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La importancia de la vivienda

By Mons. José Manuel Garita H. Marzo 10, 2022

Según la Encuesta Nacional de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), a julio de 2021, 901.752 personas ocupaban casas de alquiler, llegando a una cifra de 288.089 viviendas alquiladas. 

La imposibilidad para mucha gente de poder tener su casa propia es un hecho que como sociedad debe movernos a buscar alternativas y soluciones para tantísimas personas que no pueden acceder a tener un techo propio. 

Más grave aún es también el dato que nos brinda el INEC: 64.301 personas viven en precario, ocupando así 16.314 viviendas. 

Quiero mostrar otros datos, sin ser exhaustivo, de lo que debe preocuparnos a todos. Según el INEC, 135.632 viviendas están en mal estado, las cuales son ocupadas por poco más de 439 mil personas y, en un estado regular de las condiciones de vivienda viven 1.833.000 personas, lo cual representa cerca de 560 mil viviendas. 

Como repito, solo cito algunos datos generales de todo el país que brinda el INEC y que, desde luego, según las cifras, en las regiones más pobres del país, el problema es aún más grave y preocupante. 

Acceder a vivienda, y a vivienda digna, es un derecho que tienen todas las personas. Los países, desde sus servidores públicos, deben trabajar por brindar este acceso. 

“La realidad de la carencia de vivienda, así someramente descrita, constituye sin duda uno de los indicios más desconsoladores de la situación de infradesarrollo en que viven inmensas muchedumbres; o, para ser más exactos, una porción elevada del género humano”, exponía San Juan Pablo II en 1987, por medio de una carta con ocasión del “Año internacional de la vivienda para las personas sin hogar”. 

Exponía entonces el Santo Padre que el problema de la casa “se ha vuelto extraordinariamente más agudo”, y señalaba algunos motivos que tenían que ver con la búsqueda de mejores condiciones de vida, el traslado de las personas por motivos de trabajo y el crecimiento de la población. 

Más allá de eso, San Juan Pablo II hizo una invitación fuerte a la reflexión, especialmente del cristiano, en el sentido de que no podemos ignorar este problema de vivienda y, repito, de vivienda digna; de la posibilidad de acceder a casa propia, de estar en viviendas en buen estado, sin hacinamiento ni en condiciones precarias. 

Bien decía San Juan Pablo II, y lo expone el Magisterio de la Iglesia, que la casa es condición para que el ser humano “pueda venir al mundo, crecer, desarrollarse, para que pueda trabajar, educar y educarse, para que los hombres puedan constituir esa unión más profunda y más fundamental que se llama familia”. 

Volvemos a señalar la necesidad urgente de que existan políticas públicas que protejan a la célula fundamental de la sociedad como lo es la familia. 

En otro momento, también, podríamos profundizar sobre la política pública necesaria de fortalecer la construcción de viviendas de interés social. 

Es necesario, entre muchos temas urgentes a los cuales el país necesita poner atención, fijar los esfuerzos en la vivienda, en acceso al techo propio, en tener una casa digna, en buscar mejores condiciones de vida para todos, especialmente para los más necesitados. 

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