El SVC se fundó en 1971 como Sociedad de Vida Apostólica, un grupo integrado por laicos y sacerdotes que según investigué tiene 20 mil seguidores en 25 países y fue reconocido oficialmente por el Vaticano en 1997. En el 2015 se empezaron a conocer varias denuncias de abuso de poder, espiritual y sexual en la fiscalía del Perú. Hubo investigaciones de la Iglesia pero es el Papa Francisco quien envía dos investigadores para conocer esta realidad en el 2023. Ellos son Mons. Jordi Bertomeu y Mons. Charles Scicluna, los mismos que revelaron la red de corrupción en Chile con el caso de Karadima.
El fundador laico Luis Fernando Figari Rodrigo renunció al SVC por temas de salud en el 2010 y se fue a vivir a Italia. Hoy ha sido expulsado del sodalicio al comprobar abusos sexuales a menores y muchos otros abusos. Lamentablemente la única forma de que vaya a la cárcel es extraditándolo y ya la Iglesia le dio su máxima pena para un laico. Sus víctimas por tanto no creo que puedan tener una reparación completa sabiendo su situación actual.
Hace apenas unos días, la Nunciatura de Perú compartió un comunicado de prensa donde el Papa Francisco expulsó a diez miembros más del sodalicio: El ex superior general Eduardo Regal, el arzobispo emérito de Piura, Mons. Jose Antonio Eguren, los ex superiores regionales, Pbro Rafael Ismodes y Pbro. Erwin Scheuh, los exformadores Humberto del Castillo, Oscar Tokumura y el Pbro. Daniel Cardó. También al Sr Ricardo Trenemann y Miguel Arturos Salazar y al periodista Alejandro Bermúdez, director de ACI Prensa.
La nota establece que la decisión disciplinar se da por casos de abuso físico con sadismo y violencia, métodos sectarios para quebrar la voluntad, abuso espiritual, abuso de poder, hackeo de comunicaciones, acoso en el lugar de trabajo, encubrimiento de delitos, abuso en la administración de bienes y abuso en el ejercicio del periodismo en la Iglesia.
Además de todo lo anterior, una de las cabezas del SVC, German Doig, ya fallecido y mano derecha del exfundador, llevaba una doble vida de abusos y a pesar de que Figari lo sabía, tuvo el cinismo de abrir a Doig un proceso de canonización hasta con estampas, proponiéndolo como ejemplo de virtudes heroicas. Es terrible la manipulación hacia afuera usando todo lo sagrado de la Iglesia.
En el 2007, la policía encontró al sodálite Daniel Murguía Ward en un hotel con un niño de 11 años al que iba a tomarle fotos desnudo y dos días después de esto el sodalicio lo expulsó y dijeron que era una situación desconocida por ellos, pero la realidad es que todos los abusos comenzaron a saltarles en la cara y en el 2010 Figari sale del movimiento y se suspende la causa de canonización de Germán Doig, vicario general del Sodalicio, cuyos testimonios de abuso sexual fueron publicados en Perú en el año 2011.
Algunas de las lecciones que debemos aprender y no se pueden repetir_:
- Seguir a un líder nefasto que concentraba todo el poder, a quien se veneraba y no se le podía cuestionar nada.
- El silencio ante los abusos y maltratos de todo tipo.
- Permitir que el líder se rodee de un muro de corrupción que le permite abusar de sus víctimas sin ser cuestionado.
- Implementar una obediencia ciega, incluso para demandas absurdas.
- Permitir el beneficio económico utilizando la fe de las personas.
- Castigos físicos abusivos y sádicos.
- Permitir el abuso espiritual que preparó a las víctimas varones menores para los abusos sexuales.
- Alejar a las personas de sus familias, aislarlas para controlar su voluntad y luego manipularlos libremente.
- La presión para no abandonar el grupo y amenazar con el infierno.
En los testimonios y artículos publicados por víctimas se nota que había muchos detalles que desde hacía mucho tiempo mostraban una presencia de abuso, perversión y manipulación por parte de los dirigentes. Lo triste es que pasaron 35 años para poder destapar todo este mal, con el costo de muchas almas heridas y por eso, es tan importante que todos podamos detectar y detener conductas abusivas y más en ambientes eclesiales.
Solo finalizo con un comentario personal: estas situaciones no me decepcionan de la Iglesia, me decepcionan de nuestra humanidad cuando no hay coherencia de vida y me hacen ver la necesidad de más protección y formación para que podamos cuidarnos juntos y vivir la fe en un entorno libre de abuso.