demasiada facilidad y frecuencia, hoy en día, y en muchos ambientes, se pretende disponer del ser humano, sacrificándolo a los ídolos del tener, del poder y del placer…

Nos lo ha recordado nuestro Papa Francisco, en su encíclica Hermanos Todos: “Hay un reconocimiento básico esencial para caminar hacia la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia” (106).

Una sociedad que no asuma decididamente este criterio fundamental, a saber, la convicción de la excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad sobre cualquier otra realidad, se encamina inevitablemente hacia la decadencia y la autodestrucción.

Como ya lo habían afirmado los Padres del Concilio Vaticano II, “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado […]. Cristo, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al mismo hombre, y le descubre la sublimidad de su vocación” (GS 22).

Son afirmaciones fundamentales que nos hacen recordar las palabras de Jesús en el juicio final: “cuantas veces hicieron eso a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí en persona me lo hicieron” (Mt 25, 40). En muy doloroso contraste y como negación de la dignidad “divina” de todo ser humano, el Papa Francisco en su encíclica, enumera unas muy graves consecuencias:

  • Trata de seres humanos.
  • Explotación sexual de niños y niñas.
  • Trabajo esclavo, incluyendo prostitución.
  • Tráfico de drogas y armas.
  • Crimen internacional organizado.
  • Abortorios con tráfico de órganos.
  • Eliminación de ancianos (eutanasia).
  • Difundida corrupción política.
  • Negación del derecho a la libertad religiosa y consecuente persecución.
  • Guerras tan numerosas que cabe hablar de “guerra mundial en fragmentos”. (cfr. HT 188).

Todo esto nos causa tristeza y a la vez una sensación de impotencia… Sin embargo, teniendo presente que la historia es “maestra”, debemos reconocer, que a pesar de todo y en contra de todo posible cálculo humano, el valor de la persona se ha ido imponiendo y seguirá imponiéndose y su dignidad es reconocida más y más. No podemos negar que también se está dando, aunque no siempre cabe notarlo, un proceso de humanización. La conciencia representa, como lo afirmaba San Juan Pablo II la bondad fundamental del ser humano y de ese modo la voz de la conciencia nos va revelando y evidenciando que “no cabe disponer del ser humano”.

Algunos ejemplos:

  • En ninguna sociedad son, hoy en día, admitidos y realizados sacrificios humanos en honor de la divinidad… En Mesoamérica se realizaban hasta hace un poco más de quinientos años.
  • Hoy resulta absurdo ofrecer esclavos en venta como en la época romana y durante los tres siglos de la trata de los esclavos negros.
  • Hoy en día el racismo no es tal que, por el color de la piel, no se le reconozca a alguien la dignidad humana (no olvidemos que sólo después de la Segunda Guerra Mundial, los afrodescendientes pudieron tener reconocimiento civil en Costa Rica).
  • Hoy en día no cabe concebir luchas de gladiadores en que los espectadores determinaban si eliminar de muerte, al derrotado.
  • Ningún tribunal está autorizado a condenar a los reos, a ser devorados por las fieras en el circo.
  • Nadie es condenado a muerte por medio de crucifixión, lo que era común en la época romana.
  • Nadie, al menos oficialmente, es condenado a la hoguera por motivos religiosos.
  • Hoy en día no cabe ni programar, ni realizar un genocidio como el de los armenios, después de la Primera Guerra Mundial, o de los judíos, durante la Segunda.
  • Se ha detenido el uso de armas de destrucción masiva.

Son hechos que, sólo al recordarlos, nos causan “vergüenza”…

¡Dios no nos abandona! Confiemos; no cabe volver atrás. Como lo proclamaba Luther King, “¡cabe soñar en una creciente afirmación del valor absoluto de todo ser humano!”… Es por eso que podemos y debemos afirmar que un día -para dar un ejemplo- dará vergüenza recordar que, en nuestro tiempo, con extrema superficialidad, se haya afirmado que eliminar a niños inocentes, en el útero materno es un derecho de la madre y signo del… progreso humano, cuando es la máxima expresión de la ceguera moral a que el hombre puede llegar.

Martín Rodríguez González

Periodista, licenciado en Ciencias de la Comunicación Colectiva y egresado de la maestría en Doctrina Social de la Iglesia. Trabaja en el Eco Católico desde el año 2002 y desde el 2009 es su director.

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