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Los hermanos pequeños del juicio

By Pbro. Mario Montes M. / Animación bíblica, Cenacat Septiembre 08, 2020

La parábola del juicio final cuenta lo que debemos hacer para poder tomar posesión del Reino: acoger a los hambrientos, a los sedientos, a los extranjeros, a los desnudos, a los enfermos y presos (Mt 25,35-36).

Todos, en algún momento, hemos escuchado la bella e impresionante parábola del juicio final, única en el Evangelio de San Mateo (Mt 25,31-46). Un texto “esculpido” en el pórtico de las iglesias románicas de Europa, el texto de fondo de la pintura del Juicio Final de Miguel Ángel (Capilla Sixtina…), y el texto de las obras de misericordia, del cielo y del infierno. Allí aparecen los hermanos pequeños, a quienes se han socorrido o no, según Jesús, y con los que Él se identifica ¿Quiénes son ellos?:

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver".

Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?". Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo".

Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el Diablo y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron". Estos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?". Y él les responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo". Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.

 

¡Vengan, benditos de mi Padre!

 

La parábola del juicio final cuenta lo que debemos hacer para poder tomar posesión del Reino: acoger a los hambrientos, a los sedientos, a los extranjeros, a los desnudos, a los enfermos y presos (Mt 25,35-36). Tanto en el comienzo como al final de la Nueva Ley, promulgada por Jesús en la montaña (Mt 5-7), están los excluidos y los marginados. Los que acogen a los excluidos son llamados “justos”. Los que no lo hacen son llamados “malditos”. Esto significa que la justicia del Reino no se alcanza observando normas y prescripciones, pero sí acogiendo a los necesitados. Pero lo curioso es que los justos no saben cuándo fue que acogieron a Jesús necesitado. Jesús responde: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo".

¿Quiénes son estos “hermanos míos más pequeños”? En otros pasajes del Evangelio de san Mateo, las expresiones “hermanos míos” y “pequeñuelos”, se refieren a los discípulos (Mt 10,42; 12,48-50; 18,6.10.14; 28,10). Indican también a los miembros más abandonados de la comunidad, a los despreciados que no tienen a dónde ir y que no son bien recibidos (Mt 10,40). Jesús se identifica con ellos. Pero no es sólo esto. En el contexto tan amplio de esta parábola final, la expresión “mis hermanos más pequeños” se alarga e incluye a todos aquellos que en la sociedad no tienen lugar. Indica a todos los pobres. Y los "justos" y los “benditos de mi Padre” son todas las personas de todas las naciones, que acogen al otro en total gratuidad, independientemente del hecho de ser cristiano o no.

Pero, los que están del otro lado del juicio son llamados “malditos” y están destinados al fuego eterno, preparado para el Diablo y los suyos. Jesús usa el lenguaje simbólico común de aquel tiempo, para decir que estas personas no van a entrar en el Reino. Y aquí también el motivo es uno sólo: no acogieron a Jesús hambriento, sediento, extranjero, desnudo, enfermo y preso. No es Jesús que nos impide entrar en el Reino, sino nuestra práctica de no acoger al otro, la ceguera que nos impide ver a Jesús en los pequeños.

El discurso escatológico de Jesús de Mt 24-25, comenzó con la siguiente pregunta de sus discípulos: “¿Cuál será el signo de tu venida y  del fin de los tiempos”? (Mt 24,3). Jesús termina respondiendo que ya está viniendo en los más pequeños, en los débiles de la sociedad, en los que somos llamados a saberlo descubrir… De la actitud que se tome frente a ellos (Mt 10,42), dependerá la posición que se tenga respecto de Jesús, al final de los tiempos. Hoy, entre nosotros ¿quiénes son esos mis hermanos más pequeños?

Last modified on Martes, 08 Septiembre 2020 08:43

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