La Solemnidad con la que empezamos el año nuevo dedicada a Santa María Madre de Dios es la primera Fiesta Mariana de la Iglesia Occidental e inició en Roma en el siglo IV. Desde los inicios de nuestra Iglesia veneramos a la “Theotókos” o Madre de Dios cuyo nombre aparece incluso en las Catacumbas antiguas subterráneas debajo de la ciudad de Roma.
Fue el Papa Pio XI en el XV centenario del Concilio de Éfeso quien instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre en recuerdo de este Concilio donde se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo que es verdadero Hijo de Dios. Sin embargo, en la última reforma del calendario, luego del Concilio Vaticano II, se trasladó la Fiesta para el 1 de enero como Solemnidad y con el título Santa María, Madre de Dios.
Siempre es bueno conocer la historia, las raíces, para comprender mejor lo que celebramos en el presente. Creo que Dios permitió que iniciemos cada año nuevo con la Madre que Jesús mismo nos entregó desde la cruz. “Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre Dios…” es la oración que debemos elevar cada primer día del año, pues Ella camina con nosotros, nos cuida y nos protege y, sobre todo, quiere que todos lleguemos al cielo, que nadie se pierda.
Nuestro Papa Francisco cada 1 de enero nos regala reflexiones especiales sobre la Santísima Virgen María Madre de Dios. El año pasado nos dijo “acercándose a María, la Iglesia se encuentra a sí misma, encuentra su centro, encuentra su unidad. En cambio, el enemigo de la naturaleza humana, el diablo, trata de dividirla, poniendo en primer plano las diferencias, las ideologías, los pensamientos partidistas y los bandos. Pero no podemos entender a la Iglesia si la miramos a partir de sus estructuras, a partir de los programas y tendencias, de las ideologías y funcionalidades: percibiremos algo de ella, pero no el corazón de la Iglesia. Porque la Iglesia tiene el corazón de una madre y nosotros, hijos, invocamos hoy a la Madre de Dios que nos reúne como pueblo creyente” (Homilía Papa Francisco, 1-1- 2020).
“De ella surgió la Salvación y por tanto no hay Salvación sin la mujer” nos dijo el Papa el año anterior. Palabras fuertes que nos interpelan a entender el camino que Dios quiso trazar para nosotros: María, mujer y madre. El Pontífice nos recordó que María es el camino para para unirnos a Dios y que si queremos tejer con humanidad las tramas de nuestro tiempo debemos partir de nuevo de la mujer.
Ese partir de nuevo desde la mujer el Papa lo relacionó a esas características de María de guardar todo en el corazón, de cuidar de los demás como Ella lo hizo y de llevar a todos la paz. “Y si queremos un mundo mejor, que sea una casa de paz y no un patio de batalla, que nos importe la dignidad de todas las mujeres. De una mujer nació el Príncipe de la Paz. La mujer donante y mediadora de paz y debe ser completamente involucrada en los procesos de toma de decisiones. Porque cuando las mujeres pueden transmitir sus dones, el mundo se encuentra mas unido y mas en paz. Por lo tanto, una conquista para la mujer es una conquista para toda la humanidad.
Deseo a todos un año nuevo cargado de esperanza donde podamos realmente depositar nuestra vida en la Madre de Dios y dejarnos guiar por Ella. Un año donde podamos cuidarnos más unos a otros, llevar la paz a todos los niveles y realmente preocuparnos por la dignidad de la mujer, el valor de la vida y la familia. Junto a la Madre de Dios también pido a San José que nos custodie y sobre todo que nos ayude a ver entre tanta confusión.
“Oh Madre, genera en nosotros la esperanza, tráenos la unidad. Mujer de la salvación, te confiamos este año, custódialo en tu corazón. Te aclamamos ¡Santa Madre de Dios! Todos juntos por tres veces, aclamemos a la Señora en pie, Nuestra Señora, la Santa Madre de Dios: ¡Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios!”. (Homilía Papa Francisco, 1-1-2020)
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