El sentido del texto exige más bien que el puesto de Judas, que abandonó por traición, quede desierto, lo que estaría en contra de la elección de un sustituto. Por eso san Lucas cita otro texto, el Salmo 109,8 donde la maldición contra el impío, consiste en que sus días sean pocos y otro ocupe su cargo. Ya vimos, el domingo anterior, que estos textos de los Salmos, forman parte del llamado género literario llamado “relato de muertes infamantes”, que se usaba para contar la muerte de ciertos pecadores, enemigos de Dios, que durante su vida se oponían a los proyectos divinos. Los textos que cita San Pedro en su discurso, es para resaltar la necesidad de elegir a alguien que lo sustituya. Notemos que en la versión litúrgica de la primera lectura de la fiesta de San Matías, no se menciona la muerte de Judas, acontecimiento que ya hemos comentado acá el domingo anterior.
En la segunda parte del discurso (vv. 21-22), Pedro pone las condiciones que debe tener el candidato para sustituir a Judas. Pedro llama al puesto que debe ser ocupado: literalmente "porción en este ministerio" (v.17) o literalmente "lugar en este ministerio y apostolado" (v. 25). El ser apóstol es, por lo tanto, el tomar parte en un servicio, un ministerio o un apostolado. Las condiciones que pone Pedro son dos:
En primer lugar: debe ser un varón. Pedro dice literalmente: "uno de los varones que anduvieron con nosotros”, no usa el término “hombre”, que podría ser inclusivo, como en Gén 1,26-28. En segundo lugar: debe ser uno de los discípulos que estuvieron con Jesús desde el bautismo de Juan hasta el día de la ascensión. Con esto Pedro excluye, hacia atrás, a las mujeres galileas, a los hermanos de Jesús (y entre ellos a Santiago), que también estaban presente en la asamblea. Estos no fueron discípulos de la primera hora, todo lo contrario, al comienzo no creyeron en él. Pero también excluye, hacia adelante, a todos los que después tendrán una experiencia de Jesús resucitado (como Esteban, Pablo y otros más).
Sólo el que cumpla estas dos condiciones puede ser agregado al número de los 12 apóstoles y ser constituido "testigo con nosotros de su resurrección". La asamblea presentó a dos que cumplían con las condiciones estipuladas: José, llamado Barsabás, por sobrenombre Justo y Matías. El modo de elección fue la oración en común y mecánicamente "echando suertes" (ver Jos 7,14; 1 Sam 14,41-42; Lc 1,8-9), la cual recayó sobre Matías. Al respecto, el Papa emérito Benedicto XVI, enseñaba lo siguiente:
Precisamente este último fue el escogido y de este modo "fue agregado al número de los doce Apóstoles" (Hch 1, 26). No sabemos nada más de él, salvo que fue testigo de la vida pública de Jesús (cf. Hch 1, 21-22), siéndole fiel hasta el final. A la grandeza de su fidelidad se añadió después la llamada divina a tomar el lugar de Judas, como para compensar su traición. De aquí sacamos una última lección: aunque en la Iglesia no faltan cristianos indignos y traidores, a cada uno de nosotros nos corresponde contrarrestar el mal que ellos realizan con nuestro testimonio fiel a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador… (Audiencia General, Miércoles 18 de octubre 2006).