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Teresita, la pequeña gran misionera

By Junio 02, 2021

Teresita Castillo murió el pasado 7 de marzo en el Hospital de La Paz en Madrid, España. Tenía 10 años y padecía de un cáncer maligno en su cabeza. La noticia es dolorosa en sí misma, sin embargo, la historia tiene muchos motivos para la esperanza y para la fe.

Su testimonio fue relatado tras su muerte por el Padre Ángel Camino, vicario episcopal de Madrid, quien la visitó en su lecho de enferma el 11 de febrero, fiesta de la Virgen de Lourdes. Le iba a dar la comunión y le administró la Unción de los enfermos.

La pequeña lo dejó impactado al decirle que quería ser misionera y el sacerdote no dudó en constituirla como tal. Las palabras de Teresita son un “testimonio de amor a Jesús en medio del sufrimiento” que sirven de “ejemplo para todos”, afirma el Padre Ángel. De hecho,  en los días que han transcurrido desde el fallecimiento de la pequeña, Teresita se ha convertido en “protectora para los niños en misión”.

En la carta, el sacerdote se dirige a los presbíteros a su cargo en la Vicaría VIII de Madrid, y les narra su experiencia:

“Los capellanes, sabiendo mi costumbre, habían propuesto que fuera a visitar a una niña gravemente enferma, que la operaban de un tumor en la cabeza al día siguiente. Con muchísimo gusto acepté la propuesta. Hemos llegado a la UCI debidamente equipados, he saludado a médicos y enfermeras, y acto seguido me han llevado a la cama de Teresita que estaba junto a su madre Teresa. Un vendaje blanco rodeaba toda su cabeza, pero tenía la cara suficientemente descubierta como para percibir un rostro verdaderamente brillante y excepcional. La he saludado con todo afecto, indicándole que en ese momento venía en nombre del Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid para traerle a Jesús.

Ahora entrecomillo las expresiones de Teresita; me dice: “¿me traes a Jesús verdad?”, sí, le respondo, te traigo a Jesús y la fuerza del Espíritu Santo con la Unción. A continuación me dice: “Sabes una cosa? Yo quiero mucho a Jesús”. Lo oye su madre y dirigiéndose a su hija le dice: “dile a Ángel lo que tú quieres ser”. Mira fijamente a su madre y le dice: “¿Se lo digo de verdad?” y la mamá dice: “tú verás”. Teresita me dice: “yo quiero ser misionera”.

Me impacta tanto su respuesta -prosigue el Padre Ángel- totalmente inesperada para mí, que cogiendo fuerzas de dónde no tenía, por la emoción que me produjo su respuesta, que le digo: “Teresita, yo te constituyo ahora mismo misionera de la Iglesia, y esta tarde te traeré el documento que lo acredita y la cruz de la misionera”.

Ella añade: “Padre Ángel ¿sabes una cosa?: yo rezo para que muchos niños conozcan a Jesús”. A continuación le he administrado el Sacramento de la Unción, le he dado la comunión y la bendición apostólica del Papa Francisco.

“Ha sido un momento de oración, sumamente sencillo pero profundamente sobrenatural. Se han unido a nosotros algunas enfermeras que espontáneamente nos hicieron unas fotos, para mí totalmente inesperadas, y que quedarán como un recuerdo imborrable. Nos hemos despedido mientras ella con su mamá se quedaba rezando y dando gracias”, narró emocionado el sacerdote.

 

La cruz de misionera

Prosigue el Padre Ángel: “Esa mañana tenía una reunión; en cuanto la terminé fui a la Vicaría y elaboramos el oficio de misionera bajo un pergamino verdaderamente precioso. Recogí la cruz de la misionera y a las cinco de la tarde regresé de nuevo al Hospital de La Paz. Me estaban esperando los capellanes y fuimos derechos a la UCI nuevamente. En cuanto me ve la mamá dice en voz alta: “Teresita ¡no me lo puedo creer! Viene el Sr. Vicario con el regalo para ti”. La niña que estaba medio dormida se despertó de inmediato y cogió entre sus manos el documento y la cruz. La mamá se lo lee en voz alta, mientras ella escucha atentamente y ocurre lo que nos imaginábamos, se emociona hasta que la madre la consuela, y Teresita dice en voz alta: “esa cruz pónmela en la barra para que la vea bien, y mañana la llevo al quirófano. Ya soy misionera”. Nos despedimos con estas palabras de Teresita: “Entonces P. Ángel ¿soy misionera?”, y yo respondo “tú eres misionera”.

Aquí podría terminar el relato de esta sencilla y profunda experiencia. Lo que yo no me podía imaginar, asegura el sacerdote, es que a través de los contactos de los padres, este testimonio llegó a oídos del Delegado Nacional de Misiones.

“Me llama al día siguiente y me hace esta pregunta: “¿tú has constituido en el Hospital de La Paz a una niña misionera?” efectivamente, le digo, “ayer después de darla la unción y la comunión, la constituí misionera con la oración preceptiva y posteriormente le llevé el documento y la cruz de la misionera”.

A continuación me dice: “este testimonio ha dado la vuelta en todo el mundo misionero de España y ya han puesto a Teresita como una nueva protectora para los niños en misión”. 

Posteriormente, concluye el Padre Ángel, “los papás me han ido reenviando mensajes de distintas personas impactadas por el testimonio de Teresita”.

Martín Rodríguez González

Periodista, licenciado en Ciencias de la Comunicación Colectiva y egresado de la maestría en Doctrina Social de la Iglesia. Trabaja en el Eco Católico desde el año 2002 y desde el 2009 es su director.

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