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Dios sí es comprobable

By José Rivera Varela. Diciembre 02, 2020

Algunas madres andan preocupadas pues sus hijos universitarios se dicen ateos e influidos por ciertos profesores tiran por la borda sus enseñanzas y ejemplo religiosos; bajo el supuesto de que la ciencia positiva y la razón son los únicos criterios de verdad. Sin demeritar su inquietud, Agustín y Pablo, Unamuno y Kant, de jóvenes tuvieron vivencias afines. Ciertos sanedrines y jueces de Cristo (Jn 12,42; Hch 6,7b) también fueron conversos y muchos en en el devenir histórico. Ocupémonos sí, con fe y oración, pero también con estudio, investigación y análisis serios.

Pascal distingue al Dios de la fe, los filósofos, los sabios/científicos y añado, de Cristo-Dios. Mientras para Juan Pablo II, en Fe y Razón: no hay oposición sino complemento entrambas.

A la luz de estas 2  tesis examinemos brevemente algunos criterios de verdad.

 

El tamiz empírico

 

El positivismo dogmatizó el método científico, cual único parámetro, como si todo el saber hubiera de someterse a él. La observación de los fenómenos es clave acá, pero como Dios no es un objeto infieren mal que “la ciencia no puede decir nada sobre Dios” o bien: “la ciencia no puede probar o improbar a Dios”. Eso es limitarse al Dios concepto/idea/ente; de los filósofos. Para Einstein igual los números son inobservables: “los números son un invento del pensamiento humano”, “un producto independiente de toda experiencia.” (Mi visión del mundo, Ed. Tusquest, Barcelona, 2004, p. 45). Nadie los percibe vía los 5 sentidos. ¡Ah, pero los noveles y maduros ateos, con sus variantes, dan por sentada la existencia, lógica y verdad numérica¡

En ciencias sociales se usa la observación participante, grupos control en laboratorios, entrevistas y vivencias, pero hoy los psicólogos sociales y los neurocientíficos comprueban y verifican, con diferentes técnicas, las experiencias-vivencias de quienes creen en Dios, la resurrección, la eternidad; oran y son escuchados, piden por los muertos, que según otro criterio de verdad, la estadística, sumamos el 84% de la humanidad actual.

Bien afirma Luis Pasteur: “poca ciencia aleja de Dios, mucha ciencia acerca a Dios.”

 

Lógica

 

El principio de no contradicción es otro factor de verdad. No es admisible afirmar algo y decir lo contrario de seguido, so pena de no merecer credibilidad. Los matemáticos teóricos se decantan por la lógica deductiva e inductiva, mas su colega, Bertrand Russell, es conteste con Einstein: “La matemática puede definirse como la disciplina en la que nunca sabemos de qué estamos hablando, ni si lo que dijimos es verdad.” También aseveró que no es posible demostrar que Dios no existe, si bien fue errático sobre su creencia.

Tomás nos demostró la existencia de Dios con 5 vías, basadas en el movimiento y la causalidad, principalmente. El cosmos, los animales y el hombre, por lógica, requieren de un creador (Rom 1,19-21) y “a ese llamamos Dios” deriva el aquinate. La teoría del átomo comprimido del sacerdote y astrofísico George Lemaitre nos lleva  igual a ese Creador, a partir de la nada (II Mb 7,28). Mas compete a la ciencia responder al cómo: teoría de la evolución, big bang, azar, creación espontánea, complexificación, aunque Russell replica: “Es enormemente improbable que la ley del azar produzca un organismo capaz de inteligencia mediante la causal selección.” Y Niels Bohr: “La vida es incognoscible y la física cuántica nunca podrá proporcionar explicación científica de los procesos de vida.”

Sí, claro, recurrimos a los asertos de autoridades y corifeos.

 

Evidencia de trascendencia

 

Mircea Eliade compartió e investigó varias culturas durante años y escribió 3 volúmenes sobre la historia de las creencias e ideas religiosas, desde la prehistoria, para demostrar que el ser humano es por naturaleza trascendente, descubrió una “intuición religiosa” en todas las civilizaciones. Rudolf Otto le llama: lo sagrado, “lo numinoso” reflejado en los sitios sagrados, los ritos y mitos, en la historia. El primero se basa en el método histórico y el segundo se funda en la fenomenológía. Usan la ciencia y la fe; para concluir: el ser humano tiene una naturaleza o sentido trascendente innatos.

 

Evidencia de Cristo-Dios

 

Con el método histórico-crítico, los investigadores han examinado diferentes fuentes, no solo los 4 evangelios, sino las extraevangélicas y apócrifos de historiadores y pensadores contemporáneos de Jesucristo: romanos, judíos, no cristianos, incluso enemigos del cristianismo. Entre otros: Cayo Suetonio, Flavio Josefo, Cayo Plinio, Cornelio Tácito, Luciano de Samosata, Celso, El Talmud, Virgilio. Esto se denomina en historia prueba o testimonio múltiple, que da credibilidad.

Del estudio objetivo de esas fuentes es deducible: Jesucristo es el Mesías, Dios encarnado, muerto y resucitado; hechos registrados en la historia universal y muchos datos han venido siendo verificados por arqueólogos.

