En el país, le gustaría encontrarse con los obispos y con el Pueblo de Dios, que es tan fiel, “que ha pasado tantas cosas y mantuvo la fidelidad”, enfatiza en el coloquio. Consultado sobre un mensaje para los católicos de dicha nación, Francisco admite que le parece “hasta tautológico” brindar un mensaje de esperanza a un pueblo “que es maestro en esperar. Los chinos son maestros en la paciencia, en esperar. Ustedes tienen ‘el virus de la esperanza’, y es una cosa muy bella”, elogia el Obispo de Roma. Francisco los invita a llevar adelante, con paciencia, la herencia del “gran pueblo que tienen” y les envía su Bendición Apostólica.
La gestión del tiempo, el modo para afrontar las críticas y las resistencias y la riqueza del carisma jesuita son algunos de los asuntos tratados en la amplia conversación. El Papa subraya la necesidad de saber delegar: “Si uno quiere hacer todo, la cosa no funciona”, sentencia. También reconoce la importancia de la colaboración, la escucha y las consultas antes de tomar decisiones. “No tengo secretos, hago lo que tengo que hacer ayudado de todos”, sostiene.
“Las críticas siempre ayudan: aunque no sean constructivas, ayudan siempre porque lo hacen a uno reflexionar sobre el modo de actuar”, comenta el Santo Padre.
A una consulta sobre la posibilidad de elegir una experiencia consoladora durante su ministerio petrino, Francisco expresa que “son muchas” y “el Señor se hace presente con la consolación”, incluso a través de las situaciones difíciles que Él ayuda a resolver. “Es una maravilla lo que hace el Señor”, asevera.
Respecto de los retos de su Pontificado, el Papa se refiere a las guerras en Ucrania, Myanmar y Palestina. “Yo siempre trato de resolverlos con el diálogo, y cuando no resulta, con la paciencia y siempre con el sentido del humor”, dice, y recuerda, como ya ha hecho en otras oportunidades, que reza la oración de Santo Tomás Moro pidiendo el sentido del humor.