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Miércoles, 15 Octubre 2025
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Valores cristianos y democracia en Costa Rica

By Orientador Familiar, UJPll / Doctor en Humanidades, UPF Julio 28, 2025

Costa Rica ha sido, durante décadas, un ejemplo de estabilidad democrática y convivencia pacífica, sustentada en valores cristianos profundos que aún hoy siguen siendo la base de su identidad.

La historia del país está marcada por una tradición de respeto a los derechos humanos, justicia social y libertad, principios que han sido promovidos y fortalecidos por la influencia de la Iglesia Católica y su enseñanza de amor, solidaridad y responsabilidad social. En un contexto donde la elección presidencial, junto con la selección de 57 diputados y diputadas, se acerca, la responsabilidad de votar con conciencia y en línea con estos valores nunca ha sido tan importante.

La democracia en Costa Rica ha sido un ejemplo en la región, y uno de sus mayores logros ha sido mantener un sistema político estable, pacífico y participativo.

Sin embargo, no debemos dar por sentado que esa estabilidad sea eterna. La historia mundial nos muestra cómo democracias frágiles pueden deteriorarse rápidamente si se pierden los valores fundamentales que las sustentan.

La historia de países como Venezuela o Nicaragua, que en las últimas décadas han visto cómo sus democracias se han erosionado, nos advierte sobre la importancia de mantenernos firmes en nuestros valores y principios.

Costa Rica no está exenta de estos riesgos. La corrupción, la polarización y la desinformación son amenazas que pueden socavar la estabilidad democrática si no somos vigilantes.

La participación activa, informada y basada en valores cristianos puede ser la mejor defensa contra estas amenazas.

La enseñanza social de la Iglesia Católica, que promueve la dignidad de la persona humana, la justicia social, la solidaridad y el bien común, ofrece una guía sólida para tomar decisiones responsables en estas elecciones. La elección de líderes y representantes que respeten estos valores es fundamental para seguir fortaleciendo nuestro sistema democrático.

Un ejemplo claro de cómo los valores cristianos pueden orientar la comunicación política es la importancia de la no violencia y el respeto mutuo.

La política conflictiva, que fomenta la división, la intolerancia y la agresión verbal, solo debilita la democracia.

La Biblia y la enseñanza de la Iglesia abogan por el diálogo, la comprensión y la búsqueda de consensos. La comunicación política no violenta, basada en el respeto y en la escucha activa, puede ser un camino para construir puentes en lugar de muros, fomentando una convivencia pacífica que refleje los valores cristianos.

Costa Rica siempre ha sido un país que valora la justicia social y la protección de los más vulnerables.

La opción de votar por líderes que promuevan políticas inclusivas, que protejan a los derechos humanos y que trabajen por un desarrollo sostenible, refleja ese espíritu cristiano de amor al prójimo.

La historia de la Iglesia en Costa Rica también muestra un compromiso constante con la educación, la salud y la protección de los derechos sociales, que son pilares fundamentales de una democracia saludable.

Es importante recordar que los valores cristianos no son solo una cuestión de fe personal, sino una responsabilidad social y política.

La Iglesia Católica, a través del papal central y de sus líderes en diferentes países, ha insistido en la importancia de que los cristianos participen activamente en la vida pública con responsabilidad y conciencia.

En sus mensajes, el Papa Francisco  llamaba en múltiples ocasiones a los cristianos a ser protagonistas en la construcción de una sociedad más justa, solidaria y respetuosa del medio ambiente. Su exhortación a practicar la misericordia, la justicia y la fraternidad puede ser un faro que ilumine nuestras decisiones electorales.

Un ejemplo de comunicación política basada en estos valores es la promoción del diálogo y la cooperación entre diferentes actores políticos y sociales.

