Dios quiere que nos graduemos en la profesión de la esperanza, por eso nos va hacer esperar para ejercitarnos en ella. Si tomamos la Biblia y leemos algunos pasajes hay grandes ejemplos de espera. Para mencionar algunos, Abraham tuvo que esperar por su hijo Isaac, Isaac tuvo que esperar que Dios le proveyera su esposa a través del trato que hizo su padre con su siervo, y no apresurarse a buscarse una por su propia cuenta.
Job tuvo que esperar todo el tiempo que duró su terrible prueba para escuchar a Dios, conocerlo cara a cara y obtener respuesta a su situación. Martha y María tuvieron que esperar a Jesús para que resucitara a Lázaro. Al señor Jesús también le tocó esperar 30 años para que se cumpliera el propósito de Dios en Él y se desarrollara su ministerio, y durante todo ese tiempo tuvo que esperar pacientemente el tiempo de Dios, el momento adecuado.
Esperar es duro, es desgastante, esperar es una batalla constante, esperar en Dios no es fácil, pero esperar en Dios no es quedarnos quietos sentados sin hacer nada, esperar en Dios es resistir al diablo y tener dominio propio, buscar a Dios contantemente para no tomar las cosas de nuestra propia rienda y buscar nuestras propias soluciones.
En la Biblia, hay oun ejemplo de una persona que no supo esperar en Dios, Saúl, él presenta el carácter de alguien que no sabe esperar en Dios.
1 de Samuel 10:8: “Luego bajarás delante de mí a Gilgal; entonces descenderé yo a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer”.
Este caso de Saúl nos enseña que como la lógica de Dios no siempre se parece a la nuestra, si para algunos esperar es una mala estrategia y perdida de tiempo, para Dios la locura está en no esperar en sus promesas, a su tiempo y a su voluntad.
Ese fue el caso de Saúl, a quien Samuel le dijo: “locamente has hecho al no esperar en la orden que Dios te había dado”. Saúl tuvo la capacidad de esperar el primero, el segundo, y hasta el séptimo día. Pero cuando perdió la esperanza, y presionado por las condiciones externas que le rodeaban, bajo una excusa que parecía santa, desobedeció el mandamiento inicialmente dado, tomando cartas en el asunto, y desechando así la Palabra de Dios.
En la vida, no nos podemos dejar presionar y desesperar por las condiciones externas, hay presiones sociales, familiares, en el trabajo, pero no podemos sucumbir, debemos aprender a detenernos un poco para analizar las cosas y no tomar decisiones apresuradas.
La espera tiene la capacidad de sacar lo que hay en nuestro interior, el tiempo de espera va a descubrir nuestros verdaderos intereses e intenciones, la espera tiene la capacidad de revelar si vamos a negar o a obedecer a Dios, es la que va a sacar a la luz los fundamentos de nuestra fe.
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