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Viernes, 18 Julio 2025

Todo es posible, construí mi proyecto de vida

By Willy Chaves Cortés, OFS Orientador Familiar, UJPll / Doctor en Filosofía y Letras, TIU Junio 23, 2025

Nací un 3 de agosto. Provengo de una familia humilde. Mi padre era semi analfabeto. Mi madre procreó 18 hijos. Desde niño, entendí que la vida no sería fácil, que las dificultades eran muchas y que las oportunidades, en ocasiones, parecían escasas. Pero también comprendí que la educación podía ser mi instrumento de cambio, mi vía para salir de la pobreza y transformar mi realidad. En mi caso, fui adoptado por mi tía materna. Mi madre enfermó en mi parto, y por recomendación médica, no pudo hacerse cargo de mí.

La vida me puso en un camino lleno de obstáculos, pero también de aprendizajes. Desde muy joven, supe que estudiar sería mi esperanza, mi forma de luchar por un futuro diferente. La educación se convirtió en mi refugio, en mi arma para desafiar las circunstancias adversas y construir un destino propio.

Estudié lo que me dio la gana. Me formé en varias disciplinas. A pesar de estar pensionado hace cinco años, sigo estudiando. La vida me ha enseñado que el esfuerzo constante y la perseverancia son las claves para avanzar. La historia que comparto es un ejemplo de cómo la determinación puede cambiar vidas y cómo un proyecto de vida bien definido puede ser la brújula que nos guía en medio de las dificultades.

El proyecto de vida es una visión. Es una meta clara que nos impulsa a seguir adelante. Es una hoja de ruta que nos ayuda a mantenernos firmes, incluso cuando todo parece perdido. Para mí, esa visión fue siempre clara: salir de la pobreza, aprender, crecer y servir a los demás. La vida, en sus momentos más duros, me enseñó que perseverar no es solo una virtud, sino una necesidad. La perseverancia es esa cualidad que nos permite seguir luchando, aun cuando el camino se presenta difícil.

La motivación, en cambio, es esa fuerza interna que nos impulsa a no rendirnos. Es esa chispa que enciende nuestro espíritu en los momentos de duda. La motivación alimenta la esperanza, la esperanza alimenta el esfuerzo, y ese esfuerzo construye nuestro destino. La historia de quienes perseveran, de quienes luchan con pasión, nos enseña que, con voluntad y constancia, los sueños pueden hacerse realidad.

Mi historia personal refleja que, con esfuerzo y dedicación, es posible sobreponerse a las circunstancias adversas. Desde niño, entendí que estudiar sería la vía para transformar mi realidad. La pobreza, las dificultades familiares y las limitaciones económicas no fueron obstáculos insalvables. La educación fue mi refugio y mi arma para desafiar el destino que parecía estar predestinado para mí.

Desde la perspectiva de grandes intelectuales latinoamericanos, esta historia adquiere un significado más profundo. Paulo Freire, uno de los pensadores más influyentes en materia de educación en América Latina, dice que “la educación es un acto de amor y de esperanza”. Para Freire, la educación no solo es transmisión de conocimientos, sino un proceso de liberación y transformación social. La perseverancia en el estudio, en la vida misma, es un acto de esperanza y resistencia contra la desigualdad.

Monsiváis, uno de los ensayistas y críticos culturales más destacados de México, afirma que “la cultura no es un adorno, sino una necesidad para entender y transformar nuestro entorno”. La cultura, en su dimensión más profunda, nos ayuda a entender quiénes somos y qué queremos lograr. La perseverancia en la formación cultural y académica es un acto de compromiso con nuestra identidad, con nuestro pueblo y con nuestra historia.

Octavio Paz señala que “la esperanza es una forma de la inteligencia que no se rinde”. La esperanza, en palabras de Paz, es una estrategia de la inteligencia. Es esa capacidad que tenemos los seres humanos para seguir creyendo en un futuro mejor, en medio de las dificultades. La perseverancia y la esperanza son, en definitiva, las armas que nos permiten seguir luchando, sin importar las circunstancias.

Jorge Amado, en su obra, expresa que “el sueño de un pueblo no muere, solo se transforma”. La lucha por la educación, por una vida digna, es esa transformación constante que permite a los pueblos crecer y avanzar. La perseverancia en la lucha por los sueños colectivos refleja esa capacidad de cambiar, de adaptarse y de seguir construyendo un mundo más justo.

Jorge Luis Borges, uno de los grandes escritores latinoamericanos, afirmó que “uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha sido”. Esta frase nos recuerda que nuestra identidad, nuestro carácter, se forja en la perseverancia, en las luchas diarias y en los esfuerzos que realizamos para alcanzar nuestras metas. La historia de cada persona, como la mía, se construye con sacrificios y decisiones constantes.

La vida misma, según Mario Bunge, “es un proceso de aprendizaje y crecimiento”. La existencia no es solo vivir, sino aprender y construir sentido a partir de nuestras experiencias. La perseverancia y la motivación son, entonces, las herramientas que nos permiten seguir aprendiendo y creciendo, día a día.

Cada dificultad es una oportunidad para reinventarse. Cada esfuerzo suma en la construcción del destino que queremos. La perseverancia, en ese sentido, no significa solo mantenerse firme, sino también aprender de los errores, ajustar el rumbo y seguir adelante con más fuerza.

 Mi historia demuestra que, con determinación, fe y trabajo constante, podemos transformar nuestras vidas. La educación, como símbolo de esperanza y liberación, es la herramienta más poderosa para lograrlo. La perseverancia y la motivación nos impulsan a seguir luchando, a pesar de las adversidades, y a construir un futuro lleno de posibilidades y sueños.

 El camino del sueño se construye con pequeños pasos. Con decisiones diarias que fortalecen nuestra voluntad. La perseverancia no significa la ausencia de dificultades. Significa seguir adelante a pesar de ellas, con la mirada puesta en la meta final.

La motivación, en cambio, es esa chispa interna que nos recuerda por qué empezamos. Nos impulsa a continuar, a no rendirnos, a seguir luchando por lo que queremos. Ambos conceptos, perseverancia y motivación, son los pilares que sostienen un proyecto de vida auténtico y duradero.

Reflexionar sobre el proyecto de vida, la perseverancia y la motivación, nos invita a entender que la vida misma es un proceso de construcción constante. La historia personal que comparto demuestra que, con esfuerzo, fe y trabajo diario, podemos superar cualquier obstáculo.

La educación, como símbolo de esperanza y liberación, es la herramienta más poderosa para transformar vidas y sociedades enteras. La perseverancia y la motivación son los motores que nos impulsan a seguir adelante. Nos recuerdan que cada sacrificio, cada lucha, vale la pena. Y que la vida, en su esencia, es un proyecto que se construye día a día, con sueños, con lucha y con esperanza.

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