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Jueves, 28 Marzo 2024
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Mucho se debate entre los que defienden la vida desde la concepción y quienes apoyan el aborto por elección y a la misma, la Norma Técnica, para que los no nacidos en esta etapa de su desarrollo biológico, puedan  ser sujetos de un aborto electivo, sin que les acarree consecuencias legales a quienes lo ejecuten y lo permitan. Ya de hecho el Código Penal permite el aborto selectivo, con lo que se protege de cierto modo al no nacido pero con la mencionada Norma Técnica,  se abren “portillos”, para hacerla fácilmente “manipulable”.

La mujer puede vivir momentos de confusión emocional al enfrentarse al embarazo no deseado, pero ello se supera si recibe el apoyo que necesita.  Y si ha sufrido agresión que resultara en un embarazo, al agresor es al que se debe responsabilizar legalmente y no al inocente en gestación, quien puede tener la oportunidad de ser dado en adopción.

Aquí nadie sobra

Mayo 11, 2023

Llegamos a viejos y sin embargo continuamos creyendo en duendes. Los grupos feministas pro abortistas, son simplemente grupos que odian la vida de los demás. Aclaro antes que soy médico, de formación humanista, creyente (ni ateo ni agnóstico) y apasionado de la vida humana.

He tenido tres hijas y tengo tres nietos y medio, nunca buscamos planificar, mis hijas llegaron de manera espaciada, lo que dio oportunidad a mi esposa de cuidar a cada una de forma especial, ella, odontóloga de profesión, sacrificó su profesión para seguir su carrera de madre. Cada hija vino con su trozo de pan debajo del brazo, aunque muy separadas entre una y otra, son especialmente unidas entre ellas. Yo veo que he recorrido más de tres cuartas partes de mi vida, es decir yo soy un avión en el final de la pista de aterrizaje y lo tengo muy claro.

Recientemente ha resonado nuevamente en El Salvador y en toda Latinoamérica el Caso de Beatriz y otros vs. El Salvador, que refiere al de una mujer salvadoreña en situación de extrema pobreza, a quien en el año 2013 se le impidió acceder a un aborto.

Ante la situación, con el apoyo de grupos a favor de la práctica del aborto en ese país, se llevó adelante un proceso legal ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), cuyo fallo, con posibles repercusiones en todo el continente, tiene lugar hoy 22 y mañana 23 de marzo aquí en San José, donde está la sede de la Corte.

Este 25 de marzo la Iglesia celebra la Solemnidad de la Anunciación del Señor, el momento en el que el ángel le anuncia a la Virgen María que será la madre del Redentor. Este contexto anima la celebración del Día de la Vida antes de Nacer, que involucra todos los esfuerzos a favor de la vida y contra todas sus amenazas, especialmente el aborto. Para esta ocasión los obispos del país han dado a conocer un mensaje en el que reiteran su llamado a los fieles, así como una respetuosa exhortación a toda la ciudadanía, "a proteger y amparar, siempre y en toda circunstancia toda vida, desde su concepción hasta su fin natural". Se trata, de  "salvar y proteger las dos vidas, tanto la del niño como la de su madre", pues "nunca el aborto procurado y realizado será un bien social, sino más bien la dramática ocasión del irracional retroceso en una sociedad que se dice civilizada y heredera de aquellos principios indelebles que la forjaron como nación y que están acuñados en su Constitución Política".

A continuación su mensaje íntegro:

 

“Levántate, José…” (Cfr. Mt. 2, 13b)

Mensaje de los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, con ocasión de la solemnidad de la Anunciación del Señor.

 

Con gran alegría y compromiso pastoral hemos asumido la convocatoria del Santo Padre Francisco del Año dedicado a San José, padre adoptivo de nuestro Señor Jesucristo, esposo castísimo de Santa María Virgen y patrono de la Iglesia Universal. Un año particularmente dedicado a contemplar su persona, vocación y misión, inserta en el plan eterno de la salvación humana.