La construcción de consensos no implica la renuncia a las propias ideas, sino la capacidad de escuchar y respetar las diferencias, buscando siempre el bien común. En Costa Rica, esto se refleja en las iniciativas que buscan integrar distintas opiniones para alcanzar soluciones que beneficien a toda la sociedad, especialmente a los más necesitados.

La participación electoral en Costa Rica no debe ser vista solo como un acto cívico, sino como un acto de amor y compromiso con el país.

La elección de un líder o lideresa que respete los valores cristianos de justicia, paz y solidaridad puede marcar la diferencia en la dirección que tome la nación en los próximos años.

La responsabilidad de cada votante es enorme, y esa responsabilidad implica informarse con objetividad, analizar las propuestas y reflexionar sobre qué opción contribuye realmente al fortalecimiento de nuestra democracia y a la construcción de una sociedad más justa y humana.

La historia del cristianismo en Costa Rica también nos muestra cómo la iglesia ha sido un espacio de resistencia ante las injusticias y un motor de cambio social.

La defensa de los derechos de los campesinos, indígenas y trabajadores, así como su labor en la educación y la salud, reflejan una profunda conexión entre la fe y el compromiso social.

Estos ejemplos nos inspiran a seguir promoviendo una política basada en la ética, la transparencia y la honestidad, valores que deben prevalecer en este proceso electoral.

Asimismo, la educación en valores cristianos puede ser una herramienta poderosa para fortalecer la cultura democrática en Costa Rica.

Desde las escuelas, las iglesias y las organizaciones sociales, podemos promover el respeto, la tolerancia y la empatía.

La formación en estos valores ayuda a formar ciudadanos críticos y responsables, capaces de discernir entre diferentes opciones y tomar decisiones que beneficien a toda la comunidad.

El papel de los líderes políticos también es fundamental en este proceso. La historia muestra que cuando los líderes actúan con honestidad, justicia y humildad, pueden inspirar confianza y fortalecer la democracia.

Por el contrario, los ejemplos de corrupción, abuso de poder y autoritarismo, que en algunos países han llevado a la pérdida de las democracias, deben ser advertencias para no repetir esos errores en Costa Rica.

La sociedad debe exigir transparencia y compromiso ético a quienes aspiran a gobernar, recordando siempre que su autoridad proviene del pueblo y debe ser ejercida con responsabilidad y en línea con los valores cristianos.

El país también enfrenta desafíos relacionados con la desigualdad y la pobreza, que requieren soluciones basadas en la justicia social y en la solidaridad.

La misión social de la Iglesia Católica, que promueve la opción preferencial por los pobres, puede ser un ejemplo para los políticos y la ciudadanía en general.

La búsqueda de una distribución más equitativa de los recursos, el acceso universal a la educación y la salud, y la protección del medio ambiente, son temas en los que los valores cristianos pueden orientar las políticas públicas hacia un desarrollo más humano y sostenible. 

La participación activa de la ciudadanía en la política, con respeto, diálogo y responsabilidad, es una expresión concreta del amor al prójimo y del compromiso con el bien común.

La elección de representantes que compartan estos valores no solo fortalece la democracia, sino que también garantiza que las decisiones del país estén alineadas con los principios éticos y religiosos que han caracterizado a Costa Rica como un ejemplo en la región y en el mundo.

Costa Rica se encuentra en un momento crucial donde la elección presidencial y legislativa puede definir el rumbo de la nación en los próximos años.

La historia y los valores cristianos nos llaman a actuar con responsabilidad, honestidad y amor al prójimo.

La Iglesia Católica, desde sus enseñanzas y su ejemplo, nos invita a participar en la política con un espíritu de servicio, diálogo y justicia.

La comunicación política no violenta, basada en el respeto y la empatía, puede ser un camino para fortalecer nuestra democracia y construir un país más justo, solidario y en paz.

La responsabilidad de cada uno de nosotros es grande, y en nuestras decisiones está la esperanza de una Costa Rica que siga siendo ejemplo de democracia y valores cristianos en la región y en el mundo.

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