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Sagradas Escrituras: Nejustán

By Pbro. Mario Montes M. Octubre 11, 2024
La serpiente siempre ha sido relacionada con la medicina, porque a ella se atribuían determinadas virtudes curativas. La serpiente siempre ha sido relacionada con la medicina, porque a ella se atribuían determinadas virtudes curativas.

¿Quién es Nejustán? ¿Una persona, una cosa, un animal, una imagen o un ídolo? El Pbro. Maximiliano García Cordero, que fue profesor de Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad de Salamanca, nos lo explica partiendo de la historia narrada en Núm 21,4-9:

“Israel partió del monte Hor, en que dejó enterrado a Aarón, en dirección sudeste, hacia el mar Rojo. El camino que sigue es el del Araba, o sea, la prolongación del valle del Jordán y del mar Muerto, que va a terminar al golfo elanítico o de Akabah. Es terreno mísero e inhóspito y sin agua. Y no es de maravillar que el pueblo, fatigado, protestase, según era costumbre en todas las contrariedades, añorando la abundancia de Egipto y despreciando el "maná," ligero manjar (ν.6), ο de poco valor nutritivo. Dios, en castigo, les envió serpientes venenosas, literalmente "quemadoras", por las fiebres altas que producían sus picaduras, que no son raras por la estepa.

Reconociendo en ello un castigo, los israelitas piden a Moisés que les libre de esta plaga. Por orden divina hace una serpiente de bronce, y la levanta en un palo, para que los israelitas al verla consigan la curación. Se ha querido ver en este relato un vestigio de la ofiolatría, o culto a las serpientes entre los orientales. En Gezer se ha encontrado una serpiente metálica; en Susa y en Babilonia se han descubierto diversos amuletos en forma de serpiente. Y en las minas de cobre de Fuñón (cerca del lugar donde tuvo lugar el incidente bíblico), se han encontrado láminas metálicas en forma de serpiente, preparadas sin duda para usos supersticiosos. De aquí se ha querido deducir que el hagiógrafo asocia estos restos metálicos de aquella región, con un milagro de Moisés relacionado con las mordeduras de las serpientes. Desde luego que el hagiógrafo no atribuye un valor mágico a la serpiente de bronce levantada por Moisés, sino que ve en ella un símbolo del poder curativo de Dios.

La serpiente siempre ha sido relacionada con la medicina, porque a ella se atribuían determinadas virtudes curativas. El autor del libro de la Sabiduría hace la exégesis del pasaje bíblico: "La serpiente era un símbolo de salvación que otorgaba la salud, no por la virtud de la figura que tenían bajo sus ojos, sino por Aquel que es el Salvador de todos" (Sab 16,6-7).  Los israelitas, en tiempo de Ezequías, daban culto a una serpiente de bronce llamada Nejustán (de “nejóset”, bronce), y la consideraban como la utilizada por Moisés para curar a los israelitas (2 Rey 18,4). El piadoso rey la hizo despedazar para evitar los abusos idolátricos. Jesucristo alude al hecho del desierto, y ve en la serpiente levantada por Moisés un tipo de su elevación en la cruz: "Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga la vida eterna" (Jn 3,14-15).

Los Santos Padres han desarrollado este simbolismo manifiesto en el poder curativo de la serpiente y de Cristo en la cruz. En todo caso, Moisés, al levantar la serpiente, no creía emplear un procedimiento mágico para curar, sino destacar y simbolizar la omnipotencia divina, que curaba a los israelitas… ” (A. Colunga,-M. García Cordero. Números. Biblia Comentada, I. Pentateuco. 2ª  edición, Madrid 1962, páginas 847-848)

 

¿Qué enseña el Papa Francisco?

 

“Tres veces, en el Evangelio de hoy (Jn 8,21-30), dice Jesús a los fariseos: Moriréis en vuestros pecados, porque tenían el corazón cerrado y no entendían ese misterio que era el Señor. Morir en el propio pecado es algo muy feo. En el diálogo con ellos, Jesús les recuerda: Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta. Jesús se refiere a lo que pasó en el desierto, narrado en la Primera Lectura (Núm 21,4-9), cuando el pueblo que no podía soportar el camino, se alejó del Señor y empezó a murmurar contra Moisés y contra el Señor. Entonces llegaron las serpientes que, al morder, provocaban la muerte. Y el Señor dijo a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y la pusiera en un palo: quien fuese mordido y la mirase, se curaría. Y Jesús recuerda: Cuando yo haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí (Jn 12,32). Ese es el misterio de la cruz. La serpiente de bronce curaba, pero era signo de dos cosas: del pecado hecho por la serpiente, de la seducción de la serpiente, de la astucia de la serpiente; y también era señal de la cruz de Cristo. Era una profecía.

Jesús se hizo pecado, como dice San Pablo, y cargó sobre sí todas las inmundicias de la humanidad, se hizo levantar para que toda la gente herida por el pecado, lo mirara. Y el que no reconozca en ese hombre elevado la fuerza de Dios, que se hizo pecado para curarnos, morirá en su pecado. La salvación solo viene de la cruz, pero de esa cruz que es Dios hecho carne. No hay salvación en las ideas, no hay salvación en la buena voluntad, ni en las ganas de ser buenos… No. La única salvación está en Cristo crucificado, porque solo Él, como la serpiente de bronce significaba, fue capaz de tomar todo el veneno del pecado, y allí nos curó.

Pero ¿qué es la cruz para nosotros? Sí, es la señal del cristiano, el símbolo de los cristianos. Y hacemos el signo de la cruz, aunque no siempre lo hacemos bien, a veces hacemos así (hace un garabato). Porque no tenemos esa fe en la cruz. Otras veces, para algunas personas es un distintivo de pertenencia: Sí, yo llevo la cruz para mostrar que soy cristiano. Eso está bien, pero no solo como distintivo, como parte un equipo, como quien lleva el escudo de su equipo, sino como memoria del que se hizo pecado. Hay otros que llevan la cruz de adorno, algunos llevan cruces con piedras preciosas para hacerse ver.

Dios dijo a Moisés: quien mire la serpiente será curado. Jesús dice a sus enemigos: Cuando levantéis al Hijo del hombre, entonces conoceréis. Quien no mira la cruz, así, con fe, morirá en sus pecados, y no recibirá la salvación. Hoy la Iglesia nos propone un diálogo con este misterio de la cruz, con este Dios que se hizo pecado, por amor a mí. Y cada uno puede decir: Por amor a mí. Podemos pensar: ¿cómo llevo yo la cruz? ¿Solo como un recuerdo? Cuando hago la señal de la cruz ¿soy consciente de lo que hago? ¿Cómo llevo yo la cruz? ¿Solo como un símbolo de pertenencia a un grupo religioso? ¿Cómo llevo yo la cruz? ¿Como un adorno? ¿Como una joya, con muchas piedras preciosas, de oro? ¿He aprendido a llevarla sobre los hombros, donde duele? Que cada uno mire hoy el Crucifijo, mire ese Dios que se hizo pecado, para que nosotros no muramos en nuestros pecados, y responda a esas preguntas que os he sugerido. Que así sea” (Tomado de la homilía del Papa Francisco,  martes 4 de abril de 2017, de la V Semana de Cuaresma).

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