Para nadie es un secreto que las redes sociales pueden convertirse en ambientes muy hostiles para las personas, incluso en nidos de odio, difusoras de ofensas y noticias falsas, si no se tiene recta intención en su uso, y si no se conocen a fondo sus alcances, riesgos y posibilidades.
Los creyentes, frente a ello, estamos llamados a impregnar de vida y verdad el mundo de las redes, respondiendo con misericordia y fraternidad, al estilo del Buen Samaritano, siendo prójimo de todos también en los ambientes digitales, sanando los corazones heridos y acompañando a las nuevas generaciones para que su uso no hiera la dignidad de cada persona que hace uso de ellas.
Las redes, como nuevos areópagos, son ámbitos actuales de misión, en los que proclamar la Buena Noticia de la Salvación es una tarea impostergable pero que no se puede hacer de cualquier modo.
Por eso se advierte la importancia de que los llamados “influencers” católicos se orienten siempre por el encuentro y el servicio a Dios y a los hermanos más que por estrategias de mercadeo que tienen como fin únicamente recibir aprobaciones o ganar seguidores.
Una adecuada comprensión de la misión cristiana en el mundo de las redes tiene el potencial de cambiar el mundo, corazón a corazón, por eso la insistencia en que los discípulos misioneros de Jesús no podemos actuar en el mundo digital de forma inconsciente o descuidada.
En el contexto de las redes sociales, donde los individuos son a menudo consumidores y mercancías, esta reflexión pastoral busca por eso, una respuesta basada en la fe.
Esta respuesta comienza con el discernimiento de los estímulos que recibimos y con la escucha intencional. La atención, junto con el sentido de pertenencia, reciprocidad y solidaridad, son los pilares para construir un sentido de unidad que, en última instancia, debería fortalecer a las comunidades locales, permitiéndoles convertirse en motores del cambio.
Convirtiéndonos cada uno, sin importar el volumen o frecuencia de uso de las redes sociales, en “tejedores de comunión” mediante la creatividad del amor, podremos imaginar nuevos modelos basados en la confianza, la transparencia y la inclusión, aprendiendo a estar presentes al estilo de Dios y llevando la marca del testimonio.
Uno de los consejos más llamativos de este extenso documento es casualmente sobre cómo hacer presencia de fe en el mundo de las redes, recomendaciones que motivan nuestra reflexión A Fondo de esta semana en páginas 4 y 5.
En primer lugar, se pide hacerlo de forma reflexiva, no reactiva, teniendo cuidado de no caer en las trampas digitales que se esconden en contenidos diseñados expresamente para sembrar el conflicto entre los usuarios provocando indignación o reacciones emocionales.
Ante esta tentación, incluso, a menudo la mejor línea de acción es no reaccionar o reaccionar con el silencio para no dignificar esta falsa dinámica. Se puede afirmar con seguridad que este tipo de dinámica no ayuda; al contrario, causa un gran daño. Así pues, los cristianos estamos llamados a mostrar otro camino, el camino al estilo de Jesús.