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San Pío de Pietrelcina: ejemplo de humildad

By Paola Bonilla Hernández, Discipulado JEV Octubre 11, 2024
Su legado se mantiene y sigue inspirando a generaciones de fieles, recordándonos que la verdadera humildad está conectada con la entrega desde el verdadero amor con los demás. Su legado se mantiene y sigue inspirando a generaciones de fieles, recordándonos que la verdadera humildad está conectada con la entrega desde el verdadero amor con los demás.

Actualmente, existe una búsqueda constante de reconocimiento y poder, la figura de San Pío de Pietrelcina, conocido popularmente por sus fieles como el Padre Pío, se establece como un ejemplo de humildad y devoción auténtica.

Nacido en 1887 en Pietrelcina, Italia, se convierte en un fraile capuchino que inicia la vida religiosa siendo un joven con una profunda fe; que no solo deja una verdadera huella en la vida espiritual de muchas personas, sino que también se convirtió en un modelo de una vida basada en la humildad cristiana. Su vida es un testimonio impactante de cómo la verdadera grandeza se alberga en la sencillez del diario vivir.

San Pío vivió en un contexto de grandes desafíos y persecución. A lo largo de su vida, experimentó dificultades y también momentos profundos de bendición, pero siempre mantuvo una actitud de humildad y entrega por los otros. Como lo muestra la palabra, “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mt. 5, 3). San Pío hizo vida de este mandamiento, por eso hoy es uno de los santos más buscados por millones de personas para su intercesión.

El primer signo de su proceso de santificación llegó con la aparición de estigmas en su cuerpo, una manifestación que dejaba ver la crucifixión de Cristo, que lo distingue entre los santos. Estos estigmas, sin embargo, no fueron motivo para que él quisiera buscar atención o reconocimiento; al contrario, el Padre Pío ocultó este sufrimiento. Esto refleja un acto de humildad que nace desde el corazón en donde existe un deseo grande de agradar primero a Dios.

Otro acto de humildad en la vida del Padre Pío fue su dedicación diaria e insaciable por impartir el sacramento de la Reconciliación. Pasó durante horas en su confesionario, esperando a todos aquellos que tenían una necesidad de recibir orientación y reconciliación en su vida. Esta dedicación fue enteramente desinteresada. Hizo de lo que para muchos era una práctica común, un encuentro de salvación para las almas, sin tener ningún reconocimiento personal.

La humildad de San Pío también se reflejó en su vida cotidiana. Vivió de acuerdo al ejemplo de San Francisco de Asís, en la pobreza y sencillez. A pesar de muchas donaciones y ayudas económicas que recibió, tomó la decisión de vivir en la simpleza y sencillez del convento. Su forma de vivir era un compromiso real con la austeridad y una extensión de su fe por el Evangelio.

Otro signo notable de humildad por parte de San Pío fue su capacidad para soportar el sufrimiento con una actitud de aceptación y serenidad. Durante su vida, San Pío se enfrentó a innumerables dificultades de salud y sufrimientos físicos, los cuales aceptó con paciencia y con entrega por los que sufrían de sus padecimientos. Esta actitud ante el sufrimiento se convirtió en un testimonio poderoso de su fe.

San Pío veía su dolor como una oportunidad para compartir a Cristo con los otros. Para interceder en vida por la sanidad de los enfermos, un acto de entrega y confianza plena en la voluntad del Pabre y en la providencia divina.

En lugar de ver su dolor como una carga, lo aceptó como una oportunidad para compartir en los sufrimientos de Cristo, demostrando así un nivel de humildad y fortaleza que inspira a muchos hasta el día de hoy.

San Pío nos invita a seguir su ejemplo de humildad, y podemos seguir tres pasos sencillos que con su testimonio nos enseñó:

  1. Reconocer nuestra dependencia de Dios, tener una vida de oración diaria.
  2. Aceptar nuestra imperfección humana, reconocernos delante del Padre en nuestra naturalidad.
  3. Practicar el servicio desinteresado desde el amor con los demás, no buscar reconocimiento propio sino exaltar el nombre de Dios en todo lo que se haga.

 

El legado de San Pío de Pietrelcina continúa vivo en la actualidad, esto no solo por medio de los numerosos fieles que lo veneran, y piden su intercesión, sino también a través de los valores de humildad y servicio que él personificó. Su vida y su apostolado ofrecen un ejemplo fructífero de cómo una vida dedicada completamente a Dios y al prójimo puede superar cualquier barrera, inclusive el ego o la búsqueda de reconocimiento ante los pueblos. En un tiempo en el que las virtudes de humildad y sencillez parecen que se perdieron, San Pío nos recuerda que la verdadera y única grandeza se encuentra en la entrega sin interés y en el servicio absoluto a los que más lo necesitan.

San Pío de Pietrelcina actualmente se presenta como un modelo atemporal de humildad y devoción. Su vida fue y sigue siendo para muchos fieles un testimonio de cómo vivir de acuerdo con los valores cristianos, en donde la base sea el amor, servicio y sacrificio por el otro, sin buscar el reconocimiento personal.

En un mundo actual que a menudo glorifica la fama y el poder, su ejemplo es una invitación a reflexionar sobre lo que realmente significa vivir con humildad y a buscar la verdadera exaltación del corazón en el servicio desinteresado a los demás.

Su legado se mantiene y sigue inspirando a generaciones de fieles, recordándonos que la verdadera humildad está conectada con la entrega desde el verdadero amor con los demás.

Santo Padre Pío, ruega por nosotros.

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