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El joven desnudo

By Pbro. Mario Montes M. / Animación bíblica, Cenacat Mayo 07, 2021

Hay un personaje que aparece en los comienzos de la pasión de Jesús, muy extraño y fugaz que solamente San Marcos menciona y del que poco o nada se dice, pues de él tampoco se sabe casi nada. Y es el siguiente: “Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo” (Mc 14,51-52) ¿Quién es? ¿Qué andaba haciendo aquella noche fría en Getsemaní, cuando apresaron a Jesús? ¿Por qué trataron de detenerlo?  Y ¿qué lo obligó a escaparse “chingo”, como decimos nosotros?

Muchos se han “quebrado la cabeza” tratando de identificarlo. Algunos han dicho que este joven era el dueño del huerto (Mc 14,32), donde Jesús había estado con sus discípulos; otros dicen que éste era un discípulo amado de Jesús, como Juan (Jn 19,25), o Santiago el hermano del Señor (Mc 6,3). La mayoría de los intérpretes afirman que era el evangelista Marcos, otros han dicho que éste es el mismo joven de la tumba vacía (ver Mc 16,5), es decir, un ángel, pues en ambos casos se emplea la misma palabra: “joven”. Hoy día, se piensa que puede ser un símbolo muy sugestivo de Jesús resucitado. Así lo plantea el biblista y teólogo Ariel Álvarez Valdés, en un artículo suyo llamado “¿Quién era el joven que seguía desnudo a Jesús”? (Enigmas de la Pasión de Jesús. Editorial San Pablo, Buenos Aires, 2017, pp 61-70).

 

Los dos con el mismo lienzo

 

En primer lugar, se trata de un joven. En el Evangelio de san Marcos, esta palabra sólo vuelve a aparecer el domingo de pascua, cuando las mujeres se encuentran en el sepulcro con otro “joven” que les anuncia la resurrección de Jesús (Mc 16,5). Resulta curioso que, mientras en los otros Evangelios quienes transmiten esta noticia son ángeles (Mt 28,5; Lc 24,23; Jn 20,12), san Marcos es el único que coloca en la tumba a un joven, a pesar de haber nombrado antes varias veces a los ángeles (Mc 1,13; 8,38; 12,25; 13,27.32). Esto ya nos lleva a relacionar al joven de la sábana con la idea de la resurrección.

En segundo lugar, el joven estaba vestido con “una sábana de lino”. También a Jesús lo vistieron con “una sábana de lino” cuando lo enterraron en su tumba (Mc 15,46). Resulta llamativo que esa sábana se mencione dos veces en la escena del joven que huye, otras dos veces en el entierro de Jesús y nunca más vuelva a mencionarse. San Marcos parece decirnos que la sábana que usaba el joven cuando lo apresaron, era la misma que usó Jesús cuando lo enterraron.

En tercer lugar, el joven “seguía” a Jesús. Se trata de un verbo usado para referirse exclusivamente a los discípulos de Jesús. Pero es imposible que fuera un discípulo como tal, porque san Marcos lo presenta como alguien diferente. Tampoco puede ser un extraño, porque el verbo lo señala como alguien vinculado a Jesús. La única salida es pensar que se trata del mismo Jesús (por eso aparece relacionado a él), pero desde una perspectiva diferente (por eso aparece como alguien diferente). En cuarto lugar, se dice que los guardias “prendieron” al joven, como también un momento antes habían “prendido” a Jesús (Mc 14,46). Los dos personajes aparecen relacionados con la misma acción, que habían hecho los soldados con Jesús, en el huerto de Getsemaní.

San Marcos, pues, quiso simbolizar el momento en que Jesús es apresado, desde otra perspectiva: desde su resurrección. De este modo pretendió decir a sus lectores, a manera de anticipo, así como el joven pudo escapar de la muerte, abandonando la sábana en la que estaba envuelto, también Jesús escapará de la muerte, abandonando la sábana en la que lo envolvieron. Pero San Marcos tenía otra razón para incluir el episodio del joven de la sábana. Y es que él es el único evangelista que no relata ninguna aparición de Jesús resucitado. Su libro originalmente terminaba en Mc 16,8, con el entierro de Jesús y el anuncio de su resurrección, pero sin contar ninguna aparición suya. En cambio, al colocar aquí esta escena, puede presentar de manera anticipada a Jesús liberándose de los guardias, de la sábana y de la muerte, cosa que no contará al final.

Esta parece la solución más probable, que se sitúa en una línea más cercana a la que ofrece el evangelista. Mientras prenden a Jesús y le llevan, aparece este extraño joven y le sigue (va con él, compartiendo su mismo destino). Va desnudo, cubierto con una sábana, como Jesús en la tumba donde le enterrarán envuelto en una sábana, sellada su tumba con una piedra, para impedir que se escape (Mc 15,46). Lo sujetan con fuerza, pero no pueden retenerlo, pues agarran su ropa flotante por el viento, su sábana o lienzo que lo cubre, de manera que él se escapa desnudo (como los muertos que resucitan), dejando en las manos de los que pretenden agarrarlo una sábana inútil… Esto significaría que Jesús: por un lado, es el que muere, lo apresan y lo matan, pero, por otro lado, no pueden prenderlo y se escapa, dejando en sus manos la túnica/sábana con la que está envuelto, el día de su entierro, surgiendo “desnudo” del sepulcro.

Todos nosotros somos aquel joven… y es como si vinieran a prendernos ¿Quién? ¿De dónde? ¿El coronavirus o los problemas de cada día? No lo sabemos. Ni se sabe siquiera el vestido que llevamos ¿Es una túnica flotante de “joven” rico o un sudario/sábana para que nos entierren, el día de nuestra muerte? Alguien nos quiere agarrar o detener y si queremos escapar, sólo podemos hacerlo “desnudos”, como destaca por dos veces el texto, con la fuerza que nos da Cristo, muerto y resucitado.

 

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