José, el hombre Justo, pone su confianza en Dios y escucha siempre su Palabra, responde con firmeza a su llamado y se entrega, a tiempo completo, al servicio de su familia, les brinda seguridad y protección, ama a su esposa y a su hijo; y los pone por delante a cualquier seguridad humana o material. “Todos pueden encontrar en san José -el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta- un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad. San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación. A todos ellos va dirigida una palabra de reconocimiento y de gratitud.”[3]
De igual forma, cada 1° de mayo, “día de San José Obrero”, reconocemos en él al sencillo carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De José, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan ganado con el fruto del propio trabajo. “Y mereció ser llamado el justo, ejemplo viviente de la justicia cristiana que debe dominar en la vida social”.[4]
El José que conocemos por el Evangelio, es un hombre de acción. “Es hombre de trabajo. El Evangelio no ha conservado ninguna palabra suya. En cambio, ha descrito sus acciones; acciones sencillas, cotidianas, que tienen a la vez el significado límpido para la realización de la promesa divina en la historia del hombre; obras llenas de profundidad espiritual y de la sencillez madura.”[5]
Al evocar a San José, Patrono de la Iglesia Universal y de nuestra Iglesia Arquidiocesana, confiamos que crezca la devoción y veneración hacia el Santo Patriarca para implorar confiadamente su intercesión, pero, antes que nada, que cada uno de nosotros sea imitador de este hombre virtuoso, pues los Santos- en particular José- “constituyen el comentario más importante al Evangelio, una actualización suya en la vida cotidiana y, por consiguiente, representan para nosotros un verdadero camino de acceso a Jesús.”[6]
Glorioso Patriarca San José
Ruega por nosotros
[1] Pablo VI, Alocución,19 de marzo de 1969.
[2] Papa Francisco, Patris corde, prólogo
[3] Ídem
[4] Pio XI, Divini Redemptoris, 1937
[5] Juan Pablo II, Audiencia General, 19 de marzo del 1980
[6] Benedicto XVI, Audiencia general, 20 de agosto del 2008
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