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Viernes, 26 Abril 2024
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la eutanasia como aquella “acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente”.

Esta definición resalta la intención del acto médico, es decir, el hecho de querer provocar voluntariamente la muerte de otro.

La eutanasia se puede realizar por acción directa: proporcionando una inyección letal al enfermo, o por acción indirecta: no proporcionando el soporte básico para su supervivencia.

En ambos casos, la finalidad es la misma: terminar con una vida enferma. Esta acción sobre el enfermo, con la intención de sacarle la vida, se llamaba, se llama y debería continuar llamándose homicidio.

La información y el conocimiento del paciente sobre su enfermedad y su demanda libre y voluntaria de poner fin a su vida, el llamado suicido asistido, no modifica el hecho que sea un homicidio, ya que lo que se propone entra en grave conflicto con los principios que han regido el derecho y la medicina hasta nuestros días. Mi madre, el pasado 15 de enero cumplió 90 años de vida, con una salud frágil por el paso de los años, lleva años sufriendo las inclemencias del Alzheimer y ha sobrevivido a varios infartos cerebrales y cardiacos, estos últimos en el año 2007. En estos últimos días de enero fue hospitalizada en la Unidad Coronaria del Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia, desde su llegada a emergencias fue tratada con dignidad respeto y consideración en todo momento la calidez humana del Capital Humano hospitalario se demostró, me explicaron la gravedad de la situación y sobre todo de las consecuencias y riesgos que conlleva a su edad la colocación del marcapasos, en todo momento sentí el verdadero interés de ayudarla a sobrevivir. El proceso de colocarle un marcapasos a sus 90 años y con Alzheimer fue exitoso, ahora tendrá una mejor calidad de vida.

Como cristiano vino de inmediato a mi mente la situación que en muchos países viven personas adultas mayores en las mismas condiciones de mi madre y personas con enfermedades mentales crónicas, en esos países la solución que ofrecen   es la eutanasia algo incompatible con nuestros valores cristianos.

La eutanasia es un acto que busca provocar la muerte a una persona enferma, que comporta graves consecuencias familiares, sociales, médicas, éticas y políticas.

Su despenalización modificará desde sus raíces las relaciones entre las generaciones y los profesionales de la medicina.

El informe Remmelink sobre la práctica de la eutanasia en Holanda rebela la cifra de mil muertos por eutanasia involuntaria (sin consentimiento) durante el año 1990. Estos mil pacientes eutanasiados son mil razones poderosísimas para oponerse a la eutanasia activa.

Igualmente, en los casos en que la eutanasia la solicita el paciente, existe un grave problema ético porque se trata de una derrota social y profesional ante el problema de la enfermedad y la muerte.

Los casos extremos y la autonomía personal, que siempre son indicados por los partidarios de la eutanasia para su despenalización, no han de generar leyes socialmente injustas, que confrontan el deseo individual con el deber ineludible del Estado a la protección de la vida física de cada ciudadano.

La Asamblea de Asociados y Asociadas de la Asociación Hogar Carlos María Ulloa, en el año 2019, acordó que la institución contara con un Manual de Marca, que nunca tuvo, además que en el mismo se reflejara su historia, desde su creación hasta la actualidad.

Organizaciones advierten sobre graves limitaciones de recursos en estas instituciones para evitar un contagio masivo de Covid-19, lo que podría significar la muerte para muchos de sus usuarios.

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