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Frente a la impaciencia: esperar en Dios

By Junio 28, 2021

Esperar en Dios, sin temor ni angustia, es una tarea muy difícil que pocos logran de verdad. La impaciencia nos lleva en ocasiones a romper los tiempos y acelerar las cosas que aún no deben pasar en un momento que no es el más correcto.

La espera a la que Dios nos llama no es un estado de pasividad o de indiferencia, es un estado activo donde se están dando pasos precisos hacia su voluntad.

Esperar en el Señor no es algo que nos guste hacer o porque no tenemos más opción, esperar en el Señor no significa que ya hemos agotado todas las demás posibilidades, esperar en Dios, lo hacemos incluso cuando tenemos otras opciones.

Pero a menudo la impaciencia nos controla, en la cotidianidad de la vida, no somos ni capaces de esperar en una fila del banco o del supermercado, y en esa desesperación no logramos ver con claridad lo que nos puede suceder y la vida de un cristiano es una vida de espera.

Las mejores cosas toman tiempo, y es una realidad que a Dios le gusta hacerse esperar, porque es muy grande y hermoso todo lo que Él nos quiere dar.

En el libro de Hebreos se dice “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” (Hb 23).  

Dios quiere que nos graduemos en la profesión de la esperanza, por eso nos va hacer esperar para ejercitarnos en ella. Si tomamos la Biblia y leemos algunos pasajes hay grandes ejemplos de espera. Para mencionar algunos, Abraham tuvo que esperar por su hijo Isaac, Isaac tuvo que esperar que Dios le proveyera su esposa a través del trato que hizo su padre con su siervo, y no apresurarse a buscarse una por su propia cuenta.  

Job tuvo que esperar todo el tiempo que duró su terrible prueba para escuchar a Dios, conocerlo cara a cara y obtener respuesta a su situación. Martha y María tuvieron que esperar a Jesús para que resucitara a Lázaro. Al señor Jesús también le tocó esperar 30 años para que se cumpliera el propósito de Dios en Él y se desarrollara su ministerio, y durante todo ese tiempo tuvo que esperar pacientemente el tiempo de Dios, el momento adecuado.

Esperar es duro, es desgastante, esperar es una batalla constante, esperar en Dios no es fácil, pero esperar en Dios no es quedarnos quietos sentados sin hacer nada, esperar en Dios es resistir al diablo y tener dominio propio, buscar a Dios contantemente para no tomar las cosas de nuestra propia rienda y buscar nuestras propias soluciones.

En la Biblia, hay oun ejemplo de una persona que no supo esperar en Dios, Saúl, él presenta el carácter de alguien que no sabe esperar en Dios.

1 de Samuel 10:8: “Luego bajarás delante de mí a Gilgal; entonces descenderé yo a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer”.

Este caso de Saúl nos enseña que como la lógica de Dios no siempre se parece a la nuestra, si para algunos esperar es una mala estrategia y perdida de tiempo, para Dios la locura está en no esperar en sus promesas, a su tiempo y a su voluntad.

Ese fue el caso de Saúl, a quien Samuel le dijo: “locamente has hecho al no esperar en la orden que Dios te había dado”. Saúl tuvo la capacidad de esperar el primero, el segundo, y hasta el séptimo día. Pero cuando perdió la esperanza, y presionado por las condiciones externas que le rodeaban, bajo una excusa que parecía santa, desobedeció el mandamiento inicialmente dado, tomando cartas en el asunto, y desechando así la Palabra de Dios.

En la vida, no nos podemos dejar presionar y desesperar por las condiciones externas, hay presiones sociales, familiares, en el trabajo, pero no podemos sucumbir, debemos aprender a detenernos un poco para analizar las cosas y no tomar decisiones apresuradas.

La espera tiene la capacidad de sacar lo que hay en nuestro interior, el tiempo de espera va a descubrir nuestros verdaderos intereses e intenciones, la espera tiene la capacidad de revelar si vamos a negar o a obedecer a Dios, es la que va a sacar a la luz los fundamentos de nuestra fe.

 

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Laura Ávila Chacón

Periodista, especializada en fotoperiodismo y comunicación de masas, trabaja en el Eco Católico desde el año 2007.

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