La gente llegaba al portón del Convento de las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento, en Santo Domingo de Heredia, para preguntar por “las mejores pupusas”, sin embargo, la demanda a veces sobrepasaba las posibilidades de las religiosas y las pupusas se agotaban rápidamente.
A finales del Siglo XIX un humilde pueblo pensó en grande y quiso construir un hermoso templo. Hoy ese pueblo financia la restauración de su joya: la Basílica Santo Domingo de Guzmán, en Heredia.