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Sagradas Escrituras: La epidemia egipcia

By Pbro. Mario Montes M. Junio 10, 2024

 

Uno de los relatos del libro del Éxodo es el de las plagas de Egipto, presentadas también en muchas de las películas actuales, como “Exodus, dioses y reyes”, dirigida por Ridley Scott o en diversos documentales como History Channel, llamado La verdad sobre las plagas de Egipto. El texto correspondiente está en Éx 7,8-10,29. Es un relato épico y sacral, donde lo milagroso se impone a lo verosímil. Y podemos adelantar su sentido, afirmando que aquello que sucedió no obedece a intereses históricos, sino simbólicos y teológicos, sin dejar de lado que pudieron ser plagas naturales, como las que han sucedido a lo largo de la historia, no solo en Egipto sino en todo el mundo. La pandemia es una de ellas como ya la hemos enfrentado hace ya más de dos años.

Además, cuesta entender que Dios sea un Dios cruel o vengativo, que iracundo desata una serie de 10 o más plagas, comenzando con las aguas del Nilo convertidas en sangre (Éx 7,14-23), de ranas (Éx 7,25-8,11), mosquitos (Éx 8,12-15), tábanos (Éx 8,16-28), peste del ganado (Éx 9,1-7), úlceras (Éx 9,8-12), tormenta de granizo (Éx 9,13-35), chapulines (Éx 10,1-21), tinieblas (Éx 10,21-29) y finalmente la muerte de los primogénitos (Éx 11,1-10; ver 12,29-32 su ejecución), ante la negativa del faraón de dejar salir al pueblo hebreo. ¿Merecía tanto castigo este pueblo, máxime en niños inocentes, que “pagaron el plato roto”, de un Dios furibundo e implacable? Nos cuesta creer que esto sea así.

Más bien habría que hablar de intervenciones liberadoras de Dios, que culminarán en la gesta o epopeya del éxodo (Éx 13,17-14,31), cuando el Señor libere a su pueblo, comenzando por estos “asaltos” en la guerra que el Señor había declarado contra el faraón rey de Egipto y su sistema opresor, enemigo de su pueblo y manifestación de su poder, como Señor de la historia, que sabe mover muy bien los hilos de los acontecimientos. En realidad, las plagas fueron doce signos (en hebreo mofet, esto es “prodigio”), que comenzaron con el prodigio de los bastones en Éx 7,8-13 y la aniquilación del ejército egipcio en el Mar de las Cañas (Éx 14,27-31).

Pues la voluntad de Dios es salvar, liberar, rescatar, no deshumanizar ni oprimir, como en el caso del faraón, que simboliza todo aquello que se opone a la libertad y al ejercicio de la voluntad humana. Además, recordemos a propósito de nuestro artículo llamado Azufre y fuego, que la gente de los tiempos bíblicos, pensaban que las catástrofes naturales eran castigos directos de Dios, especialmente dirigidos a los malos y opresores, a los pecadores contumaces, como en el caso de Sodoma y Gomorra, como se ve en  Gén  19.

Por otra parte, la lectura cuidadosa del texto en mención nos ha mostrado una serie de incoherencias e inconexiones, que nos llevan a dudar de que los hechos hayan podido suceder, tal como los cuenta la Biblia. Según los estudiosos, la solución está en el hecho de que el relato de las plagas, es un combinado de tres narraciones distintas y de épocas diversas. En efecto, todo empezó con las tradiciones que se contaban de la salida de Egipto de un grupo de hebreos, cautivos en el país del Nilo. Se decía que una gran epidemia, causada quizás por la contaminación de las aguas del río, se abatió sobre las familias egipcias y mató a sus niños, mientras que las familias hebreas se salvaron porque habitaban en una región diferente y alejada de la población local, llamada Gosén (Éx 8,18). La confusión y el pánico que la epidemia provocó habría sido lo que les permitió escapar hacia el desierto, guiados por Moisés, y alcanzar la ansiada liberación.

Con este recuerdo, surgió la primera tradición de dos "plagas": la contaminación del agua y la muerte de los primogénitos (ver Éx 4,9.23). Cuando años más tarde los israelitas se encontraban viviendo en Canaán, la huida de Egipto se convirtió para ellos en el acontecimiento central de su historia. Primero, porque les permitió liberarse de la opresión extranjera. Segundo, porque a partir de ese momento ellos nacieron y se formaron como pueblo. Y tercero, porque fue la primera vez en la historia que Dios aparece actuando directamente sobre la tierra, mostrando así su capacidad de intervenir en el mundo. Nunca antes lo había hecho. El acontecimiento del éxodo cobró tal importancia en el pueblo de Israel que, con el paso del tiempo, la tradición oral lo fue cargando de detalles y ampliaciones, que servían sobre todo para la catequesis y la enseñanza de la fe de los israelitas.

Así, se añadieron al relato primitivo varias plagas más, que destacaban la fuerza y el poder de Dios. También se añadieron diálogos y conversaciones entre los distintos personajes, para crear suspenso y dramatismo, y para enseñar cómo tarde o temprano Dios termina doblegando hasta el corazón más endurecido y obstinado. De igual modo, se añadió en los personajes egipcios (el faraón, los magos, el pueblo, los funcionarios) un gradual cambio espiritual, a fin enseñar que Yahvé no rechaza a los extranjeros y preparar así a los israelitas para una catequesis misionera abierta y madura.

Para los israelitas, uno de los episodios más importantes de su historia fue el éxodo, junto con el de las plagas de Egipto. Y para los cristianos también. Porque nos enseña, de modo incuestionable, que Dios intervino y sigue interviniendo en la historia de los seres humanos y en sus anhelos. No ciertamente de manera directa, como si Él tuviera que solucionar todos los errores que cometen los hombres y mujeres en el mundo. Pero sí interviene de modo indirecto, cada vez que uno escucha su palabra y se decide a llevarla a la práctica. Muchos hoy, frente a las injusticias y el dolor que oprimen a media humanidad, se preguntan si Dios puede todavía actuar entre nosotros, si tiene poder para terciar en nuestros conflictos y ayudar a los que sufren. Sólo puede actuar si encuentra gente decidida, como Moisés y los israelitas, a cambiar ellos mismos la historia. 

Es que Dios tiene un proyecto para toda la humanidad. Éste consiste en que haya libertad, paz, justicia, bienestar e igualdad de oportunidades para todos los humanos. Y la oposición a este proyecto acarrea inevitablemente calamidades. Quizás por eso hoy nos azotan tantas plagas (¿pandemia?). Pues, como el faraón de Egipto, seguimos empecinados en oprimir y abusar, cada uno a su manera, de nuestros hermanos más débiles. El día en que todos juntos busquemos una salida a tanta opresión, ese día las plagas cesarán.

 

Ver: ¿Cuántas fueron las plagas de Egipto? Amigos de la Egiptología, en: https://egiptologia.com

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