Si la Iglesia lleva en lo profundo toda la kénosis de Cristo, como nos dice el papa Francisco, nuestra comunicación sería en verdad efectiva, pues no tendríamos miedo de acercarnos y “tocar las heridas de nuestra gente, que también son nuestras heridas, y esto hacerlo al estilo del Señor… una Iglesia humilde y pobre, huyendo del riesgo del orgullo, de la arrogancia, de la autosuficiencia.” [3] Aún más, “la kénosis de Cristo implica abandonar la virtualidad de la existencia y de los discursos para escuchar el ruido y la cantinela de gente real que nos desafía a crear lazos". [4]
Desde la teoría de la comunicación, el camino que el Señor presenta, paradójicamente, es más afín a una comunicación horizontal, a saber, aquella que se pone en práctica entre individuos que ostentan un mismo rango o nivel de jerarquía. No debería inquietarnos dicho estilo, tomando en consideración su propuesta: “Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo" (Mateo 20,25-27).
Algunos rasgos de esta comunicación horizontal, caracterizada por el encuentro y el diálogo son los siguientes:
- Escucha al otro: “Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado”. (Cf. Marcos 10,46-52)
- Es claro y conciso al transmitir su mensaje: “Cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como uno que tiene autoridad, y no como sus escribas.” (Mateo 7,28-29)
- Sus palabras, relatos, señales y gestos no verbales son convincentes: “Y llegando a su pueblo, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que se maravillaban y decían: ¿Dónde obtuvo este esa sabiduría y poderes milagrosos?” (Mateo 13,54)
- Es empático: "Al contemplar aquel gran gentío, Jesús sintió compasión, porque estaban decaídos y desanimados, como ovejas sin pastor." (Mateo 9,36)
- Es humilde y no busca privilegios: «Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón». (Mateo 11, 29)
- Involucran a la audiencia en la discusión, alentando a otros a expresar sus pensamientos: “Por el camino les hizo esta pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le contestaron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas…” (Marcos 8, 27-33)
[1] Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n. 13
[2] Cf. Catecismo de la Iglesia n. 65
[3] Papa Francisco, Mensaje a los Obispos Centroamericanos, 23 de enero del 2019
[4] Idem