“La ternura no es sólo un sentimiento privado, que alivia las heridas, sino una forma de relacionarse con los demás, que también debería respirarse en el espacio público. Nos hemos acostumbrado a vivir solos, a no abrazarnos, a considerar al otro un peligro para nuestra salud. Nuestras sociedades, nos dice el Papa en Fratelli tutti, están fragmentadas”.
Por lo tanto, la ternura tiene “un valor social, que la celebración del Día pretende afirmar”, prosiguió y agregó que “es un bálsamo que todos necesitamos, y nuestros abuelos pueden ser sus dispensadores”.
“En la sociedad deshilachada y endurecida que está surgiendo de la pandemia, dijo también el Cardenal Farrell, no sólo hay que vacunarse y recuperarse económicamente”, sino que “hay que volver a aprender el arte de las relaciones. En esto, los abuelos y los mayores pueden ser nuestros maestros. Por eso también son tan importantes”.
El Purpurado recordó que este mensaje “es a la vez afectuoso y exigente con los abuelos y las personas mayores”. Y dijo que “el Santo Padre se dirige a ellos con palabras afectuosas, pero también les anuncia una llamada a ‘una vocación renovada en un momento crucial de la historia’”.
“Hay tres elementos que caracterizan esta llamada: ‘sueños, memoria y oración’. La cercanía del Señor, dice el Papa, ‘dará la fuerza para emprender un nuevo viaje incluso a los más frágiles de entre nosotros, por los caminos de los sueños, la memoria y la oración’. Sin embargo, lo que parece más relevante no es tanto la forma en que se declina esta vocación, sino la circunstancia de que se consideran destinatarios de una llamada específica”
Lugar de honor en la Iglesia
Después de destacar que “en la Iglesia, con el Papa Francisco, los abuelos y los mayores tienen un lugar de honor y la Jornada que celebramos pretende reafirmarlo”, el Cardenal Farrell aludió al tema de la sabiduría de los mayores, que “no proviene de la idea de que los mayores están dotados de mayor sabiduría que los demás, sino que tienen una sabiduría experiencial, la sabiduría de muchos años de vida”.
“Las personas mayores -dijo- son, desde esta perspectiva, un gran recurso para salir de la crisis mejores y no peores. Sobre todo, pueden ayudarnos a comprender que la crisis que vivimos no es la primera ni será la última, y que las vicisitudes de los hombres y mujeres forman parte de una historia que las trasciende”.
“Espero que el Día Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores nos ayude a crecer en el afecto por nuestros abuelos y a descubrirlos como maestros de ternura, guardianes de nuestras raíces y dispensadores de sabiduría. Por nuestra parte, toda la Iglesia repite a cada abuelo y a cada persona mayor: ‘estaremos contigo todos los días’, hasta el fin del mundo”, concluyó.
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