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Ante la propuesta de regular el cultivo y venta de la marihuana con fines terapéuticos

By Dr. Luis G. Jiménez Arias, Ph.D. Diciembre 09, 2020

La marihuana, conocida también por su nombre científico Cannabis se utiliza como tratamiento terapéutico, esto es que ayuda a aliviar síntomas de algunas enfermedades tales como el dolor producido por el cáncer, o los efectos de su tratamiento. Su mayor consumo se debe a sus efectos de relajación y euforia que producen algunas sustancias que tiene la marihuana a los cuales les llamamos cannabinoides, por lo que se utiliza como “droga suave recreativa”, esto es con fines meramente de placer. Cualquiera sea su fin de consumo es una droga adictiva y su consumo tiene efectos deseados (aliviar un dolor, relajar a la persona, abrir el apetito) y no deseados (daño a las neuronas que interrumpe la actividad cerebral, el razonamiento, la  adecuada concentración y la dificulta recordar hechos recientes). Por lo que el debate bioético se basa en ambos consumos, en sus efectos fisiológicos, psicológicos, sociales, económicos y políticos.

 

La droga más consumida

 

El Cannabis es a nivel mundial la droga mas consumida y el consumo, cultivo o venta legal de la marihuana con fines terapéuticos o recreativos ha sido aprobado en muchos estados de  Estados Unidos, varios países europeos y en algunos de Suramérica.

Cada vez hay mas evidencia de los efectos benéficos en el uso terapéutico de la marihuana y el problema no parece ser la evidencia científica, el problema es su otro uso, al abrir la legalización de la marihuana con fines medicinales se podría también estar abriendo la puerta para su consumo recreativo, lo cual podría poner en mayor riesgo a la población a su consumo.

El anti-prohibicionismo ha sido liderado en algunos casos, entre otros, por los mismos gobernantes. A nivel mundial Estados Unidos, Rusia y Europa son los mayores consumidores. En los últimos 20 años el incremento en el cultivo, trafico y  consumo de Cannabis ha provocando grandes problemas sociales. Según el informe del 2016, de la Oficina de las Naciones Unidas contra las drogas y el delito, el consumo de Cannabis afecta a las personas en sus años más productivos, afectando el desarrollo sostenible de los pueblos. Esto por cuanto cuando los jóvenes caen en el ciclo del consumo, e incluso en el tráfico, en lugar de aprovechar las posibilidades de empleo lícito y educación, se crean en realidad obstáculos manifiestos para el desarrollo de personas y comunidades. Por otro lado existe evidencia científica que su consumo en tempranas edades lleva al consumo, mas tarde en la edad, de otras drogas más fuertes y más adictivas.

Según el Informe Jalisco “Mas allá de la Guerra de las Drogas” solo el 6% de los mexicanos han probado las drogas  ilegales vs. el 47% de los estadounidenses. Este mismo informe señala que Costa Rica el 1% de su población ha consumido marihuana.

Entonces, no parece ser tan fácil permitir el uso de la marihuana con fines medicinales y mantener la prohibición con fines recreativos, ya que el espectro de beneficios que se le atribuyen al Cannabis, y la gama de síntomas y enfermedades, es tan amplio que limita grandemente el control de su uso medicinal por lo que podría empeorarse el problema de adicción. El objetivo de las Naciones Unidas, en sus diferentes documentos, es disminuir tanto la demanda como la oferta, se reconoce la necesidad de acciones internacionales para prevenir y combatir la producción, comercio y consumo  de drogas.

 

Una estrategia integral

 

Pero, bajo el panorama actual se requiere una estrategia integral del problema. Así, la problemática de la legalización de la marihuana con determinado fin debe valorarse desde el punto de vista de su impacto en las costumbres y valores de cada sociedad, no solamente desde su efecto bueno medicinal sino desde las repercusiones no deseadas.

El Papa Francisco mencionó en su regreso a Roma, de Rio de Janeiro, que  “la legalización no es la vía” en Roma mencionó que "la droga no se derrota con la droga. La droga es un mal y con el mal no puede haber cesiones o compromisos". Dicho razonamiento era de esperar porque la farmacodependencia, en general de sustancias licitas o ilícitas, no es nada buena y su abuso siempre tendrá efectos secundarios moralmente no deseados.

Por otra parte en febrero del 2016 el cardenal mexicano Norberto Rivera, no ve impedimento en el uso medicinal de la marihuana y mencionó que  “La Iglesia nunca ha tenido ningún problema en recomendar que todos los elementos de la naturaleza que sirvan para la salud, para una vida mejor de los ciudadanos, sean aprovechados”.

La marihuana no tiene nada de recreativo, es adictiva, al igual que el alcohol y el tabaco. Aunque la legalización diferenciada, entre legalización de cultivo y consumo con fines terapéuticos versus la legalización con fines recreativos, podría resolver en parte el problema de su uso medicinal pero no va a resolver el problema del narcotráfico y narcomenudeo.

Es de esperar que la legalización, cualquiera sea su fin, no resolvería el problema de la adicción que requiere de un enfoque más amplio. Tal vez sean necesarias más acciones para combatir las causas que llevan a mundos tan sombríos tales como el desempleo, la pobreza, la educación y la salud física y mental de quienes se ven tentados al consumo de marihuana.

 

Regular, educar y prevenir

 

Es muy probable que la despenalización de la marihuana con fines terapéuticos pueda llevar a un aumento en el consumo de Cannabis con fines “recreativos” y consecuentemente al consumo de  otras drogas más adictivas. Esto por cuanto nuestra población costarricense ha mostrado una alta adicción al alcohol y al tabaco. La marihuana es significativamente más adictiva en la adolescencia, por lo tanto serán los jóvenes los que sigan corriendo mayor riesgo al consumo de la misma.

Es necesario valorar la aplicabilidad del principio moral del mal menor en la actual realidad social que vivimos nosotros y nuestros vecinos. Esta valoración sobre la salud pública y social debe llevarse a cabo con suma cautela, porque sería muy peligroso escapar de los “Trasgos para caer el los lobos” (Tolkien), esto es, aprobar la legalización del consumo con fines terapéuticos y que la misma resulte en un mayor mal para la sociedad. Por lo anterior, el principio ético de la precaución debe ser el centro del debate de la legalización de la marihuana cualquiera que sea su fin.

El uso de drogas, incluyendo la marihuana, con fines diferentes a lograr en mejoría en la salud, es una grave ofensa a la persona humana, a su inteligencia y al uso racional de los bienes dados por Dios para su beneficio. Desde este punto de vista la Iglesia Católica enseña que moralmente estamos llamados a respetar la vida y la salud humana por lo que el consumo de marihuana, con otro fin que no sean estrictamente terapéutica, es entonces contraria a la virtud de la templanza, virtud que todos estamos llamados a cultivar.

La producción, el trafico, la venta y el consumo de marihuana, para usos no medicinales, causan daño a la vida humana por lo tanto es contraria a la moral cristiana puesto que su consumo, no terapéutico, implica la cooperación directa con el mal.

 

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