La misión que desarrollan en el Vaticano “es un camino que el Señor les ha abierto para vivir su Bautismo y dar testimonio gozoso de su fe en Cristo”, aseguró Francisco. “Una fe, prosiguió, que han aprendido en la familia, cultivado en la parroquia y que manifiesta la intensidad del vínculo de los católicos suizos con la Iglesia de Roma”.
El Papa animó a los Guardias Suizos a aprovechar el tiempo de que disponen “para aprender a reconocer la presencia inspiradora y gozosa del Señor Resucitado en vuestras vidas, mediante la lectura de la Sagrada Escritura, la meditación de textos espirituales -incluso durante alguna guardia más tranquila-, la celebración de la Eucaristía dominical y el acercamiento a los Sacramentos”. Deseó “que la belleza y la historia de los diversos edificios y obras de arte de este lugar tan especial los ayuden a renovar siempre su asombro ante la belleza de Dios y de su misterio”.
En su mensaje a esta “gran familia” y “lugar de crecimiento”, como las describió el Sucesor de Pedro, expresó que es “un ambiente de formación humana y cristiana”. En esta comunidad, “los jóvenes se enriquecen con la experiencia de los mayores que, a su vez, pueden edificarse y aprender de la apertura de los jóvenes, de su entusiasmo que les lleva a explorar continuamente, movidos por una curiosidad positiva”. Y a los reclutas, en particular, el Papa dedicó una exhortación especial: "¡No pierdan el valor y la pasión por descubrir cosas nuevas!”.
Cada 6 de mayo es un día significativo para la Guardia Suiza, pues tiene lugar el juramento de los nuevos reclutas, coincidiendo con la fecha en la que, en el lejano 6 de mayo de 1527, 147 guardias suizos cayeron en defensa del Papa Clemente VII durante el Saqueo de Roma.