Los políticos están en la obligación de hacer propuestas claras y realistas. La claridad implica interactuar con transparencia con los ciudadanos, expresar el qué, el cómo se van a enfrentar los problemas, que soluciones son viables, con datos exactos y verificables, con qué equipo humano ejecutarán todo; la claridad conlleva centrarse en lo urgente sin decorados superfluos. En la claridad el político se juega su credibilidad. Asimismo, el político debe ser realista de allí que no puede ignorar que su gestión pasa por una serie de condicionantes estructurales. No puede fomentar expectativas falsas que con frecuencia, evidencian la desconexión entre la ambición política y el estado de las cosas.
La buena política no admite maquillaje mediático pues si seguimos anclados en ese esquema sólo cosechará más escepticismo y desesperanza.
La coherencia, la honestidad, la transparencia deben ser el norte en la vida política, pues al pasar los años y meditar sobre su gestión “la pregunta no será cuántos me aprobaron? cuántos me votaron? cuántos tuvieron una imagen positiva de mi?... Las preguntas quizás dolorosas serán” cuánto amor puse en mi trabajo? en qué hice avanzar al pueblo? qué marca dejé en la vida de la sociedad? qué lazos reales construí? qué fuerzas positivas desaté? cuánta paz social sembré?, qué provoqué en el lugar en que se me encomendó?”[3].
Muchas de estas promesas tienen una base común, concretamente un anuncio de ruptura total con formas de gobierno anteriores y la determinación de ejecutar cambios profundos y acelerados que desterrarán de forma automática, la pobreza, la desigualdad, la corrupción y cualquier situación que preocupe a los votantes. En una democracia madura como la nuestra, es de esperar que los ciudadanos sean críticos y con un alto nivel de discernimiento y exigencia ante el discurso meramente “prometedor”, una melodía que suena bonito.
Mi oración es por Costa Rica, para que sigamos construyendo entre todos, un país de paz con justicia social, respetuoso de la dignidad humana, que practica de manera efectiva la cultura del encuentro y del diálogo efectivo, que construye desde los pobres y marginados, que se deja conducir por Dios.
[1] Papa Francisco, Visita a Atenas, 4 de diciembre del 2021
[2] Papa Francisco, Fratelli Tutti, n.188
[3] Papa Francisco, Fratelli Tutti, n.197