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La vida eterna

By Lic. Lisandra Chaves Marzo 10, 2022

No conocí bien al Padre Marvin Robles que ahora está en ya con el Dios que le enamoraba el corazón cada día para entregarse por entero a las misiones. Sin embargo, a través de mi hermana María Quirós pude ser testigo de todo el bien que le hizo a ella como acompañante espiritual y el bien que hizo siempre a su alrededor.

Humanamente es imposible entender que un hombre joven, enamorado del Evangelio y de los pobres y lleno de sueños aún muera tan pronto por una enfermedad fulminante. ¿Acaso no necesita Dios obreros que trabajen fuerte en este mundo? Claro que Dios necesita obreros, pero también necesita santos en el cielo y ahora este sacerdote seguirá de misión desde el cielo.

Esta interrogante anterior surge siempre alrededor de los santos. Imposible entender la muerte de Santa Teresita a los 24 años, de Isabel de la Trinidad a los 26, de Carlo Acutis a los 15 y de tantos otros que se fueron al cielo en la flor de la juventud o aun con muchas fuerzas. No lo podemos entender con el intelecto sino solo con la fe.

La fe es la única que nos permite entender y aceptar que una persona buena regrese al Padre cuando él decida que ya ha cumplido su misión o que la seguirá cumpliendo desde el cielo. Solo la fe nos ayuda a comprender que esta no es la vida verdadera, que aquí somos solo peregrinos y que si luchamos por ser santos podemos alcanzar la prometida vida eterna.

Yo le decía a mi amiga María, “recuerda que nos volveremos a ver pues esa es nuestra fe. Resucitaremos con Cristo y viviremos con El por la eternidad”. En esos momentos ese es el consuelo de los cristianos porque humanamente no podemos detener el dolor y las lágrimas, pero ello no nos quita la esperanza.

Somos ciudadanos del cielo. El Padre Marvin se ha desgastado por el Evangelio y por las obras de misericordia. El ahora es un bienaventurado, un dichoso que ya cumplió su misión terrera con todo aquello que le fue puesto en sus manos. No desperdició nada. No enterró sus talentos, sino que los puso al servicio de Dios y de la Iglesia como sacerdote.

Viendo sus poemas y sus escritos podemos ver también un alma mística y enamorada de Dios que añoraba ese encuentro personal con Jesús. Ahora ya esto que escribió se ha cumplido, ya lo mira y como dice Santa Teresita, sus debilidades caen como gotas de agua en el fuego del amor de Dios que todo lo consume. Descansa en paz compañero.

Mas bien ahora pedimos al padre su intercesión por nosotros, por los sacerdotes que aun la luchan y por el pueblo de Dios que camina en un mar de tanta confusión y necesitamos esa luz siempre clara que es el Evangelio. Él que fue tan mariano mira ahora la Estrella de la mañana de la Iglesia que es la Santísima Virgen María y puede pedirle a la Madre que nos siga cubriendo con su manto ante tanto dolor, sufrimiento, corrupción, angustias e injusticias de este mundo.

María Quirós le llevó el escapulario verde el día en que falleció. Ese signo es la promesa de la Virgen a las almas en la hora de su muerte, ella viene por ellas y lo hemos visto, Dios derramó su misericordia en su hijo predilecto. Ya no sufre, ya no hay dolor, sed, hambre, angustia. Ahora todo es paz, gozo, alegría y eternidad. ¡Dichoso Padre Marvin, dichoso!

Comparto uno de sus versos: “Hagan lo que Él les diga. Esto dice María, ella ora día a día e hizo que El quería”. Este poema del Padre se llama así “Hagan lo que Él les diga” y es una recomendación que nos deja por escrito para que podemos llegar un día donde él está y donde también nos espera.

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