 

La conciencia y experiencia transfísicas

 

Cuando nos concentramos, reflexionamos o pensamos, aumenta en un 30% el flujo sanguíneo en el cerebro, pues las neuronas consumen más energía, asevera Pim van Lommel y Sam Parnia. Consciencia: el conocimiento que tenemos de nosotros mismos (el yo) y el entorno, de forma preliminar. El cogito y la aprehensión de que somos los mismos desde nuestra niñez hasta ahora, se conoce como retrospección, mismidad. Pero ni los pensamientos, emociones, sentimientos, recuerdos, percepciones; son materia, sino productos cerebrales, espíritu, alma. Joseph Seifert, filósofo austríaco, ha estudiado el yo interior y uno, la conciencia, la sensación de existencia por medio del cerebro, hoy se denomina cenestesia. 

Bien dijo Kant: “Nada me admira más que el cielo estrellado sobre mi cabeza y la ley moral en mi” (la conciencia). Y hoy los neurocientíficos afirman que: “En el cerebro (no en el corazón (800 veces aparece en el A.T.) o las vísceras, como creían los judios metafóricamente, agregamos) residen nuestra: “conciencia, pasado, memoria, presente, personalidad, ideas, pensamientos, sentimientos (v.gr. el amor), nuestro futuro, proyectos, objetivos, sueños e ilusiones.” Todo ello ubicado en el sistema límbico. Y concluye el mismo autor, José R. Alonso: “La neurociencia y la biología, son  disciplinas apasionantes, porque el cerebro es la estructura más compleja del universo y también la más importante.” (Véase sendas citas en Alonso: La nariz de Charles Darwin, Ed. Almuzara, 2016, p. 13).

Asimismo las experiencias reales/cercanas a la muerte (EC(R)M) y extracorpóreas (EEC) definidas “como percepciones del entorno narradas por personas, que han estado a punto de morir o que pasaron por una muerte clínica y han sobrevivido”; son científicas. “Hay numerosos testimonios, sobre todo con el desarrollo de las técnicas de la resucitación cardiaca” que se fundan en evidencias comprobables y verificables de esa naturaleza humana transfísica.

Cid Gallup, en 1982, resumió así su investigación acerca de lo expresado por sujetos –8 millones-  que tuvieron ECM: 1- experiencias extracorpóreas, 2- experiencias visual  y auditiva agudas, 3- sensación de una gran paz, 4- encuentro con un Ser luminoso, sobrenatural, compasivo y muy amoroso –que según San Parnia es Jesucristo para los cristianos-, 5- un fugaz respaso de la vida, 6-estar en otro mundo, 7-encuentro con los seres queridos, 8-experiencia del túnel.

Iguales descripciones han hecho niños menores de 3 años, sin ideas preconcebidas sobre la muerte y la vida ulterior, lo mismo que ciegos innatos; hechos corroborados por Kenneth Ring y el neurocirujano holandés Pim van Lommel. Ambos hallazgos sin explicación física hasta el momento, anota el Dr. Lommel. Asimismo, adultos: escépticos, ateos, judíos, islamitas, budistas, hinduistas, mormones; no sólo cristianos. A ello le llama el jesuita Joseph Spitzer evidencia verificable de la naturaleza transfísica de las EC(R)M, porque son datos verídicos, fruto de estudios longitudinales, la percepción visual de un 80% de ciegos por naturaleza, eso “corrobora la probabilidad de la existencia física después de la muerte clínica” y el “encuentro con personas muertas en un dominio transfísico y celestial.”  Lo cual no sólo ratifica que con la muerte clínica no fenece la conciencia, sino que demuestra la supervivencia de la conciencia-alma y la existencia de vida ultraterrena, en criterio de Spitzer, quien une así 2 fundamentos: ciencia y fe, coincidiendo con el ex Papa citado.

Si a esto se añade la utilización de técnicas como: la resonancia magnética, escáneres cerebrales y estimulación craneal, en laboratorio, por parte de médicos nucleares y neuropsicólogos, con budistas, monjas de clausura y otros; en oración y meditación profundas; arribamos a la conclusión de Andrew Newberg, Malcon Jeeves y Willoughby Britton: “El cerebro está configurado (wired) para las experiencias religiosas.” deriva el primero, mientras los segundos van más allá: “El hombre está configurado en sus genes para buscar a Dios, Dios está en el lóbulo temporal, que nos conecta con lo trascendente.” O, en palabras de Alper Mattew: Dios está en el cerebro, título de su obra. Sin duda ello refuerza la intuición religiosa de Eliade y lo numinoso/sagrado de Otto, supraindicados.

Por tanto, la neurociencia viene a verificar que Dios al insuflarnos el alma individual (Gn 2,7b) nos infunde este sentido de trascendencia natural, fe en El y en Jesucristo. De ahí la búsqueda permanente de Dios en el ser humano, aunque algunos traten de reprimirla o negarla.

 

Conclusión

 

En armonía y coherencia con lo expuesto terminemos con dos sabias y magistrales afirmaciones del físico Albert Einstein: “El hombre encuentra a Dios tras cada puerta que la ciencia abre.” (citado por Alfonso Aguiló: Es razonable ser creyente, Ediciones Palabra, Madrid, 2019, p. 41). Pero a veces “El hombre oculta a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir.”

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