Contemplar a San José en la solemnidad de la Anunciación del Señor y, por tanto, del misterio de su Encarnación, de hacerse hombre en el vientre purísimo de su bienaventurada Madre, es contemplar el designio eterno del Padre, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (cfr. I Tim. 2,4), y ver en San José un vivo ejemplo de colaboración en la obra de Dios.

Una vez más deseamos, en el marco de este designio amoroso, manifestar y proclamar la grandeza del ser humano, hombre y mujer, creado a imagen y semejanza de Dios (cfr. Gen. 1, 27). Tanto más, que Dios se hizo hombre (cfr. Jn. 1,14), asumiendo plenamente nuestra condición, menos en el pecado, pues, «Él que es “imagen de Dios invisible” (Col. 1,15), es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado» (G.S. 22), entrando en nuestra historia en el seno de una familia, abrazado, amado y formado por una madre y un padre.

Cristo, el Señor, por obra del Espíritu Santo recibió su humanidad de su bendita Madre, unida en matrimonio con el bienaventurado José, cuya integridad virtudes y obediencia hicieron que fuera considerado justo (cfr. Mt. 1, 19), y que recibiera de Dios Padre la irrenunciable misión de amparar, proteger, custodiar y formar a su santísimo Hijo, nuestro Salvador. De ellos, unido siempre a su Padre Dios, Jesucristo recibió, cual imborrable sello, la formación que imprimiera la vida y la fe que experimentó en el Hogar de Nazaret.

Esta irrenunciable misión que, a lo largo de toda su vida, realizaron José y María, resplandeció sobremanera cuando les tocó enfrentarse a aquel soberbio poder que pretendía destruir la vida de Jesús en su más vulnerable infancia. San José responde a Herodes obedeciendo al designio de Dios, quien le habló en sueños (cfr. Mt. 1, 20-21), «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto» (Mt. 2, 13b-14).

También, a nosotros creyentes, y a toda persona de buena voluntad, en este momento de la historia, el Señor Dios nos invita a colaborar en sus designios de amor y de vida, proclamando con toda fuerza el Evangelio de la Vida, en nuestro contexto cultural, social y mediático. Máxime cuando, por nuestra misma racionalidad, podemos reconocer el derecho inviolable a la vida, fundamento del derecho natural y anterior a todo derecho positivo.

“El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día por la Iglesia, es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las épocas y culturas”.

Así fue como San Juan Pablo II dio inicio a la Encíclica Evangelium Vitae, el 25 de marzo de 1995. Al mismo tiempo, advertía: “La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida”, (numeral 58).

El Magisterio señala el aborto como un delito abominable. Lamentablemente, esta mentalidad y esta crisis moral llegó hace muchos años a Costa Rica, y ahora se materializa con la aprobación del “Protocolo de Atención Clínica para el procedimiento médico vinculado con el artículo 121 del código penal: Interrupción Terapéutica del Embarazo”.

Ya hace un año el Poder Ejecutivo había aprobado la Norma que facultaba lo que es el mal llamado “aborto terapéutico” en dirección contraria a lo que han sido los valores y la cultura de la vida por la cual abogó siempre nuestra nación.

En este espacio de Fermento, hace escasos días, les hablaba de que 32 países firmaron el pasado 22 de octubre la Declaración de Ginebra: Consenso sobre el fomento de la salud de las mujeres y el fortalecimiento de la familia.

Entonces indicaron estas naciones: “que no existe un derecho internacional al aborto, ni recae sobre los Estados una obligación internacional de financiar o facilitar los abortos, en consonancia con el consenso

internacional de larga data de que cada nación tiene el derecho soberano de implementar programas y actividades coherentes con sus leyes y políticas”. Lamentablemente Costa Rica no figuró en esa lista de países signatarios, y más bien tomó la ruta contraria.

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