Octubre es un mes donde celebramos a grandes santos como San Francisco de Asís, pero tiene también la particularidad de recordarnos a dos mujeres santas, ambas doctoras de la Iglesia y carmelitas descalzas: Santa Teresa de Jesús, la reformadora del Carmelo y Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz.

Uno podría preguntarse, ¿no era suficiente con una sola Santa Teresa, la primera, la española, que nos dejó tantos escritos valiosos sobre la vida espiritual y la oración? Dios siempre nos sorprende y por eso me maravilla. Es mi opinión personal, pues así lo siento, que Teresa de Jesús nos habló desde los montes donde algunos la comprenden muy bien, pero Teresita nos habló en las llanuras para que aquellos que no entendimos muy bien en los montes podamos tener una dosificación diferente y adecuada a almas pequeñas en las llanuras.

Ambas son monjas de claustro, ambas son carmelitas descalzas y ambas se llaman Teresa como primer nombre, pero las diferencias comienzan con su segundo nombre. Teresa de Jesús, conocida como Teresa de Ávila, nació en 1515 y se va al cielo en 1582 con 67 años. Fue una escritora fecunda con múltiples libros, fundadora, reformadora y con una doctrina espiritual de gran riqueza sobre todo en el tema de la oración.

Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, conocida como Teresita de Lisieux, Francia, nació en 1873 y se va al cielo con solo 24 años en 1897. No fue fundadora, ni reformadora, ni madre superiora. Solo escribió su pequeña biografía, poemas, cartas y obras de teatro, pero esto fue suficiente para que se diera a conocer su doctrina de la infancia espiritual que ha cautivado el mundo entero.

Dios nos deja ver como su gloria se manifiesta tanto en una mujer del carácter fuerte de Teresa de Jesús, como en una niña de apenas 24 años que a su edad ya había alcanzado la cumbre de la santidad. Ninguna de las dos estudió teología o fue a la Universidad y sin embargo ambas lograron obtener el título de Doctoras de la Iglesia, no sin antes poder vencer en el tiempo el tema de ser mujeres para poder ser nombradas las primeras doctoras de la Iglesia. Teresa de Jesús logra este título en 1970 y gracias a ello el mar se abrió para que también Teresita pudiera obtenerlo en 1997. Damos gracias a Dios por la justicia que se ha hecho a estas brillantes mujeres porque Dios las dotó de un inmenso don de inteligencia.

Algunas personas se asombran de que Teresita pudiera lograr tal estatura espiritual siendo tan joven y que en su forma tan sencilla de escribir pueda ser considerada doctora de la Iglesia. Pienso que tienen razón en pensarlo, pero eso nos demuestra que para Dios nada hay imposible. Así como Teresa de Jesús cumplió su misión a los 67 años, Teresita lo logró a los 24 y no hay una mejor que otra, son un testimonio total de amor y unos nos identificamos más con una que con otra, pero ambas nos alimentan inmensamente el alma.