A la luz de nuestra fe, el Señor Jesucristo nos da un maravilloso ejemplo cuando, viéndose rodeado de multitudes carentes de alimento, “llamó a los discípulos y les dijo: Me da lástima esta gente; ya llevan tres días junto a mí y no tienen qué comer. Si los despido a la casa en ayunas desfallecerán en el camino y algunos han venido de lejos” (Cf. Mc 8, 1-8).
Todos conocemos que este episodio culmina con el milagro de la "multiplicación de los panes y de los peces", sin dudarlo afirmo que Jesús ha de ser modelo e inspiración para muchos que hoy presentan su nombre para ser electos en diversos puestos, ver cómo Él identifica y profundiza en las necesidades de quienes le siguen. Jesús no piensa primero en sí mismo, piensa en aquellos con quienes comparte la vida, busca soluciones a los problemas de las gentes, aún más, se adelanta a ellos.
Otro ejemplo lo tenemos en el evangelio con la narración de las bodas de Caná, donde María se muestra atenta a las necesidades de los demás y así lo comunica a su Hijo: “No tienen vino”. (Juan 2,3)
Nuestra fe no nos deja indiferentes, no se queda en la abstracción o discurso, desde esta perspectiva ética, el liderazgo político siempre debe pasar por los derroteros del servicio, de la proximidad con quien está postrado en el camino, sin fuerzas ni esperanzas. No hablamos de “poses” populistas en aras de garantizarse votos o aprobación popular, sino de la política responsable que es apertura a todos. Esto no es un imposible, por el contrario, nos recuerda el Papa Francisco: “Hay líderes populares capaces de interpretar el sentir de un pueblo, su dinámica cultural y las grandes tendencias de una sociedad. El servicio que prestan … puede ser la base de un proyecto duradero de transformación y crecimiento”.[2]
El aforismo “Vox populi, vox dei”, a saber, la voz del pueblo es la voz de Dios, debe ser tenido en cuenta. Aquellos que están llamados a gobernar tienen, no solo la responsabilidad de escuchar y respetar al pueblo, sino la obligación de integrar, a través de estructuras justas, sus opiniones y necesidades reales y, ojalá hacer de estos, los fundamentos principales de toda política social y económica. Dejémonos guiar por la sabiduría divina, como lo hacen quienes sirven al Reino.
[1] Pablo VI, Populorum Progressio,26 de marzo de 1976, n.20
[2] Papa Francisco, Fratelli Tutti, 3 de octubre 2020, n.159