“El abuso espiritual es una forma de abuso emocional y psicológico. Se caracteriza por un patrón sistemático de comportamiento coercitivo y controlador en un contexto religioso. El abuso espiritual puede tener un impacto profundamente dañino en aquellos que lo experimentan. Este abuso puede incluir manipulación y aprovechamiento, rendición de cuentas forzada, censura de la toma de decisiones, exigencia del secreto y silencio, coerción para amoldarse, control mediante el uso de textos o enseñanzas sagradas, exigencia de obediencia al abusador, la suposición de que el abusador tiene una posición divina, aislamiento como medio de castigo, superioridad y elitismo (Oakley, 2018)”.[1]
Una vez definido el abuso espiritual, se presentan sus características y el impacto que este tiene sobre las víctimas que lo sufren, con el fin de poder identificarlo. Es importante resaltar que el abuso espiritual es la antesala del abuso sexual, aunque no todo abuso espiritual conlleva abuso sexual, todo abuso sexual es también un abuso espiritual cuando se realiza dentro los ambientes eclesiales y por una persona con un rol religioso.
Una de las formas de abuso espiritual que se encuentra hoy es conocida como Gaslighting “es un término del inglés coloquial cuyo uso se ha vuelto muy común en las redes sociales. El concepto se originó de una obra de teatro británica de 1938 llamada Gaslight (Luz de gas) en la que un marido manipula a su mujer para que ella crea que se está volviendo loca. El término significa hacer que alguien o un grupo de personas duden de sí mismas, llevándolas a cuestionar su propia memoria, su forma de ver el mundo y en casos extremos su cordura. A lo largo de las muchas historias de abuso espiritual hay ejemplos de personas que dudan de sí mismas y que fueron persuadidas a pensar que no vieron las cosas con claridad”.
Con el pseudónimo Luz María, esta víctima real de abuso espiritual en la modalidad de Gaslighting aceptó compartir su testimonio en el estudio para ayudar a otras personas a salir de esta telaraña. Los testimonios confirman la teoría y ayudan a comprender el daño tan grande que genera este abuso y la importancia de detenerlo y prevenirlo. No se puede hacer silencio sobre ningún tipo de abuso.
En tema de prevención, es necesario que cada vez más los equipos de prevención de abuso en ambientes eclesiales incluyan el abuso espiritual y se forme al pueblo de Dios, seminaristas y clero en este tema para que juntos podamos crear ambientes seguros y sanos, con liderazgos positivos, en un servicio de igualdad y no dictatorial.
El abuso espiritual no está contemplado dentro de la legislación de la Iglesia Católica, lo cual hace más difícil que pueda denunciarse y que exista reparación y justicia para las víctimas. Este es un paso que debe darse lo antes posible. Aunque como se describe en el estudio, hay algunas formas de denunciarlo.
Es importante tener presente que todos pueden sufrir abuso espiritual y en cualquier ámbito. No sucede solo en la vida consagrada, sino que puede surgir en cualquier lugar y grupo de la Iglesia Católica. Muchas víctimas callan por miedo a este tipo de abuso, perpetuando que siga existiendo dentro de la Iglesia, por lo cual es necesario educar para pedir que este abuso sea denunciado y que este tipo de situaciones sean abordadas correctamente y eliminadas.
Es claro que el abuso espiritual es la antesala del abuso sexual. El Dr. James Hamilton, sobreviviente del caso Karadima lo llama “la madre de todos los abusos”. Esto significa que si podemos detectar a tiempo el abuso espiritual podríamos evitar también posibles abusos sexuales.
Es necesario profundizar más en el abuso espiritual para que haya más información desde diferentes ámbitos, teológico, canónico, psicológico y social. Entre más información exista más pronto se podrá tener ambientes eclesiales libres de abuso.
En cuanto a las víctimas, se requiere el debido acompañamiento pues el daño del abuso espiritual es tremendo. En primer lugar, necesitan ser escuchadas seriamente y creídas. Si es escaza la información sobre el abuso espiritual es lógico pensar que tampoco hay formas ya establecidas de prevención y acompañamiento en los ambientes eclesiales, por ello es imprescindible comenzar a educar y establecer mecanismos para detectar y erradicar este tipo de abuso.
Este tipo de abuso puede darse sin que las personas sean conscientes que lo viven o lo ejercen. Una verdadera campaña de comunicación y educación puede ayudar a que todos se den cuenta si están siendo parte de esta telaraña que como ha dicho el Papa Francisco con el abuso sexual, se enmarca también dentro del misterio del mal.
[1] Lisa Oakley y Justin Humphreys, 2019, Escapando del Laberinto Espiritual, Londres, p.842
