La beatificación de Carlo Acutis ha sido un fenómeno en redes sociales por verlo tan jovencito y normal. Algo que impresionó a muchos fue ver a sus padres en la beatificación y sobre todo a su madre, que es quien más se ha expuesto a los medios. Si les pasó a ellos, también le puede pasar a otros padres o les puede estar pasando, solo que son santos que quizás no se canonicen pero que igual van al cielo.
Lo normal es que los padres enseñen la fe a sus hijos y estos vayan creciendo en esta fe. Como Dios siempre nos sorprende, en el caso de Carlo todo sucedió al revés. Quien primero le habló de Dios fue la niñera y el pequeño niño con sus preguntas inquietantes sobre Dios obligó a su madre a estudiar incluso teología para poder responder a su hijo. La madre ha declarado que su familia no era ni siquiera católica practicante, fue su hijo quien la acercó más a Dios y a la Iglesia. La santidad de Carlo arrastró no solo a sus amigos jóvenes sino también a sus padres y espero que arrastre una multitud de nuevos santos y jóvenes.
Por un lado, podemos tener padres luchando con hijos que no quieren aceptar la fe, conozco muchos, pero, por otro lado, como sucedió con Carlo, podemos tener jóvenes santos devolviendo a sus padres a la fe como una inmensísima gracia de Dios. En Christus Vivit vemos como el Papa destaca la labor tan importante de los jóvenes en la historia, comenzando por la Virgen María que era una adolescente cuando Dios le confió la misión más grande que ha dado y podría dar por siempre a criatura alguna.
En este tiempo donde la juventud está tan amenazada por ideologías y valores que se oponen a la fe cristiana, por una hipersexualidad y un mundo materialista, nos manda Dios un santo como Carlo Acutis, quien joven como ellos, cree en la castidad, ama a la Virgen María, reza el rosario, ve la Eucaristía como su autopista al cielo, vive con austeridad y reparte lo que tiene a los pobres. Y para rematar, ofrece su enfermedad por el Papa y la Iglesia. Y todo lo anterior choca de frente con la mayoría de los jóvenes como un huracán que los desinstala de lo que ellos pensaban y creían.
La prensa secular ha compartido la historia de Carlo con curiosidad, han entrevistado a su madre; les parece curioso, increíble y misterioso. Carlo ha podido traspasar las fronteras de la Iglesia y está llegando a la sociedad secular donde de nuevo se presenta como ese huracán que con vientos extremos les anuncia que sí es posible vivir con fe y su vida lo testimonia.
Mi próxima columna la dedicaré a la mamá de Carlo pues ha hecho comentarios muy interesantes que vale la pena profundizar.
Muchos padres de familia me piden rezar por sus hijos que se pierden del camino trazado en la fe y yo les digo, recen sin desfallecer, recuerden a Santa Mónica con San Agustín. Lo enseñado queda siempre en el corazón y tarde o temprano brota de nuevo. Pero podemos tener padres con hijos santos, Dios también podría sorprenderlo a usted.
