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No educa quien agrede

By Junio 14, 2021

Cuando un niño tiene un mal comportamiento, aun hay adultos que dicen frases como: “Con una buena nalgada aprende a comportarse” o “si mis papás no me hubieran dado un buen par de fajazos sería un vagabundo”.

Sin embargo, los especialistas coinciden en que el castigo físico en los pequeños resulta perjudicial y, además, sus repercusiones pueden darse a corto, mediano y largo plazo. Incluso, mencionan que castigos no físicos, pero que resultan humillantes o amenazantes que infunden miedo, pueden tener un impacto negativo en el desarrollo de los chicos.

A los padres se les aconseja, como alternativa al castigo físico, buscar la comunicación con sus hijos, escucharlos, explicarles, mostrarles por qué es importante que se comporten de tal manera, decirles cuáles son las consecuencias de sus actos y reflexionar en conjunto.

Cabe además mencionar que en Costa Rica la Ley 8654 prohíbe el castigo físico y el trato humillante hacia los menores de edad. Si bien, el Estado reconoce la autoridad parental (el derecho y el deber de orientar, educar, cuidar, vigilar y disciplinar), eso no autoriza el castigo corporal, ni ninguna forma de trato humillante. Los padres podrían eventualmente perder la custodia del hijo.

 

La violencia no resuelve nada

 

Karol Guzmán, psicóloga del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) comentó que: “Dar una nalgada de vez en cuando podría suprimir la conducta en el momento, pero esto va a causar resentimiento, desconfianza, va a hacerle entender a ese niño o niña que las cosas se resuelven mediante la violencia y las repercusiones de esto no serán las mismas que si lo hiciéramos con cariño, amor y ternura”

Reitera que “dar una nalgada”, no ayuda a que los pequeños corrijan ese comportamiento, sino al contrario, van a sentir resentimiento, desconfianza, tristeza, humillación. “Eso de que “a mí me criaron así” o esas costumbres del pasado, todo eso debe cambiar, para ser hombres y mujeres de bien no se requiere recurrir al castigo físico o humillante”, dijo.

La especialista indica que “una nalgada” lo que puede provocar es que ese niño tienda a repetir esos actos violentos para solucionar problemas. Señala que las tácticas deben ser otras, por lo que recomienda escuchar y conversar, llegar a acuerdos conjuntos, provocar que los mismos niños piensen y reflexionen sobre sus conductas y consecuencias.

Guzmán habla de disciplina positiva, para esto es necesario dedicar tiempo a los hijos para escuchar sus opiniones y reflexionar con ellos. De acuerdo con ella, se debe poner límites y explicarles por qué se necesitan esos límites.

Como alternativa al castigo físico, señala que se puede asignar una tarea al chico o retirarles un estímulo de acuerdo, es decir, si tenía dos horas de televisión ahora tendrá solo media hora, esto si ya anteriormente se había negociado que esa sería la consecuencia de determinado comportamiento.

La psicóloga sugiere que se pueden utilizar incentivos, por ejemplo, darles una carita feliz cuando hacen las cosas tal como se habían comprometido a hacerlas, cuando se esfuerza, se concentra… y de paso, alentarlo de manera positiva: “Sos inteligente”, “Sé que podés hacerlo”, “vos podés”.

 

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Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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