Al llegar el día del Padre, conviene escribir dicha palabra sin falsas modestias, con “P” mayúscula, en reconocimiento a que esa es una misión, carisma, ocupación, como quiera verse, digna del mayor respeto y admiración, por ello, es oportuno recordar el origen de dicha celebración, que puede variar según las diferentes versiones de las diversas culturas.
Para el efecto, se toma el caso de Henry Jackson Smart, un veterano de guerra en Washington, que cuando su esposa falleció, peses a las adversidades, asumió la crianza de sus seis hijos; con el tiempo, una de sus hijas, Sonora Smart Dodd, quiso rendir homenaje a su progenitor y se dio inicio a lo que luego sería la celebración del Día del Padre.
Más que detenerse en dichos antecedentes, interesa que, a través de los siglos, incluyendo los tiempos modernos, así como el sujeto mencionado, han existido (y siguen existiendo), muchas figuras Paternas dignas de respeto y hasta admiración por asumir la Paternidad, ya sea en compañía de sus parejas, o incluso en solitario, con ejemplar devoción y sacrificando todo cuanto sea posible sacrificar en beneficio de su descendencia.
La palabra Padre por sí mismo merece respeto, no es casualidad que ella sea el sinónimo de mayor uso para referirse a Dios y que, está en el título de la oración con que su hijo Jesús enseño a sus discípulos a orar, es decir, el Padre Nuestro; a partir de ahí, desde lo alto se da el ejemplo de qué y cómo debe ser la figura Paterna: la máxima expresión del amor.
Quizás lo más penoso de la imagen del Padre, es que pareciera que con frecuencia la sociedad se centrara en las estadísticas de deficientes ejemplos de machismo, agresión y otros pésimos antecedentes, con lo que tienden poner a todos los varones, y por tanto Padres en el mismo canasto, lo cual redunda en una injusta invisibilizarían de los hidalgos caballeros de la Paternidad.
Por eso, por lo menos para celebrar el Día del Padre, resulta justo atreverse a escribir, con humildad, pero también con la frente en alto, dicha palabra con mayúscula, para rendir, aunque sea un modesto tributo a esos Padres que lo merecen y así darles una bocanada de aliento fresco para que sigan adelante con su encomiable labor.
¡Feliz Día del Padre!
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