Estamos presentando a los protagonistas del libro de los Hechos de los Apóstoles y precisamente, con este título, hemos de pensar que trata precisamente de los Doce y que, en cada una de sus páginas, son presentados todos. Pero ¿esto es así? Comencemos por el título que, a todas luces, es engañoso.  El título de la segunda parte de la obra de San Lucas (Evangelio-Hechos), “Hechos de los Apóstoles” no responde al contenido del mismo. Solo San Pedro tiene importancia en la primera parte (Hech 3,1-5,11; 9,32-11,18; 12,1-1-18), y San Pablo en la segunda (Hech 13-28). Los demás apóstoles prácticamente no aparecen en escena.

Probablemente el título –que es tan antiguo y era conocido por Ireneo y Clemente de Alejandría– obedece al interés de la Iglesia primitiva por ambos apóstoles, en cuanto que ellos son los apóstoles principales. Pues, como ya hemos afirmado, es el Espíritu Santo el verdadero protagonista del libro y de la extensión del Evangelio hasta los confines de la tierra (Hech 1,8). De forma que San Pedro, San Juan, luego Esteban y San Pablo aparecen y desaparecen, pues el Espíritu es el alma de la Iglesia y ellos son sus instrumentos. De allí que deberíamos llamar a este libro, el “Libro de los Hechos del Espíritu”.

Pero entonces, ¿del todo no aparecen? Vayamos por partes:

• Jesús los instruye y se despide de ellos (Hech 1,3-8)-
• Sube al cielo en presencia de ellos (Hech 1,9-11)
• Los apóstoles (once en total), se reúnen en el Cenáculo, para orar en común acuerdo, con algunas de las mujeres discípulas del Señor, con María la madre de Jesús y sus hermanos (Hech 1,12-14).
• El grupo apostólico se recompone, por la separación de Judas y de su muerte, para elegir a un nuevo apóstol: Matías (Hech 1,15-26).
• Participan del acontecimiento de Pentecostés, el Espíritu se posa sobre ellos, quienes hablan en lenguas extranjeras y los testigos del evento, los oyen hablar en su propia lengua (Hech 2,1-6).
• Pedro se dirige a la multitud con su primer anuncio o kerigma (Hech 2,14-36). Y aunque no se diga en el texto, es probable que el bautismo de los primeros creyentes, estuvo a cargo de ellos (Hech 2,37-41).
• Los nuevos bautizados asistían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles (Hech 2,42), junto a la vivencia de la comunión, de la fracción del pan y de las oraciones.
• Pedro y Juan van al templo y un paralítico es curado por Pedro (Hech 3,1-11), a lo cual sigue un nuevo discurso kerigmático de Pedro (Hech 3,12-26).
• Son perseguidos por el Sanedrín (Hech 4,1-21) y los apóstoles se reúnen en oración en la comunidad, la cual experimenta un “pequeño Pentecostés” (Hech 4,23-31).
• En aquella comunidad se vive la comunión de bienes, salvo al caso de Ananías y Safira, como vimos (Hech 4,32-11).
• Los apóstoles realizan signos y prodigios en la comunidad y de nuevo sufren la persecución (Hech 5,12-42).
• Ellos coordinan la elección de los Siete de la comunidad de los helenistas y a quienes les imponen las manos (Hech 6,1-6), destacándose entre ellos Esteban y Felipe (Hech 6,8-15, 7,54-8,1ª; 8,4-40).
• Envían a Pedro y Juan a Samaria, desde la iglesia madre de Jerusalén, que había sido evangelizada por Felipe, para conferir el don del Espíritu Santo a los recién bautizados (ver Hech 8,4-9,31, especialmente los versículos 14-17).
• San Pedro confirma la misión a los paganos, yendo a casa del centurión Cornelio (Hech 9,32-11,18).
• Finalmente, después de un intento fallido por encarcelar y matar a Pedro, de parte de Herodes Agripa I, el apóstol se va “a otro lugar” y desaparece de la escena, volviendo a aparecer de nuevo en la Asamblea o Concilio de Jerusalén, junto con el resto de los apóstoles; con Bernabé, Pablo y Santiago, hermano del Señor (Hech 15,1-31). El resto de los Hechos de los Apóstoles se dedica a hablar de San Pablo, con sus segundo y tercer viaje misionero hasta desembocar en Roma, término de su trabajo evangelizador, en su último viaje (Hech 15,36-28,30).

El cambio de los apóstoles