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Jesús distribuyó el pan a los que estaban sentados, hasta que se saciaron.

By Redacción Julio 22, 2021

Del santo Evangelio según san Juan

6, 1-15.

 

En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?” Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”. Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” Jesús le respondió: “Díganle a la gente que se siente”. En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.

Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”. Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos.

Entonces la gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho, decía: “Éste es, en verdad, el profeta que había de venir al mundo”. Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo.

 

Palabra del Señor.

 

Comentario al Evangelio

 

 Eliseo es continuador del gran profeta Elías en defensa del culto autentico a Yahvé. Los milagros que se cuentan de él prueban su misión divina. Ante la ofrenda de las primicias de su cosecha que hace un piadoso israelita, Eliseo se hace portavoz del Señor, hace oír su voz, manifiesta su voluntad. Veinte panes de cebada alimentan a cien personas y todavía quedan sobras. Son las maravillas que revelan la actuación del Señor que multiplica la generosidad de los hombres y se complace en alimentarles (2Reyes 4,42-44). Abres tú la mano Señor y sacias de favores a todos (Salmo 144)

 Jesús realiza signos todavía más prodigiosos. El evangelio de Juan (6,1-15)  nos presenta la multiplicación de los panes y los peces para conducirnos al reconocimiento de Jesús como el Mesías que alimenta al nuevo pueblo de Dios, con el nuevo maná, en la celebración de la nueva pascua. Revela asimismo la abundancia de la nueva era: no hay medida, cada uno come lo que quiere, sobra, doce canastas, una cantidad perfecta capaz de alimentar a todas las generaciones presentes y futuras. El prodigio provoca una adhesión de fe, aunque todavía imperfecta.

 Pablo pide a los Efesios (4,1-6) la coherencia con la vocación a la que han sido convocados. Mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz es una exigencia ineludible. Un Señor, una fe, un bautismo, un solo cuerpo y una sola esperanza. De ahí brotan la humildad, amabilidad, la comprensión, sobrellevarse con amor.

 Nos quejamos de que Dios no nos escucha, es ajeno a lo que sentimos y necesitamos. ¿No será más bien que hemos perdido la sensibilidad para reconocerlo en los innumerables signos que nos da de su presencia? Nosotros los creyentes ¿manifestamos adecuadamente al Señor ofreciendo con nuestra actitud signos de su presencia y su querer? Nos gusta calcularlo todo y con las matemáticas científicas, pero las realidades importantes no se miden de esa forma. El don, el regalo, la generosidad introducen una nueva dinámica que nos permite descubrir horizontes insospechados…

 El Señor camina con nosotros y está empeñado en nuestra liberación, quiere que vivamos en plenitud. Sabe de nuestras necesidades y vacíos, de nuestras ilusiones y anhelos profundos y es capaz de responder a ellos, aun cuando todos abandonan al desbordarse ya los límites humanos. Nos introduce en una dinámica de generosidad, de abundancia, de prodigalidad que claramente lo manifiesta a Él actuando entre nosotros. Así aparece en los frutos que origina, satisfacción, compartir, trascendencia, al reconocerlo desde la fe y celebrar el esplendor que origina en nuestra vida.

 ¿Cómo podemos “alimentar” a tanta gente “hambrienta” de sentido? Situémonos en movimiento de misión, en salida, hacia las periferias y fronteras como nos dice el Papa Francisco. Conscientes de la riqueza del Evangelio, Buena Noticia para el que se encuentran con Cristo; que podemos llevar la invitación a formar comunidad cristiana, el pan de la Palabra de Dios, luz para nuestros pasos y el pan de la Eucaristía Vida de Cristo en nosotros; que estamos invitados a gestar una nueva sociedad en apertura al Reino de Dios que ya ha comenzado con Jesús, el profeta definitivo que inaugura la nueva alianza que el Padre hace con nosotros.

Hemos peregrinado a la basílica de los Ángeles, preparando la fiesta de nuestra Madre. Celebramos por primera vez, junto a la fiesta de Santiago Apóstol y con referencia a San Joaquín y Santa Ana, la Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores instituida por el Papa Francisco. Felicitamos a las parroquias que celebran su patronal. El Señor les bendiga junto a sus familias.

 

Mons. Bartolomé Burgués O.

Obispo de Alajuela.

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